1 de noviembre de 2008

1 de Noviembre de 2008 - Difuntos

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Hasta que se sepa la Verdad


Madeleine, aqui nos tienes, aqui estamos.
Te llevamos en nuestro corazon como si nuestra fueras.
Y ya lo eres.
En estos dias en los que recordamos especialmente a las personas que hemos querido , vamos tambien a pensar en ti.
Nos gustaria llevarte flores como a ellos, pero nadie nos ha dicho donde te encuentras .
Pero lo imaginamos.
Estas en el cielo.
Y como la musica sabe atravesar la inmensidad , te hemos elegido esta musica con todo nuestro amor , con nuestro corazon de madre.
Una musica de princesa, como tu lo eras.
Con una historia tan triste como la tuya.
A esa niña la querían.
A ti tambien.
Todos nosotros.
No nos mueve la venganza ni el odio.
Solo dos amores, el que sentimos por ti y el que sentimos por la verdad.
Que nuestra ternura te sirva de compañera.
Descansa en paz.
No te olvidaremos nunca.


La sepultura de las luciérnagas





El Día de Difuntos no es solo para pensar en los que ya se fueron, nos recuerda tambien a los cristianos que existe en el momento de la muerte el Juicio Final. En el que los privilegios de este mundo despareceran y nuestras almas quedaran al desnudo.

Desgraciados todos aquellos que creen que la justicia humana es la unica que puede castigarles.

Existe otra a la que no podran engañar, ni comprar, ni atemorizar.

Esa Justicia tiene musica y tiene palabras . Y son estas.


Jenkins - Dies Irae



Letra : Traducion del Poema Dies Irae* ("Día de la ira"), famoso himno latino del siglo XIII atribuido al franciscano Tomás de Celano (1200-1260).


Traducción del latin

Día de la ira; día aquel
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.

¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!

La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos los hombres ante el trono.

La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando resucite la criatura
para que responda ante su juez.

Aparecerá el libro escrito
en que se contiene todo
y con el que se juzgará al mundo.

Así, cuando el juez se siente
lo escondido se mostrará
y no habrá nada sin castigo.

¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando ni los justos estén seguros?

Rey de tremenda majestad
tú que, al salvar, lo haces gratuitamente,
sálvame, fuente de piedad.

Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.

Buscándome, te sentaste agotado
me redimiste sufriendo en la cruz
no sean vanos tantos trabajos.

Justo juez de venganza
concédeme el regalo del perdón
antes del día del juicio.

Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, señor, a este suplicante.

Tú, que absolviste a Magdalena
y escuchaste la súplica del ladrón,
me diste a mí también esperanza.

Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.

Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.

Tras confundir a los malditos
arrojados a las llamas voraces
hazme llamar entre los benditos.

Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.

Día de lágrimas será aquel día
en que resucitará, del polvo
para el jucio, el hombre culpable.
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.

Señor de piedad, Jesús,
concédeles el descanso. Amén.