27 de diciembre de 2008

Hechos - Gonçalo Amaral

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Correio da Manhã

Casos tristes de una vida de policía

“La Navidad me hace recordar los niños que ya se han ido. Con violencia o por negligencia”.

En esta época es costumbre recordar el año que ha pasado, e incluso la vida que va pasando, las experiencias que hemos tenido. Es tiempo de recuerdos y también de deseos. A mí, la Navidad me hace recordar los niños que ya se han ido. Recuerdo casos tristes de una vida de policía. Está Joana, asesinada por su madre y tu tío. Está Mariana, asesinada por su padre a patadas. Está Filipa, ahorcada por su padre, por celos. Está aquél bebé prematuro que murió de hambre, porque su madre le cortó los tubos del suero.

Estas fueron muertes violentas, pero también hay muertes de niños por negligencia, abandono, descuido. Si el sufrimiento más atroz al que un ser humano puede ser sometido es ver partir a su hijo, el crimen más cobarde del que la humanidad es testigo es que un padre acabe con la vida que creó. De los casos que he mencionado, los padres/asesinos fueron llevados ante la justicia y condenados. Pero existen en este mundo muchos infanticidas que no conocen el rostro de la Dama que, con los ojos vendados, sostiene la balanza.

En este tiempo de Navidad, después de los recuerdos, me asalta un deseo: que la Justicia se quite la venda, que los políticos no se escondan detrás de intereses oscuros y den a estos niños la única cosa que aun les podemos dar: Justicia.

Gonçalo Amaral
Traducción de Mercedes