20 de octubre de 2009

Caso Madeleine McCann - The Cracked Mirror I




Publicado el 18 de agosto de 2009

Si el período comprendido entre las 19h00 y las 22h00 del día 3 de mayo recuerda a la “caja negra” por su completa impenetrabilidad, los acontecimientos del resto de aquella noche en Praia da Luz están mucho más claros. La frenética actividad en las calles mientras las cuadrillas de turistas y lugareños buscaban a la niña, la zona de la recepción del Ocean Club donde el personal de Mark Warner, sacados de sus casas y camas, intentaban poner algo de orden en el caos y, sobre todo, el extraordinario guirigay montado en el apartamento 5A, con una multitud de personas arremolinados alrededor de los inconscientes gemelos, en esencia algo parecido a un drama surrealista, tal como ha sido descrito en innumerables ocasiones.


“Russell O’Brien, entre otros, contó lo que vio en el apartamento entre la desaparición y las primeras horas del viernes por la mañana como padres incontrolables, sin duda histéricos, con arrebatos de pánico con llamadas de teléfono muy agitadas. Mientras el personal, turistas, policías e incluso totales extraños entraban y salían o deambulaban por el apartamento Gerry McCann se encontraba”...al teléfono con personas de su familia, acurrucado en el suelo justo en la puerta corredera del patio, llorando desconsoladamente y entre llantos simplemente diciendo, “Se la han llevado”, o “Alguien se la ha llevado”, tú sabes, “¡Se ha ido!” Era incapaz incluso de ponerse en pie, simplemente tirado en el suelo...”

“Y Fiona Payne dijo, “Kate y Gerry estaban telefoneando a todo el mundo bajo el sol. Ellos simplemente pasaban del llanto y sintiéndose impotentes a llamar a la gente y toda esta actividad frenética... ¿A quién necesitamos llamar? A la Embajada Británica, creo que intentaba hablar con la Embajada Británica y conseguir alguien de habla inglesa que pudiera ser de ayuda. Sé que llamó a su hermana, estaba llamando a los familiares, simplemente diciéndoselo a todos tú sabes, tienes que ayudarnos, qué podemos hacer, ¿puedes pensar en algo?”

A pesar de su shock e histeria la versión de los padres ofrecieron en todas sus llamadas era coherente y enfática. Kate McCann dejó claro, que cuando volvió al apartamento para controlar a los niños a las diez de la noche, ella “supo inmediatamente” que la niña había sido secuestrada: un intruso había entrado el apartamento después de forzar la persiana de seguridad exterior y la ventana del dormitorio de la niña estaba abierta de par en par.

“Gerry estaba angustiado, descorazonado,” dijo la tía de Madeleine, la Sra. Patricia Cameron, narrando posteriormente una de las llamadas de teléfono, “la puerta estaba abierta, la ventana del dormitorio y la persiana habían sido forzadas. Nada había tocado en el apartamento, ni objeto de valor robado, tampoco los pasaportes. Ellos creen que alguien debió entrar por la ventana y salir por la puerta con ella. Parece como si alguien o bien los estuvo observando, o ella era un objetivo.”

Un amigo, Jon Corner, citó a Kate, “soltando” al teléfono que Madeleine había sido secuestrada. “Ella me dijo, “Rompieron la persiana de la ventana y se llevaron a mi pequeña niña.” Habían dejado el apartamento cerrado (con llave) mientras ellos salieron a cenar, pero cuando volvieron por última vez vieron los daños – primero vieron una de las persianas forzada, y entonces fue cuando vieron que la puerta estaba abierta y la cama vacía – y Madeleine había desaparecido.”

Y otra amiga, Jill Renwick dijo, “Pobre Kate y Gerry no saben a donde acudir. Obviamente Madeleine ha sido secuestrada. No podría haber salido por su propio pie y la persiana estaba forzada.”

Amigos y familiares también describieron cómo los enloquecidos padres ya se empezaban a enfrentar a la incapacidad de la policía para aceptar que la niña en realidad había sido secuestrada. A pesar de las claras señales de una entrada con fuerza, a pesar de la inmediata seguridad de Kate de que había tenido lugar un secuestro y que la pruebas que ella presentó y que la habían hecho llegar inmediatamente a esa conclusión, la policía se negó a aceptar lo obvio. ¿Por qué dijo la pareja amargamente, había ignorado la policía la información que les dieron y “perdieron el tiempo” haciendo búsquedas locales por la niña presumiendo que podría haber salido sola? La necesidad urgente, sin duda, era hacer llegar las pruebas de un delito al extranjero y concentrarse en perseguir a un secuestrador mientras todavía había tiempo, alertando patrullas de carretera, puerto y aeropuertos, en vez de andar fisgoneando en los armarios y debajo de las camas.

“Sus veces estaban fuera de control,” recordaba la madre de Kate, “y creo que era simplemente pánico y temor ciego de que no podían llegar a la policía ni a nadie, para dejar claro que Madeleine había sido secuestrada y tenían miedo de que cada minuto que se estaba perdiendo era crucial para conseguir traer de vuelta a Madeleine.

Más tarde, después de que los oficiales de la investigación habían aceptado finalmente la posibilidad de un secuestro, las llamadas de los padres reflejaban una sensación aterradora de aislamiento así como desesperación por los últimos acontecimientos, o más bien por la falta de ellos. La policía había, dijo Kate McCann, mostrado una falta de urgencia devastadora – “como si hubiese denunciado la desaparición de un perro.” Y sobre las cuatro y media de la mañana la poca presencia policial y actividad que había aparentemente paró: los padres estaban, parecía, solos. “Era frustrante para Gerry”, dijo la Sra. Cameron nuevamente, después de otra llamada de teléfono, “porque entre las 5 y las 7 de la mañana la policía parecía no estar haciendo nada, simplemente merodeaban por allí.”

Los McCann, según aquellos cercanos a ellos, no eran la clase de personas que simplemente se dan por vencidos sin luchar. Sus amigos y familiares contaron la misma historia de cómo sus llamadas cambiaron durante la noche de descripciones espeluznantes del secuestro y la frustración inicial, por la reacción insatisfactoria de la policía por hacer un intento real de enmendar las grotescas deficiencias del esfuerzo portugués. Al amanecer llamaban pidiendo que se introdujera presión exterior a la investigación a través de sus amigos en Reino Unido. El marido de Patricia Cameron Sandy dijo, “Gerry estaba consternado y hablaba a la vez que lloraba. Parecía frustrado con la lentitud de las búsquedas en Portugal, con el hecho de que las fronteras no habían sido cerradas, y con el hecho de los perros pisteros no estaban siendo utilizados. Patricia y yo hemos contactado con la Embajada Británica para intentar ayudar a este respecto.”

Jill Renwick conocía a la pareja desde hacía más de una década. Habló con Kate McCann a las 7 de la mañana y describió a Kate implorándole ayuda real. “Ella simplemente dijo, “Ayúdame, por favor ayúdame.” Dijo, “Hemos estado buscando toda la noche hasta las 4h30 y entonces todo el mundo nos abandonó”. En ese punto solo había un oficial de policía en la puerta. No sabía qué hacer.” Así que yo llamé a GMTV.”

Los Renwick hicieron más, llamando a otros amigos de los padres que a su vez contactaron con cualquiera que ellos pensaron podía ayudar. La hermana de Renwick llamó a un amigo en la policía de Reino Unido, otro conocido intentó conseguir ayuda de Des Browne, un diputado y miembro del gobierno. “Un amigo vive cerca del presentador de televisión Kirsty Wark,” dijo Renwick. “Ella llamó a su puerta y dijo, “Sé que debes pensar que estoy loca pero la hija de mis amigos ha desaparecido, ¿puedes hacer algo para ayudar? Y Renwick recordaba después el ejemplo más célebre de “conseguir ayuda.” Dijo, “El hermano de Gordon Brown John vive en la misma calle que yo. Lo paré en la calle el día siguiente y dije, “Estos son mis amigos. ¿Crees que podrías hablar con Gordon sobre ello? Y él dijo, por supuesto.”

Y ahí estaban los amigos que los habían acompañado durante las vacaciones. Rachael Oldfield dijo a la policía británica después que un amigo suyo, James Landale, era corresponsal de la BBC noticia y que lo había telefoneado esa noche. “En realidad”, dijo, “telefoneé a su mujer Kath porque tenía su número de móvil, para decir que Madeleine había desaparecido y que si había alguna forma de que pudiéramos emitirlo durante las noticias” Otro miembro del grupo que se encontraba de vacaciones dijo, bastante vagamente, “No estoy seguro de quién informó a Sky News sobre el hecho pero… Sé que Kate y Gerry se pasaron mucho tiempo telefoneando a gente, en realidad estaban tan, tan fuera de sí.

Así, hacia la hora del desayuno del 4 de mayo ya se había abierto una divergencia fatal entre la policía y los padres, estando la investigación convencional del país acompañada por la movilización de los padres de políticos de fuera y poderes mediáticos. Quizás los padres eran, en su angustia, ignorantes de los riesgos que estaban corriendo introduciendo estas notoriamente impredecibles y potencialmente traicioneras fuerzas; quizás sintieron que no tenían elección. En cualquier caso, hacia el mediodía el personal consular y de la embajada ya estaba consultando frenéticamente con Londres y los reporteros y medios de comunicación se peleaban por conseguir un asiento en los vuelos hacia Faro. En solo unos días esta divergencia entre los dos grupo se convertiría en un abismo

Pero ¿por qué se abrió ese abismo tan rápida y radicalmente? Este era un país de la UE, después de todo, no un estado distante y piojoso con una fuerza policial compuesta de muertos de hambre y milicianos analfabetos, interesados solo en las oportunidades económicas que la pérdida de una niña extranjera podría traer. El bien conocido relato que hemos detallado antes describe la clara progresión, con los padres reaccionando durante la noche ante la incipiente debilidad del esfuerzo policial, de menor importancia al principio pero empeorando, y con la pareja moviéndose gradualmente de la histeria a la frustración y después a la total determinación de actuar independientemente cuando vieron que no había otra alternativa.

Y es simplemente eso, un relato. Convincente, explicativo y dramáticamente satisfactorio, igual que una película o buena ficción, más que el caleidoscopio de la vida real. Sin duda este es el motivo por el que siempre es la base del sinfín de artículos y documentales realizados sobre el caso. Pero ¿cuánto hay de cierto? Nuestro relato, después de todo, fundamento de toda investigación y estudio del caso, ha sido dado exclusivamente por los padres, sus amigos y la familia. Hay otro lado, de los acontecimientos vistos e informados por aquellos cuyo papel profesional es organizar y dar sentido al caleidoscopio diario de la vida real e informar sobre ello simple y comprensiblemente, sin distorsiones por la conmoción y el temor. ¿Qué pasa con la versión policial de la historia?

© Traducción de Mercedes