8 de marzo de 2010

El cadáver de un niño es algo que no se olvida jamás


Edición impresa

Páginas 20 y 21

6 de Marzo de 2010

La gran entrevista de Alain Remue

Por Françoise Gilson, periodista

El jefe de la célula de búsquedas de personas desaparecidas vuelve para hablarnos sobre los grandes casos criminales que han sacudido Bélgica.

Alain Remue es uno de esos rostros que usted se dice que probablemente ya ha visto en algún sitio. ¡Y con razón! Como Patrón de la célula de búsqueda de personas desaparecidas, ocupa (involuntariamente pero a menudo) los reportajes de sus telediarios, las columnas de su periódico o los platós de televisión. Los rastreos para encontrar a Younes, Stacy y Nathalie por ejemplo, los hizo él. ¿De veras él? “No, fue todo mi equipo”, martillea este líder que no oculta la admiración que profesa a sus tropas … y a sus colegas de las otras secciones de policía. Alain Remue no hace un trabajo fácil. El comisario ha perdido la cuenta de los cadáveres que ha examinado a lo largo de su carrera y esta profundamente marcado por “los cuerpos de los niños que no pudo encontrar a tiempo”. Pero como un verdadero profesional, conserva el entusiasmo intacto. Y la loca esperanza de lograr lo imposible le empuja, con sus investigadores, a resolver los enigmas de las numerosas desapariciones que sacuden Bélgica. A pesar de todo. Encuentro.



El cadáver de un niño es algo que no se olvida jamás


Alain Remue, usted es omnipresente en los medios de comunicación cada vez que estalla un gran caso de desaparición. ¿Le molesta?

Quiero que se sepa que detrás de mí hay un equipo de investigadores excepcionales. Tienen varios puntos en común: un fuerte carácter, una disponibilidad rara, un profesionalismo extremo. Cuando un crío desaparece, no tengo que llamarlos. Son ellos los que me llaman para saber en qué pueden ser útiles. Otro punto en común, todos tienen una vida privada estable. Yo quiero que puedan contar con un cónyuge que comprenderá que deben abandonar el bautizo del hijo más pequeño porque un niño acaba de volatilizarse. Para finalizar, deben entenderse bien. Es indispensable para intervenir juntos en casos traumáticos.

¿Cuando un niño desparece, usted va con todo su equipo?

Sí, siempre. Los investigadores deben poder intercambiar sus impresiones, y si afrontan imágenes muy duras, poder exteriorizarlas. Cuando por ejemplo se encuentra el cuerpo de una niña ahogada en un vivero, les aseguro que es terrible y que más vale poder compartirlo con alguien. Uno puede acostumbrase a todo excepto a la imagen de un niño fallecido. No le puedo describir todos los cadáveres que he visto en casi quince años de trabajo en esta célula pero puedo describirle con todo detalle todos los cuerpos de niño que he visto. Eso, no se puede olvidar…

¿Eso le impide dormir?

No. Porque en mi profesión es esencial ver las cosas con perspectiva, separo la vida privada y el trabajo.

¿Parece ser que usted tiene 3 reglas de oro?

Exacto. Una: cada caso es diferente. Dos: las primeras 24 horas son capitales. Tres: nunca decir nunca.

¿Qué quiere decir desaparición…“inquietante”?

Nuestro trabajo es servir de punto de encuentro entre los distintos interesados para permitir encontrar a los desaparecidos lo más deprisa y eficazmente posible. De entrada, cuando un caso llega, nos hacemos tres preguntas: ¿“Quien es la persona desaparecida”? ¿Es inquietante y por qué? y ¿Cuáles son las hipótesis? Si un hombre mayor que sufre de Alzheimer desaparece, el riesgo de que haya sido secuestrado con fines deshonestos es nulo, todo lo contrario que si una joven de dieciséis años no vuelve a su casa. En ese momento, nos decimos “¡Ay! ¡cuidado!”

¿Cuál es su secreto para presentir lo inquietante de un caso?

La sensatez campesina: somos realistas y miramos a nuestro alrededor para saber de que estamos hablando. El lugar en el que nos encontramos, por ejemplo, es revelador. Hay una diferencia enorme entre una desaparición en el barrio Saint Leonard en Lieja y una desaparición en un campo de los llanos de Brujas. Miramos a nuestro alrededor y nos decimos: ¡Dios mío!, ¿pero en qué lugar estamos? Se siente el riesgo de inmediato


Hemos vivido casos terribles en Bélgica estos últimos quince años…

En 1996, seguí una formación de profiler en el FBI. Cuando volví, en la primavera de 1996, yo me decía “Venga, relativiza, son los Estados Unidos, aquí en Bélgica no hay asesinos en serie”. En mayo Sabine Dardenne desapareció. En agosto… Laetitia Delhez. Tres días más tarde, las dos fueron encontradas y estallaba el caso Dutroux. Después de esto, hemos tenido al descuartizador de Mons, Andras Pandy, Fourniret, Ait Oud, Ronald Janssen. Ya no digo que no hay asesinos en serie en Bélgica.

¿Estuvo implicado en todos estos casos?

Sí, porque somos la encrucijada de todos estos grandes casos criminales. Esto nos ha permitido aprender muchísimo, convertirnos en expertos.

¿Usted empezó en pleno caso Julie y Melissa?

Antes había estado en la PJ, en la brigada de estupefacientes, en la del orden público. Después en agosto de 1995 me propusieron abrir esta célula, basada en una idea de Stefaan De Clerck. Julie y Melissa, acababan de desaparecer (en junio) y An y Eefje también se habían volatilizado dos meses más tarde. Encontramos a todos los investigadores de estos casos para saber de lo que habían carecido en sus investigaciones y como ayudarlos en el futuro. Cuando volví de mi formación en el FBI, la desaparición de Sabine Dardenne fue nuestro primer gran “caso”. No encontramos a la niña (Nota de la periodista: hace una mueca). En agosto, Laetitia desaparece en Bertrix. Allí, la investigación en el vecindario permitió identificar una matrícula. Eso hizo caer a Dutroux…

¿Tiene usted un recuerdo preciso del día en que debuto el caso Dutroux?

Yo estaba en una barbacoa en casa de nuestro Mayor (Nota de Mila: superior jerárquico) con todos los oficiales y sus esposas. Recibí una llamada de teléfono de un hombre de mi equipo que me dijo: “Solo para tenerte al corriente, una niña ha desaparecido en Bertrix, nos vamos allí”. Hasta ese momento era una desaparición como las demás. Al día siguiente me fui de vacaciones. Las interrumpí cuando en vez de una niña encontraron… dos y que Dutroux empezó a confesar. Un hombre de mi equipo estaba en el lugar cuando fueron liberadas Sabina y Laetitia.

Para Stacy y Nathalie, usted estaba in situ…

Día y noche durante 18 días. Estábamos seis allí. Cuando se trata de niños, vamos al lugar inmediatamente.

Pero desgraciadamente había una cita con la muerte…

Conseguimos resolver el caso. Encontramos. Todo el mundo nos dijo “¡Eh! ¡Buen trabajo!” Pero nunca es un buen trabajo cuando se descubren los cuerpos de unas niñas. Es cierto que se supo la verdad, pero nos sentimos desgraciados con la conclusión de este caso.

¿Pero cómo puede resistir a todo esto? ¿A este choque humano, al hecho de haber visto esos cuerpos pequeños?

Lo que retengo de esta investigación es la solidaridad excepcional del equipo que permitió resolver el caso. Siempre nos encontramos todos, las mismas personas, muy comprometidas en el objetivo común: encontrar. ¡Encontrar… con vida! Me esfuerzo en ser objetivo. Era enorme, una locura… Lieja… dos pequeñas desaparecidas… era algo ya visto pero había que encontrar vivas a las criaturas. Nunca perdimos la esperanza. Luego, en plena reunión sobre este caso en el QG de la policía, mi colega me llamo. “Alain…” ”Si Albert, ¿qué pasa?”, “Alain, tenemos a una de las pequeñas… muerta”. Le aseguro que todavía oigo esa frase todos los días. Entonces, ¿cómo aguantamos? Porque es nuestro trabajo y que llegan nuevos casos sin cesar. La vida continúa…

¿Está usted a menudo en contacto con los padres?

Sí, incluso meses y años después del caso. Sabe, he aprendido una cosa. Antes no comprendía que un padre me dijera: ”Todo lo que quiero es poder enterrar a mi hijo”. Hoy en día, comprendo. Porque hay algo peor que la muerte, es la incertidumbre. Por ejemplo, he conocido a Didier Mahy (padre de Nathalie). El día que encontré a su niña, estábamos juntos en el ascensor del Palacio de Justicia y lloró. Aun estamos en contacto hoy.

¿Y luego están los desenlaces felices?

Muchos (Nota de la periodista: sonríe). Tengo una anécdota. Ocurrió en abril de 2006. Era una semana extraña con la desaparición de dos niñas de dos años, una en Flandes, otra en Valonia. Alizée desaparece en un camping a orillas del rio Semois en las Ardenas. Ponemos en marcha grandes medios, comenzamos los rastreos. Encontramos una bota… luego unas bragas pequeñas. En ese momento me digo “¡Mie.da!”. De repente, oigo en nuestra radio: "¡Tenemos a la pequeña! ¡Tenemos a la pequeña! ¡Está viva!". Alizée se había perdido, se había quitado las bragas para hacer pipi, había perdido una bota y se había quedado dormida en el bosque. En resumen, voy corriendo a la caravana para avisar a los padres. Entro. Todo el mundo está llorando a lágrima viva. Y entonces como un imbécil en vez de decir “Tenemos a la pequeña, está viva” yo digo “Señora, por favor, ¡cálmese!” cuando oyó eso, ¡casi se desmayó! En nuestra célula estamos acostumbrados a anunciar malas noticias, no las buenas.

¿Usted tiene delante a Dutroux o a Ait Oud, aquí ahora, y qué les dice?

Hacemos nuestro trabajo. Como padre de dos hijos, uno de ellos una niña pequeña, si dejo hablar al ser humano, yo diría que no quiero ver a esa gente. Son bestias enfermas. No los soporto cerca de mí. El profesional le dirá que siempre es instructivo comprender como funcionan esos seres.

¿A veces le dan las gracias?

Sí, por ejemplo recuerdo que encontramos, en pleno invierno, a una joven que intentaba acabar con sus días. Si la hubiéramos encontrado unas horas más tarde, habría estado muerta. Estaba helada (incluso le tuvieron que amputar dedos del pie) y… furiosa de que le hubiéramos impedido terminar. Seis meses más tarde recibí una carta de esta mujer. Ella me daba las gracias y decía que había encontrado el amor y que era feliz. En esos momentos, uno se dice que vale la pena.

¿Si esta célula hubiera existido en el momento de la desaparición de Julie y Melissa, podrían haber sido encontradas a tiempo?

No es posible decirlo, pero hay una certeza: toda la policía ha mejorado su funcionamiento. Estamos mejor armados, somos más eficaces. El mejor cumplido que hemos recibido fue durante el caso Stacy y Nathalie. En el plató de RTL-TVI, Jean Denis Lejeune, que había perdido a su hija, dijo: “Cuando veo hoy como ha reaccionado la policía, estoy contento de poder decir que mi Julie no ha muerto por nada”. Ese es el mejor cumplido que se puede recibir como policía.

FICHA DE IDENTIDAD

Nombre: Alain
Apellido: Remue
Edad: 49 años
Trabajo: Patrono de la célula de búsqueda de personas desaparecidas (Policía Federal).
Equipo: 15 investigadores de choque.
Cifras clave: trata 1500 casos de desapariciones inquietantes cada año.
Signos particulares: ha seguido una formación de profiler en Quántico (FBI) en la unidad especial de depredadores sexuales en serie.
Casos famosos: Dutroux, Fourniret, Stacy y Nathalie, Younes, Ronald Janssen.
Situación familiar: casado, dos hijos.


EN BREVE

“Tenemos nuestros Cold Cases”

Parece ser que cuando un niño desaparece hay que buscarlo durante 20 minutos. ¿Exacto?

Sí. Varias personas tienen que buscar y deprisa. Pasado un buen cuarto de hora, hay que interrumpir. Hay que llamar a la policía y se reanudan las búsquedas. Está comprobado por las estadísticas que si no se encuentra al niño en veinte minutos eso quiere decir que ya está más lejos de lo que habría podido ser imaginado al principio.

¿Le ha ocurrido perder a uno de sus hijos?

Sí. Ya era el patrón de la célula de búsqueda de personas desparecidas. Estaba haciendo compras en Gante y dije a mi crío: “¡Aquí! ¡Eh!” lo perdí de vista unos instantes y confieso que entonces no apliqué la receta que doy a la gente: “No caer en el pánico”. “Triple cero”. Perdí la calma y corrí como un loco para encontrarlo. Estaba a veinte metros.

Así que hay que buscar, y con calma…

Sí porque en el 99,99% de los casos, no está lejos. Los padres pueden pedir ayuda a su alrededor, pedir una llamada por el micro si es posible: “Un niño ha desaparecido, esta es su descripción…”. Es rarísimo que acabe mal. Pero comprendo el terror de la gente. En Bélgica el traumatismo del caso Dutroux todavía está presente.

¿Usted ve Cold Case?

Nunca, porque resuelven cada caso en cincuenta minutos y eso es imposible (Nota de la periodista: se ríe).

¿Pero usted tiene Cold Cases (Nota de la periodista: casos muy antiguos, todavía abiertos, de desapariciones)?

Si que tenemos. Son casos no resueltos, sobre todo de los años 90, pero para los que se ha hecho todo lo que se podía hacer. Guardamos los resúmenes de todos los casos de gran envergadura no resueltos. Quiero que sean conocidos porque en cualquier momento una información puede “caer del cielo”. Lo vivimos con Fourniret… de repente supimos lo que le había ocurrido a Elisabeth Brichet.

Traducción de Mila