Patxi Andion
LA GENTE, que tiene por ser lo que es, la posibilidad de vivir varias vidas viviendo la propia, porque conoce la de los demás y las sigue, sabe muy bien de qué manera actúa la duda en el ser humano. Conoce bien la aparente levedad de su sombra y lo alargada que puede llegar a ser. La gente vivía antes las vidas de sus próximos y de las demás, le llegaban a modo de “vidas ejemplares” noticias, la mayor parte de ellas trasnochadas y muy posteriores a los acontecimientos que se relacionaban. Eran en suma, vidas históricas, pues apenas se podía estar al día del devenir de las de la propia familia y las de los del pueblo más cercanos. Eso hacía estar muy cerca de los demás y por ello, sus vidas se confundían de tal manera que, a veces, se confundían con la propia dejando una en la otra estela de las respectivas existencias, lo que venía a aumentar el grado de vida en común y el volumen de cosas vividas. Hoy, la gente tiene la posibilidad de vivir muchas vidas con las que no guarda relación alguna. Vidas de otros a las que tiene acceso por la procacidad de los medios de comunicación en meterse en las vidas ajenas para espectacularizarlas, llevarlas hasta la pantalla del televisor y hacer que un montonazo de seres ajenos se preocupe por la vida de los otros.