Para los escépticos sobre el trabajo de los perros especializados en encontrar el rastro de un cadáver les dejamos esta demostración.
El asesino intentó engañarles enterrando el cadáver debajo de una montaña de bolsas de basura llenas de carne en descomposición. Cuando los perros llegaron a las bolsas "advirtieron" a la policía que tenía que seguir cavando, el cadáver apareció a 10 pies de profundidad (+ de 3 metros).
A pesar de todo, los defensores de la teoría del secuestro insisten en desacreditar la labor de diligencia canina.