Vanity Fair
by Judy Bachrach
Después de la desaparición de la niña de tres años Madeleine McCann del lugar donde su familia pasaba las vacaciones en Portugal, sus padres llevaron a cabo una estrategia muy arriesgada: la saturación de los medios. Consiguieron un éxito más allá de lo que nunca pudieron imaginar –ganándose el apoyo de todo el mundo, desde J.K. Rowling hasta el Papa- y un fracaso estrepitoso. Hemos obtenido la primera entrevista en profundidad con Gerry McCann desde que él y su esposa, Kate, fueron declarados sospechosos, el autor repasa sus pasos hasta la cama vacía de su hija.
En un día caluroso del pasado septiembre, cuatro meses después de que su hija, Madeleine, casi cuatro, desapareció de un pueblo tranquilo en Portugal durante las vacaciones familiares, Kate y Gerry McCann, ambos médicos británicos, abrieron la puerta de su casa a la policía local.
El nombre del policía era Ricardo, y había estado hablando con la pareja de forma amistosa. Conocía sus circunstancias. Sus vidas, superadas por el dolor desde la desaparición de su hija, había sufrido alguna pequeña mejora. Kate había adelgazada alarmantemente, pero por lo menos estaba comiendo de forma regular.
Esta vez, de cualquier modo, la actuación del policía de la PJ era diferente. Los McCann no estaban sorprendidos. “Porque durante cuatro meses solían mantener una reunión semanal con la policía portuguesa que dejaron de tener lugar”, recuerda la hermana mayor de Gerry, Trish Cameron, quien estaba en el pueblo en ese momento. También, sin el conocimiento de los McCann o su consentimiento, la policía había fotocopiado el diario de Kate, examinado la Biblia que le habían prestado, y se habían llevado el portátil de Gerry.
“¿Tiene algo que decirnos?” Le preguntó Ricardo, de forma seria.
“No,” Respondió Kate. “¿Tiene usted algo que decirnos a nosotros?”
Él asintió. “Sí. Vais a ser nombrados arguidos”. Utilizó la palabra portuguesa de “sospechosos formales.”
En un día caluroso del pasado septiembre, cuatro meses después de que su hija, Madeleine, casi cuatro, desapareció de un pueblo tranquilo en Portugal durante las vacaciones familiares, Kate y Gerry McCann, ambos médicos británicos, abrieron la puerta de su casa a la policía local.
El nombre del policía era Ricardo, y había estado hablando con la pareja de forma amistosa. Conocía sus circunstancias. Sus vidas, superadas por el dolor desde la desaparición de su hija, había sufrido alguna pequeña mejora. Kate había adelgazada alarmantemente, pero por lo menos estaba comiendo de forma regular.
Esta vez, de cualquier modo, la actuación del policía de la PJ era diferente. Los McCann no estaban sorprendidos. “Porque durante cuatro meses solían mantener una reunión semanal con la policía portuguesa que dejaron de tener lugar”, recuerda la hermana mayor de Gerry, Trish Cameron, quien estaba en el pueblo en ese momento. También, sin el conocimiento de los McCann o su consentimiento, la policía había fotocopiado el diario de Kate, examinado la Biblia que le habían prestado, y se habían llevado el portátil de Gerry.
“¿Tiene algo que decirnos?” Le preguntó Ricardo, de forma seria.
“No,” Respondió Kate. “¿Tiene usted algo que decirnos a nosotros?”
Él asintió. “Sí. Vais a ser nombrados arguidos”. Utilizó la palabra portuguesa de “sospechosos formales.”
Fue en ese momento, dice Trish, que su cuñada se volvió loca de furia, gritando, “Honestamente cree que yo podría matar a mi propia hija?”
“No,” dijo el policía.
La policía portuguesa, mientras informaban al mundo a través de filtraciones calculadas a sus propios medios de comunicación, simplemente creían que Gerry, un cardiólogo escocés, y Kate, una médico de cabecera, ambos 39, estaban mintiendo cuando dijeron que su hija había sido secuestrada del resort la noche del 3 de mayo. Las autoridades sospechaban ahora que los McCann eran de algún modo responsables de la muerte de su hija y de la ocultación de su cuerpo, aunque nadie parece saber en que modo. Habían sido revisados los incineradores locales sin éxito. La recompensa de 4 millones de libras por alguna información que pudiese llevar hasta Madeleine, los ruegos televisados de los McCann; la contratación de Control Risks Groups, una empresa de seguridad cuyos directores incluía a Sir Michael Rose; la web Find Madeleine visitada por más de 80 millones de personas en los tres meses que siguieron a la desaparición – la policía creía que todo esto eran pistas falsas.
Durante mucho tiempo los medios a nivel mundial tenían la misma opinión. “¿Podrían Kate y Gerry McCann haber tenido algo que ver en la desaparición de su propia hija?” preguntó la revista People en septiembre. Sobre octubre, el británico Daily Mail tenía una respuesta: nuevos análisis de ADN “ponían a los McCann nuevamente bajo sospecha.” Se informó que, fluidos corporales encontrados en un coche alquilado por los McCann 25 días después de la desaparición de Madeleine, tenían una coincidencia del 88 por ciento con el perfil genético de la criatura. (El problema con esta información según me informa el especialista británico en ADN Nigel Hodge, es que la mayoría de los perfiles genéticos están basados en 20 marcadores. “Y 88 no es divisible entre 20,” afirma rotundamente. Aun más: “Si hay componentes de ADN que no coinciden, el ADN podría no provenir de esa persona).” Impávidos, los tabloides se hicieron eco de una nueva fantasía genética: Maddie: ¿Quién es el padre? Preguntó el Daily Star en octubre, dando a entender que Gerry no es el padre biológico de Madeleine. (La niña fue concebida mediante fecundación in-vitro). Así como la industria mediática pregonaba Todo sobre Madeleine Todo el Tiempo, Barbara Walters y Oprah pedían a gritos una entrevista, la cara elegante de Kate se volvió cada vez más delgada en cada fotografía publicada. Mientras, un sondeo británico reveló que el 48 por ciento de todos los encuestados creían que la pareja podrían haber sido responsables de la muerte de su hija. Solo el 20 por ciento los consideraba totalmente inocentes.
“Si, si lo sé”, dice Gerry amargamente. “Kate la mató en un ataque de ira, sedábamos a Madeleine, se cayó por la escaleras –en cuyo caso se podría pensar que habían encontrado su cuerpo. ¡He oído eso! Se han publicado un gran número de teorías en la prensa. Pero lo que quiero saber es - ¿Quién les dijo todo eso?”
De hecho, mucho de lo dicho o publicado sobre la desaparición de la niña y sus padres son falacias, equivocaciones, o simplemente contradictorios: de acuerdo con la prensa, con varios detectives, y autoridades portuguesas, la criatura podría estar viva en Marruecos (o quizás en Portugal o Bosnia) o muerta, asesinada unas veces por el secuestrador y otras por la familia. En todas estas hipótesis los hechos en que se basan son inventados, por la falta de expresividad en público de Kate durante los primeras acciones de la policía portuguesa (apodados “Duros de mollera” y Cabezones” por los periodistas). Pero, los medios se han encargado de robarles a los McCann su hija por segunda vez. Y complicar las cosas, fue Gerry en persona quien, dos días después de la desaparición de Madeleine, encendió la mecha de ese incendio que es la prensa y que ahora está consumiendo a la pareja.
Es Gerry quien está detrás, lo que me dice es “el marketing… una alta sensibilización de la opinión pública” sobre Madeleine. A su lado mientras hablamos está Clarence Mitchell, un ex analista gubernamental de los medios de comunicación y periodista de la BBC, elegido por Gerry para ser el último portavoz. El 17 de octubre, Mitchell habló en la Universidad de Coventry. El tema: “La desaparición de Madeleine McCann: La perfecta campaña de relaciones públicas.” Sin tener en cuenta que ha sido cualquier cosa menos perfecta.
De hecho ha sido tan contraproducente que, cuando llegó el invierno, el Fiscal General portugués Fernando Pinto Monteiro sugirió que de un modo u otro los McCann eran responsables de la muerte de su hija. Concretamente dijo que si Madeleine hubiese sido secuestrada, habría sido la publicidad tan cuidadosamente diseñada por sus padres la que habría sellado su destino. “Con el mundo entero en posesión de una fotografía de Madeleine, puntualizó, cualquier secuestrador habría sido acorralado hasta tal punto que “hay más posibilidades de que la pequeña niña esté muerta que viva.”
Con esta última conclusión devastadora –seguramente Madeleine nunca aparecerá- Incluso el padre de Madeleine está de acuerdo.
Gerry McCann tiene unos intensos ojos azules puestos en una cara impasible, y una mandíbula que se ha ido tornando más angulosa y prominente tal como ha ido desarrollándose la tragedia y ha perdido casi 7 libras. Hay quien, incluyendo algunos de los colaboradores más próximos, lo encuentran difícil y controlador, sienten que tiene la arrogancia y autoestima de muchos cirujanos. Y que su criterio es ciertamente cuestionable. En el otoño, se supo que los McCann habían realizado dos pagos de su hipoteca del dinero de la Fundación de $2.4 millones creada para encontrar a Madeleine. Pero meses de angustia han pasado factura y ahora lo que hay es resignación.
Cuando el policía llegó a su puerta con la mala noticia de que ahora eran considerados sospechosos, Gerry simplemente le pidió que se fuera. “¿Por qué matar al mensajero? Sentí que decir algo más no iba a cambiar lo que había pasado” dijo.
Sin embargo, Kate, no puede evitar recordar las circunstancias que llevaron a la desaparición de su hija –obra, está segura, de un misterioso secuestrador. “Te diré lo que no le he dicho a nadie,” dice Jon Corner, un amigo de la familia. “En agosto, estaba con Kate en Portugal. Me dijo, “Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y volver al día antes de que Madeleine fue secuestrada. Pararía el tiempo. Echaría un buen vistazo a mi alrededor y tendría un pensamiento realmente bueno. Y pensaría: ¿Dónde estas? ¿Quien eres? ¿Quien vigila a mi familia? Porque alguien estaba vigilando a mi familia muy, muy cuidadosamente. También tomó notas.”
“Es una conclusión lógica para cualquiera que sabe algo sobre lo que nos pasó”, dice Gerry vivamente. Esta es su primera entrevista detallada y sincera desde que fue declarado sospechoso, su aborrecimiento hacia la mayoría de los periodistas es tan grande que tiene lugar bajo el mayor secretismo cerca de su casa, en Leicestershire. En una posada con retratos de mujeres con pelucas polvorientas, un gerente educado nos señala el camino de la puerta de atrás, durante la entrevista otros periodistas se dejaron caer.
Mientras los titulares sobre los McCann vendían periódicos –unos 30.000 ejemplares más al día- quizás porque eran una pareja guapa, próspera y sacudida por una tragedia (“Vamos a ser sinceros: si Kate fuese vieja, gorda y con granos, no estarían vendiendo todos esos periódicos”, dice Trish), los medios británicos creen que las ventas no se dispararían salvo que la pareja fuese acusada de ser unos villanos. “La última noticia equivalente a esta probablemente fue la Segunda Guerra Mundial,” observó un columnista de The Guardian. Cuando, en noviembre, Panorama, un programa de la BBC, compró una filmación de los McCann realizada cinco meses atrás (grabación hecha por un amigo de la familia) como el 48 Horas de la ABC re-empaquetándolo, la audiencia aumentó de 2 millones a 5.3 millones.
En esta búsqueda de villanía, los tabloides británicos son apoyados por el aliado menos probable, la policía portuguesa, quienes son frecuentemente la fuente de algunas de las afirmaciones más descabelladas, asumidas sin cuestionamientos por la prensa portuguesa.
“No, la filtración en cuanto que el ADN (de Madeleine) no era compatible con el de Gerry no es malicioso, en absoluto,” de dice sarcásticamente un periodista portugués, haciendo referencia a la portada ¿Quién es su padre?, antes de pasar a la seriedad más absoluta. “Es una venganza, pura y simple. Porque los británicos tacharon a nuestra policía como estúpida. Atrasada. E incompetente. Porque dicen que somos un país primitivo y que nuestras leyes también lo son.” La policía portuguesa “no quiere ser retratada como unos macarras, una pandilla de gordos groseros, villanos grasientos que maltratan a la gente con porras de goma,” me dice uno de los más activos en la campaña McCann, sin embargo así es exactamente como nos han retratado.
De esta manera el frenesí Madeleine, que comenzó siendo una historia sobre un mal juicio y una pérdida irreparable, ha perdido el control, cada día trae nuevas noticias, indignación, apoyos de celebridades –el Papa, J. K. Rowling, David Beckham- y vínculos sensacionalistas con el poder. En la cumbre de la U.E. que tuvo lugar a mediados de octubre, por ejemplo, el primer ministro británico Gordon Brown, que había estado en contacto con los McCann regularmente, planteó el tema de Madeleine con el primer ministro portugués José Sócrates, urgiendo “una cooperación adecuada entre la policía británica y portuguesa.” Los aliados de Gerry estaban llenos de júbilo.
Sin embargo esta estrategia del alto poder falló también. Parece que hay un resentimiento generalizado entre los portugueses. Aunque la fotografía de Madeleine todavía puede verse en Heathrow, no se encuentra en ningún lugar del aeropuerto de Faro, el más cercano al pueblo de donde desapareció.
Poco después de que los McCann contratasen el equipo de investigadores privados españoles, a principios de octubre, se había filtrado que la policía portuguesa había detenido su búsqueda de Madeleine (por lo menos temporalmente). Nada de lo que habían hecho los padres había funcionado correctamente. “Los McCann han cambiado completamente la forma en la que buscábamos a nuestros niños perdidos –solíamos tener que ir a la policía; ahora significa que tienes que acudir a los medios, a las celebridades,” dice con desaprobación una especialista en abuso infantil de Scotland Yard.
“Hay muchos casos en el mundo de niños que han desaparecido,” se quejaba recientemente el jefe de la policía portuguesa Alipio Ribeiro. “Pero ninguno tiene este componente externo de la exposición masiva al público, que le da una dimensión fantástica, casi surrealista.
Los McCann ocasionalmente son a la vez villanizados y compadecidos a la vez. La imagen de Madeleine ha aparecido en la pantallas de cine, teléfonos móviles, en e-mails, aeropuertos, centros de salud y en los aviones británicos. “Así que la estrategia que utilizamos,” dice Gerry, “bueno –de alguna manera algo captó la imaginación del público”. Pero no ha capturado al secuestrador de su hija.
Los McCann también están bastante seguros que sus teléfonos han sido intervenidos no solamente por la policía británica quienes están a la espera de una llamada del secuestrador, sino también por las autoridades portuguesas. “Es bastante posible”, reconoce el hermano mayor de Gerry, John McCann, un visitador médico que vive en Glasgow. “Porque hay información que ha ido apareciendo en la prensa que te hace pensar, ¿Cómo llegó eso al dominio público? Porque no lo hemos filtrado nosotros. De cuando en cuando, en medio de todas esas especulaciones, rumores y mentiras, ha habido un grano de verdad.”
Me pregunto, ¿Con toda esta polémica?
“Ahora es solamente –tragó saliva- deprimente
Praia da Luz (con 1.000 habitantes) es descrita regularmente, con razón, como “una pequeña Bretaña”. Lo mismo podría decirse del Algarve entero, la sureña provincia portuguesa que la que el pueblo está situado, que fue parcialmente saqueada a finales del siglo XVI por el Conde de Essex. Esa tradición ahora es llevada cabo por más de 50.000 propietarios británicos en la zona. Las señales están en inglés, y todos demás los establecimientos comerciales se proclama como un “Pub Irlandés”, que significa cerveza Carling y, los domingos, pierna de cordero y “Yorkie pud”. A las 10 una mañana calurosa, cuatro hombres ingleses rojos como la remolacha están dando cuenta a unas cervezas en una terraza a solo unos pasos del mar turquesa están siendo regañados por su desesperado guia: “Estáis siempre borrachos antes del mediodía” Nuevos guardias de seguridad, con boinas granates y pantalón militar negro, rodean ahora parte del Ocean Club, donde los McCann estuvieron alojados hasta mediados de septiembre. El pueblo está bastante desolado. Su corazón desapareció el pasado mayo.
Durante por lo menos una semana de la pasada primavera, la rutina vacacional de los McCann fue inalterable. Después del té de las 5.30pm, Madeleine y sus hermanos gemelos Sean y Amelia, eran recogidos por sus padres del Kid’s Club. Dos horas más tarde los niños se metían en la cama en su propia habitación en un apartamento esquinado y poco atractivo, sus dos entradas estaban rematadas con…………La puerta trasera, a la que se accedía tras pasar por una verja y una escalinata, se dejó abierta. Entonces los McCann se unirían a sus siete amigos en el Tapas Bar, cerca de la piscina, una zona descrita por Gerry como “estar al fondo del jardín… Se podía ver el apartamento desde donde estábamos.” Se puede de hecho vislumbrar la parte superior. No obstante, para ver si alguien entraba por la puerta trasera, uno tendría que estar cenando de pie. La otra entrada al apartamento no está a la vista en absoluto. Por turnos, los miembros del grupo (desde entonces apodados los Tapas nueve) se encargaban de hacer una ronda controlando a los hijos de todos ellos, aunque el método era imperfecto (curiosa palabra utilizar aquí). La noche del tres de mayo, Gerry hizo su ronda a las 9,05pm controlando a Madeleine que estaba profundamente dormida con su pijama rosa y blanco de Winnie the Pooh y a los gemelos, pero el amigo que hizo el turno siguiente dijo más tarde que en realidad no había llegado a ver a Madeleine.
Así que la pista más importante en el misterio de la desaparición de Madeleine fue inicialmente ignorada. Sobre las 9,15, otra amiga, Jane Tanner, (emerged from her own villa) salía de su apartamento cuando vio a un hombre blanco con pantalones de color beige –con una estatura aproximada de 5 a 6 pies, pelo castaño (más largo en la nuca) y quizás, 35, tal como le dijo más tarde a la policía. Portaba en sus brazos a una criatura que llevaba puesto un pijama rosa y blanco.
No fue hasta que Kate fue al apartamento a las 10pm, y sintió una corriente estremecedora, la ventana delantera había sido forzada, Kate se dio cuenta de que había sucedido algo terrible. "La escena era dura", me dice Gerry. En una cama los gemelos durmiendo. En la otra sólo el peluche favorito de Madeleine. En ese momento Kate salió gritando, "Madeleine se ha ido"
Posteriormente, parece que añadió, "Se la han llevado. Le hemos fallado." Esta fue la versión que recibió enseguida, aunque de segunda mano, Sheena Rawcliffe, directora adjunta de “The Resident”, periódico local en inglés, la frase la dejó atónita. ¿Qué se entiende por "Ellos”? Este fue el primer elemento que suscitó la sospecha de la prensa portuguesa, pero no el único. ¿Qué tipo de padres salen a cenar y dejan a sus hijos pequeños, solos en la habitación, sobre todo en un país donde los niños son bienvenidos en los restaurantes, se preguntó la prensa local? ¿Por qué no contrataron el servicio de niñeras? ¿Qué niño puede dormirse a las 7:30 pm? En Portugal, al igual que en muchos países latinos, la hora de irse a la cama incluso para los más pequeños es sobre las 10 de la noche. Rawcliffe añadió, "Si mi hijo desapareciera, no pensaría inmediatamente que había sido secuestrado. Si no, ¿Dónde se habrá metido ese pequeño ******?"
Pero los McCann estaban seguros de sus sospechas. "Madeleine sabe que no debe ir lejos", le recuerda a Gerry otra de sus hermanas, Philomena McCann. Además, la niña era demasiado pequeña para abrir la ventana y salir. . Gerry pasó la noche registrando el pueblo en busca de su hija y hablando por el móvil con su familia. “Bueno, nunca en la vida había oído a mi hermano tan desolado,” dice Philomena, que vive en Ullapool, al norte de Escocia. “Estaba gimiendo en el teléfono. Por momentos se hacía incomprensible lo que decía.”
"Es todo culpa mía, porque Kate y yo salimos a cenar", le gimió a Philomena, que estaba aturdida/atónita. Y agrega: "Mi hermano no es una persona que entre en pánico, Kate y él normalmente son personas muy moderadas. Ahí es cuando me di cuenta lo mal que estaban las cosas." A las 4:30 de la mañana, cuando la búsqueda se suspendió temporalmente, los McCann se encontraron un policía en la puerta, fumando, aparentemente despreocupado. "Ayúdame, por favor, ayúdame" Le gemía una Kate frenética en el móvil a una amiga de la infancia La policía no ha hecho nada en toda la noche, añadió, la pareja estaba sola, sin nadie a quien recurrir.
Esa misma mañana, Trish la hermana de Gerry llamó por teléfono a la BBC en Glasgow y envió fotografía de la hermosa niña pequeña que había desaparecido resort. "El día después de que Madeleine fue secuestrada, cuando Kate y yo salíamos de la comisaría, había 150 periodistas en la puerta", recuerda Gerry. "Alex Woolfall (el primer portavoz de los McCann) me explicó que, o colaborábamos con la prensa o nos acosarían. "En realidad, los reporteros notaron que Gerry parecía colaborar ávidamente. En una semana, los periodistas en la pequeña aldea aumentaron a 200: holandeses, alemanes, españoles y portugueses compitiendo con sus homólogos británicos y americanos. Hasta hace muy poco, Sky News cubrió la noticia tanta profundidad que las tres noticias más vistas en su web eran "Las noticias en UK", "Madeleine", y "Las noticias internacionales”. La policía portuguesa nunca había visto nada igual.
Durante los meses siguientes a la desaparición de la criatura, la supuesta incompetencia de la policía portuguesa era el objeto de muchos artículos devastadores, con una actitud sarcásticamente resumida por el detective de Scotland Yard ya que "Johnny Dago no es suficientemente bueno para hacerlo". Esto fue en el preciso momento en que, como explica Gerry, “confiábamos en los portugueses para encontrar a Madeleine, y no fue útil en absoluto" Sin embargo, desde que los medios fueron, sin lugar a dudas, alimentados en parte por el grupo McCann, es difícil saber a quién culpar.
No era cierto, por ejemplo, que no se realizasen búsquedas de huellas dactilares en el apartamento, según informó un tabloide británico, o que las de las persianas fueran contaminadas durante la investigación, según lo informado por otro; dos de los reporteros de calle afirman que el personal del CSI portugués fueron vistos tomando huellas dactilares de esas persianas desde primera hora, y que las enviaron al Instituto Nacional de Medicina Legal en Oporto y Coímbra. Ni tampoco trató la policía la desaparición de Madeleine a la ligera.
Por lo que explicó Woolfall, cuando llegó un día y medio después de que Madeleine hubiera desaparecido: "Había un montón de policías, tengo que decir. Se da mucha importancia a los niños y a la familia en Portugal. No cabe duda que se realizó un esfuerzo extraordinario para encontrarla. Hubo policías portugueses que cancelaron sus permisos y trabajaron los fines de semana."
Por otra parte, cuando la policía investiga un delito en Portugal, según la ley existente en este país el secreto judicial lo abarca todo -hechos, nombres, sospechosos, testigos- en un manto de silencio. Las ruedas de prensa por parte de la policía son casi inexistentes. La información se obtiene, normalmente, sólo a través de filtraciones. (En el caso de Madeleine, la policía designó un portavoz, pero después de haber sido mantenido al margen por sus compañeros, acabó dimitiendo). Hay otros inconvenientes - por ejemplo, Portugal no tiene bancos de datos de ADN o alerta nacional para niños desaparecidos.
Además, Praia da Luz no es el lugar ideal para una investigación criminal de esta envergadura. Gonçalo Amaral, que durante cinco meses fue detective jefe del caso, está a su vez involucrado en otra batalla legal. Está acusado de encubrir una paliza que dieron sus subordinados a una mujer portuguesa, que fue finalmente condenada por matar a su hija. Aquí no disponemos de perros entrenados en rastrear sangre humana o restos; después de desaparecer Madeleine, los lugareños utilizaron animales domésticos bajo la dirección de la policía que tenían perros rastreadores de drogas. "Permítame decirle, que sé mucho sobre perros policía, y no sé por qué la policía querría que alguien utilizara sus mascotas como apoyo", dice Robert Tucker, quien dirige una empresa de seguridad de Nueva York.
"Una de las cosas en la que los McCann ponían mucho empeño era un retrato forense del hombre que vio la testigo llevándose la niña vestida con un pijama rosa y blanco,” recuerda Justine McGuinness, primera portavoz de los McCann. En esos primeros meses vitales, sus súplicas quedaron sin respuesta. Además, los periódicos informaron que las sábanas de la cama de Madeleine, nunca fueron enviadas para ser analizadas.
Además, sobre el 15 de mayo la policía (con la ayuda de una periodista británica sospechosa del Sunday Mirror) creyeron haber encontrado a su hombre: Robert Murat, un inglés de 33 años, apacible, ligeramente regordete, con un desprendimiento de retina, que vive con su madre en una gran villa, con un jardín exuberante a tres minutos del resort. Fue declarado arguido -condición que mantiene hasta el día de hoy, junto con los McCann- lo llevaron a la comisaría donde lo interrogaron durante 19 horas, dicen sus familiares, sin comida y sin poder dormir.
Allí, supe por una buena fuente, que tres de los nueve Tapas estuvieron en una habitación con Murat, y cada uno de ellos lo identificó como el hombre que habían visto merodeando en el resort en las horas posteriores a la desaparición de Madeleine. Uno de los testigos, Fiona Payne, dijo a la policía que lo había visto detrás del apartamento de los McCann esa noche, y recordó su "ojo dañado". Otro, Russell O'Brien, afirmó que Murat le había dicho que hablaba portugués tan bien como el inglés, lo que es cierto. Los amigos de los McCann no eran los únicos en sus sospechas. A finales de diciembre se supo que otros tres testigos decían haber visto a Murat cerca del apartamento de los McCann la noche del secuestro.
Forma parte de la extraña dinámica de esta historia que cuando telefoneé a Sally Eveleigh, prima de Murat, que también vive en Praia da Luz, su primera observación es que no puede pronunciar ni una sílaba sobre Murat sin el O.K. de su agente de prensa británico, el ya famoso alborotador Max Clifford. Cuando queda garantizada su bendición, su segunda es: “Maravilloso, cariño, te veo pronto. Roberto no puede hablar contigo, porque es un arguido. Pero tendremos una pequeña fiesta ¿Verdad?
Cuando llegué a su enorme casa, cubierta por azulejos rosados y alfombras marroquíes, Rally me recibe ante un camino tortuoso azul salpicado con bonitas piedras. La fiesta incluye a Murat: que tiene una estatura de cinco pies y 10 inches (sobre 1,79 m) moreno, viste pantalón beige, no sirven té, vino y cigarrillos.
"Todo lo que puedo decir," dice Murat, "es que soy inocente. No estuve en el resort esa noche. Punto final. Estuve en la cocina de mi madre, hasta la una de la mañana. Sí, somos esa clase de familia que hace vida en la cocina. Pasé la noche en casa." Como arguido no puede revelar nada más. Pero me hace un resumen y hace hincapié sobre los puntos más importantes del caso. “Ese es el apartamento de donde desapareció Madeleine,” dice. “Esa es la casa de mi madre.” La policía revisó el lugar hace cuatro meses y no encontró nada.
”Ojalá no hubiese ido al Tapas Bar. Ojalá me hubiese quedado en el apartamento esa noche. Ojalá me hubiese quedado en la habitación cuando fue a ver a los niños durante cinco minutos más,” recuerda Gerry pensando en los días siguientes a la desaparición de la su hija. El mundo, dice, era “negro, quizás con algún pequeño atisbo de luz.” La empresa propietaria del resort envió a Alan Pike, un consejero psicológico británico, habló con la pareja todos los días durante dos semanas. Inicialmente, el consejero me dice que encontró a la pareja “catatónica”. Estaban seguros de que Madeleine estaba muerta.
Pero el consejero sabía que el pesimismo inhibe la voluntad. Además, añade, “aun necesitaban ser madre y padre de los gemelos.”
“Recordad las pruebas: todavía no hay nada aun que demuestre que Madeleine ha muerto,” le dijo Pike a los McCann. Añadió, es hora de controlar todo lo que podáis.
Gerry se sintió reforzado con este consejo. “No podemos llorar todos los días, porque eso no sirve de ayuda,” dice. “Así que después de tres días me recompuse –con más rapidez de lo que pudo Kate hacerlo.”
De hecho, Woolfall recuerda a Gerry diciendo poco después de su llegada, “Mi mayor temor es que esto se convierta en una historia de fin de semana: niña británica secuestrada de un resort en Portugal –una historia terrible! Y entonces ya está.” La inconstancia de la prensa, añade Woolfall, tenía a Gerry preocupado. Podrían “pasar a otra cosa” con tanta facilidad, le dijo Gerry. Gradualmente se fue divisando una estrategia: noticias, fotos, y destinos exóticos fueron entrelazados, atrayendo permanentemente la atención de la prensa, engatusándola en una larga, noche de vigila.
Hacia finales de mayo, se había organizado una audiencia con el Papa a través del despacho del Cardenal Cormac Murphy-O’Connor en Westminster. La pareja y un grupo de reporteros volaron directamente desde Praia da Luz a Pontiff en un Lear Jet que pertenece al millonario británico Sir Philip Green.
Otras celebridades fueron seleccionadas cuidadosamente y con ilusión se apeló a: J.K. Rowling, en parte, explica Gerry, porque la autora de Harry Potter había vivido en Portugal durante algún tiempo. A Cristiano Ronaldo, estrella del Manchester United, porque es portugués, y Gerry solía jugar al fútbol. Otra idea de Gerry, fue David Beckham, que, cuando desapareció Madeleine, vivía en España. Expertos en secuestro infantil habían informado a los McCann que seguramente Madeleine aun estaba en alguna parte de la Península Ibérica.
Se buscaba a la prensa constantemente. Los periodistas siguieron a los McCann en sus viajes a Washington (donde fueron recibidos por el Fiscal General Alberto Gonzales); a Marruecos, -solamente por si se habían llevado a Madeleine allí- donde se entrevistaron Charki Daris, director general de seguridad nacional; a Ámsterdam, lugar donde habían vivido los McCann. Si la red de comunicación necesitaba fotografías nuevas, se les comunicaba la hora exacta en la que los McCann podrían ir a la Iglesia en Praia da Luz.
Así que, al final esto resultó, no ser una historia de fin de semana. Con el paso del tiempo, Gerry explica que a pesar de que “te invade el dolor – es como una gran ola, casi siempre era capaz de controlarme.” La empresa que había contratado para la búsqueda lo mantuvo alejado de la depresión.
Sin embargo Kate no se mantenía a flote. De cuando en cuando, acudía a sus amigos y con melancolía casi les hacía una oración- “Espero que quienquiera que tenga a Madeleine la guarde del frío… le dé de comer… le dé calor.” Sin entender en un principio, explica su amiga, “de que clase de persona podía tratarse.”
Aunque la probable naturaleza del secuestrador le fue servido en bandeja de la Canela más explícita y horrible posible. Nunca habléis con la prensa de los gustos de Madeleine, les advirtió la policía británica, porque cualquier cosa que Madeleine pudiese desear –sus dibujos animados favoritos por ejemplo- podría ser utilizado como un arma en su contra por su secuestrador.
La madre de Madeleine también fue advertida de que no debía llorar en público. “Esta fue una de las cosas que se les dijo desde el principio,” revela McGuinness. “No demostréis ningún tipo de emoción, porque cualquier que se hubiese llevado a la niña podría enfadarse y pagarlo con ella. Quizás también el secuestrador podría encontrar algún tipo de estímulo en las lágrimas. Resulta atroz cuando te están diciendo que no puedes mostrar ningún tipo de emoción en público estando tu hija secuestrada!”
Algo atroz que, ha terminado resultando, peligroso para la pareja. La campaña de relaciones públicas se volvía contra ellos, considerada por muchos como una barbaridad y, dada la gravedad de la pérdida de los McCann, algunas veces incluso extraña. “Siempre quise conocer al Papa,” un lector británico envió un e-mail al periódico “The Residente”, “y ahora sé porque.” La policía portuguesa fue tomando nota del aparente estoicismo que Kate mostraba ante la prensa – un rostro sin lágrimas. También estaban sorprendidos de los aliados poderosos que habían acumulado los McCann.
“¿Cómo fueron capaces de orquestar la mayor campaña mediática nunca vista, desde el Papa a la Casa Blanca?” pregunta Paulo Reis, un periodista portugués independiente que escribe un blog sobre Madeleine, con una información considerable: parece tener contactos excelentes en las fuerzas de seguridad. “¿Porqué están defendiendo a los McCann con tanta vehemencia? ¿Quiénes son los McCann? Se pregunta.
Kate y Gerry McCann, ambos católicos, hijos de carpinteros y con estudios de medicina realizados en Escocia, pero ahí termina el parecido. Gerry, el más joven de cinco hijos, es con mucho el más ambicioso y seguro de la pareja, sabía, como explica su hermana Philomena, que era la mascota de la familia. "Como resultado, me dice su hermano John, creció siendo “muy sociable, siempre metido en clubs –de fútbol, de atletismo. Le gusta estar entre la gente. E igual que casi toda la familia, bastante competitivo.”
Kate Healy, una niña de Liverpool, hija única y profundamente religiosa, una vez confió a su cuñada, “Ha habida demasiadas ocasiones en la que me he sentido sola,” y eso evidentemente ha dejado huella. Cuando la conocieron en 1992 los bulliciosos McCann la encontraron, recuerda John, “reservada.” (Aunque esta timidez aparentemente no fue impenetrable. En la Universidad de Dundee, tal como descubrió recientemente el Mail on Sunday, el apodo de Kate era “Healy Labios Ardientes,” era conocida, de acuerdo con el anuario, de llevar a sus amigos por el mal camino “borracheras”. Recientemente cuando le preguntó una amiga sobre esto, Kate se quejó y dijo, “Dios mío. Espero que no encuentren el resto de esa parte de mi vida.”)
Al principio, Gerry no la impresión, negándose incluso a salir con él. En 1996, se trasladó a Nueva Zelanda para trabajar como anestesista en un hospital, cuando un apasionado Gerry la siguió su familia se dio cuenta de que la relación iba en serio. Se casaron en 1998 e inicialmente se establecieron en Glasgow.
Allí Kate cambió el rumbo de su carrera, abandonando la anestesiología por un horario estable y un, relativamente modesto, sueldo de un médico de cabecera. Para ser honesta, no creo que Kate sea ambiciosa,” dijo Philomena. “Su carrera no era tan importante como su deseo de tener una familia.”
Sin embargo tardó años en ver materializarse su deseo de tener una familia. Hubo dos intentos de fecundación in-vitro, culminándose con Madeleine: “Lo más cerca de un niño perfecto que puedas tener,” dice Gerry. Menos de dos años después otra fecundación dio lugar a los gemelos – nacidos tras un embarazo muy complicado, durante el cual, dice Philomena, Kate estuvo encamada durante meses y casi los pierde.
Para ser sincera, Kate continuo trabajando como médico solamente por razones económicas,” dijo Philomena. “Aunque acabó trabajando solo un día y medio a la semana, ese dinero representaba una gran diferencia para ellos. Gerry podía haberlos mantenido a todos, pero hubiese sido difícil, una carga para el.”
La prensa ha dado una imagen de la pareja de mayor abundancia de la que tienen. Se ha hecho mucho énfasis de su enorme casa neo-georgiana de $1.2 millones en Rothey, Leicestershir, a la que se mudó la pareja en 2006.
La gente podría pensar, Ohh, estos McCann ricos de la clase media, “dice John amargamente. “Pues, estos McCann ricos y de clase media han estudiado como burros durante años, se han sacrificado mucho y han pasado por muchas incomodidades para llegar a donde están. Para los católicos, tenemos una gran ética profesional protestante!” Sacude la cabeza cuando le preguntamos cómo solían irle las cosas a la pareja.
Les iba todo bien, una familia perfecta. Y como sabemos por grandes obras de la literatura, algunas veces interviene el destino para arruinar la perfección,” dice. Pero esa filosofía le traiciona cuando piensa en Madeleine. “Esta es nuestra pequeña niña. Mi sobrina. Su querida hija, por Dios santo!”
“Tan hermosa, asombrosamente brillante, tengo que decir muy carismática. Brillaría entre la multitud,” dice Jon Corner, amigo de la familia, sobre la niña. “Así que –que Dios me perdone- quizás ese es parte del problema. Es cualidad especial. Algún cabrón se dio cuanta de eso.
A medida que pasaban los meses, los McCann se desesperaban. Alí estaban, aun en Praia da Luz, sin ningún resultado. “Habíamos estado intentando persuadir a Kate de volver a casa,” recuerda la hermana de Gerry Trish. “Pero vivían con el temor de que si Madeleine aparecía en Portugal y no estaban allí, sería horrible.
Aunque reticentes, los McCann finalmente informaron a la prensa de la singularidad en el ojo derecho de Madeleine –una revelación arriesgada. Quien hubiese secuestrado a la niña ahora tenía en su poder una niña pequeña mundialmente reconocible.
Gerry lo entendió. Pero, dice, el iris “es el único rasgo distintivo de Madeleine. Por supuesto que pensamos en la posibilidad de que esto pudiera dañarla potencialmente o” –hace una mueca- “que su secuestrador pudiera hacerle algo al ojo… Pero en términos de marketing, era una buena estrategia.”
A los 100 días de su desaparición, sin embargo, el marketing de Madeleine se detuvo. El 11 de agosto, el portavoz de la policía, Olegario de Sousa, dio una entrevista a la BBC en la cual dijo que se había encontrado pistas “que podrían indicar que la niña estaba muerta.”
Los McCann se quedaron lívidos. Habían barajado esta posibilidad, pero sus temores se vieron parcialmente disipados en julio durante su viaje a Estados Unidos para ver al fiscal general. “Supimos en Washington que había muchos casos en que se encontraba a los niños dos años después” dice McGuinness. “Y algunos casos en los que se han encontrado niños después de cuatro años.” Eso, añadió, es lo que “mantiene a Kate en pie.”
Sin embargo la policía pensó que tenía una buena razón para sospechar que la niña estaba muerta. Les habían prestado un par de springer spaniels entrenados por la policía de South Yorkshire para detectar partículas de sangre tan diminutas que eran invisibles para el ojo humano. Los animales parecieron rastrear el olor a cadáver en los pantalones de Kate y en la llave del coche que había alquilado la pareja. (Amigos de los McCann dijeron que Kate como médico había estado cerca de cadáveres, pero como es médico de cabecera la prensa se burló de la explicación.)
Más que cualquier otra prueba, fue tan sorprendente la reacción de los perros británicos que llevaron a la policía a declarar a la pareja sospechosos oficiales. Los investigadores pensaron que tenían otras pruebas: posiblemente había ADN de Madeleine en el coche alquilado por los McCann 25 días después de la desaparición, pero como ese coche transportó en varias ocasiones cepillos y sandalias de la niña, pañales sucios de los gemelos, las pruebas no son totalmente concluyentes. Además, el especialista en ADN Nigel Hodge, que ha investigado más de 1.000 casos criminales, me dice que, en muy raras ocasiones, “es posible que dos hermanas tengan el mismo perfil genético.”
A mediados de septiembre, llevaron a Kate y Gerry por separado a una lúgubre comisaría de policía para ser interrogados –primero Kate, durante 11 horas, al día siguiente 7 más. El interrogatorio fue interminable, dice Trish, que estaba en la comisaría, en parte porque “no había interprete. Hubo un momento en que había seis personas ante Kate –policías y un abogado- y todos hablaban en portugués.”
Por último, añade, le dieron a Kate una larga lista de intérpretes, muchos de los cuales vivían a 200 millas de Lisboa, y se le dijo que tenía que elegir. “Kate estaba furiosa por esto también,” recuerda Trish.
Una y otra vez, me dice un miembro de la familia McCann, le enseñan a Kate la grabación de los perros. Fue la reacción de los animales al olor que había en interior del coche de los McCann lo que interesaba especialmente a las autoridades.
Pero la policía tenía algo más en mente, tal como informaron a Kate. Por lo que habían leído en su diario, claramente era una madre estresada. Sus hijos eran difíciles de dormir, ¿verdad? Necesitaban sedantes para dormir ¿tal vez? ¿Quizás así es como murió Madeleine? Va a confesar, preguntaron.
Entonces la policía pasó a un pasaje de una Biblia prestada que encontró en la casa de Kate: versos del segundo Libro de Samuel, Capitulo 12. La página que contenía el pasaje estaba arrugada. Los versos en cuestión versaban sobre la enfermedad y muerte del hijo del Rey David, una tragedia que ocurrió después de que David “rechazase al Sr. (Dios).” Obviamente esta página tenía un significado para ella, le dijo la policía.
Para complicarlo aun más, uno de los abogados de Kate, Carlos Pinto de Abreu, le reveló que si confesaba haber matado a su hija de forma accidental y dispuesto del cuerpo, las cosas serían más fácil. Su condena podría ser incluso de solo dos años.
© Traducción de Mercedes