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Patxi Andion
LA GENTE, que tiene por ser lo que es, la posibilidad de vivir varias vidas viviendo la propia, porque conoce la de los demás y las sigue, sabe muy bien de qué manera actúa la duda en el ser humano. Conoce bien la aparente levedad de su sombra y lo alargada que puede llegar a ser. La gente vivía antes las vidas de sus próximos y de las demás, le llegaban a modo de “vidas ejemplares” noticias, la mayor parte de ellas trasnochadas y muy posteriores a los acontecimientos que se relacionaban. Eran en suma, vidas históricas, pues apenas se podía estar al día del devenir de las de la propia familia y las de los del pueblo más cercanos. Eso hacía estar muy cerca de los demás y por ello, sus vidas se confundían de tal manera que, a veces, se confundían con la propia dejando una en la otra estela de las respectivas existencias, lo que venía a aumentar el grado de vida en común y el volumen de cosas vividas. Hoy, la gente tiene la posibilidad de vivir muchas vidas con las que no guarda relación alguna. Vidas de otros a las que tiene acceso por la procacidad de los medios de comunicación en meterse en las vidas ajenas para espectacularizarlas, llevarlas hasta la pantalla del televisor y hacer que un montonazo de seres ajenos se preocupe por la vida de los otros.
Hace tiempo que en la comunidad de las ciencias sociales se debaten las características de los denominados “programas del corazón” y que es lo que verdaderamente tienen para cautivar una audiencia tan extensa, fiel e interesada que logra vivir las cuitas de sus protagonistas con una cercanía e intensidad tal que duplican en el sofá las emociones representadas en la pantalla. Se han expuesto una gran cantidad de teorías, todas ellas válidas porque todas ellas se basan en alguna certeza sociológica. Puede, sin embargo que las respuestas estén más lejos y más profundamente ancladas en el carácter humano. Popularmente, a esa comunicación amarillista, sea prensa escrita, radio o tv, se le suele denominar programas de “Chismorreo” y es, como casi siempre, un acertadísimo ejemplo de inteligencia emocional que consigue nombrar de forma natural lo que piensa y sucede. El Chisme, o bulo, o radio macuto, o como lo quieran llamar. El concepto que sobrevuela la vida de una persona aportando un conocimiento no comprobado ni fiable, pero plausible, lo que termina instalando una duda y su correspondiente sombra sobre la citada vida. La duda es en realidad solo su sombra, pues no suele ser posible mantenerla a la luz, donde la realidad logra terminar imponiéndose y con ello, disipándola.
La sombra de una duda es una marca indeleble que persigue de manera inclemente a quien pone a su umbría. Puede torturarle hasta la desesperación y/o la muerte y puede que ni siquiera esta, su muerte, logre disipar la sombra, de forma que incluso pasados años y años de ella, la sombra de la duda planee sobre su vida sin que pueda librarse de ella.
En estos día asistimos a una ceremonia mediática y policial alrededor de un padre separado que denuncia haber perdido a sus dos hijos pequeños y que por de pronto ha sido detenido por la policía. Además, los McCann, los padres de la niña Madeleine, desaparecida en una playa de Portugal hace cuatro años ya, presentan un libro o diario de la madre y lo hacen sin haber logrado salir de la sombra de la duda, la que puede que les persiga hasta después de su muerte. Mientras, otra gente convive con las suyas, las que no puede o no quiere, a veces, solventar aunque no por ello eludir. La alargada sombra de la duda.
Millones de miradas interiores se abren en los ojos cerrados. Octubre
Nota biográfica de Patxi Andion
Nota biográfica de Patxi Andion