Fantástico artículo del periodista y escritor, Len Port
Un artículo de 2014 que sigue siendo aplicable a día de hoy...
Un "vergonzoso" episodio de pruebas distorsionadas
Los avistamientos de dos de los “nuevos testigos” recientemente anunciados por los McCann han sido investigados por la Policía Judiciaria (PJ), sospechosos identificados y eliminados...
La verdadera historia de Madeleine McCann
Cuatro vídeos realizados por Richplanet TV. Si quieres conocer la versión "no oficial" de esta historia... No puedes perdértelos
The Cracked Mirror
Más allá de la caja negra - Cuentos de policía - Día crucial - 4 de mayo, la actuación de su vida -Cuatro entradas con un amplio resumen del Caso Madeleine McCann desde su comienzo
Dos artículos de Chris Friend - Reportero de investigación americano
"Cuatro años después de la desaparición de una niña británica, hay más preguntas que respuestas"
Unos cuantos datos que vale la pena recordar
Excelente artículo publicado por Paulo Reis destancdo algunos detalles que vale la pena recordar sobre el Caso Madeleine McCann
Enfants Kidnappés
Blog ya desaparicido pero permanece la traducción. Un artículo que vale la pena recordar.
Artículo de obligada lectura
Reflexiones sobre temas de actualidad en Portugal por el periodista y escritor Len Port
Los McCann pierden la batalla judicial contra Gonçalo Amaral (2017)
Se enfrentan ahora al pago de las costas judiciales
22 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann – “Los McCann están mintiendo”
21 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann: La presunción de inocencia
El Blog de Charon QC
He recibido hoy esta nota de utilidad - y tengo permiso para publicarla íntegramente:
"Las observaciones de Charon en el caso McCann son bastante acertadas en cuanto a que debe prevalecer la presunción de inocencia, pero también debería prevalecer la presunción del sentido común.
El sistema de justicia penal portugués está sufriendo de una resaca de los tiempos de la dictadura. El proceso de investigación está sometido al secreto, pero sigue siendo justo y los sospechosos siguen siendo inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad. Una de las cosas que la gente debe tener en cuenta es que aquí en el Reino Unido, los padres de Madeleine McCann habrían sido sospechosos desde el primer día de la investigación y se habría generado el mismo frenesí mediático.
La base de datos CATCHEM utilizada por la policía en las investigaciones de niños desaparecidos indica que el 80% de los niños desaparecidos han sido asesinados ya sea por los padres o parientes cercanos, y que el robo de niños por pedófilos errantes es muy raro.
Los medios de comunicación han publicitado que la idea de que nombrar a los padres “arguido” es algo terriblemente injusto y que la policía portuguesa de alguna manera es corrupta o incompetente. Se trata de una formalidad en el sistema de justicia penal portugués y permite plantear preguntas que no son permitidas antes de la declaración formal de sospechoso. En lo fundamental no es diferente a la “Policía Penal y Ley de pruebas” o de la advertencia “Miranda”. Aunque ¿por qué arruinar una buena historia contándonosla como es?
Nosotros no asignamos oficialmente el estatus de sospechoso en nuestro sistema de justicia penal, pero sin embargo tratamos a todos los testigos de alguna manera como "sospechosos" y la última persona en ver con vida a la víctima suele ser incluido en la lista de sospechosos.
Doy clases de investigación criminal y estoy muy familiarizado con el proceso de recopilación de pruebas en el Reino Unido, EE.UU. y Europa. Son diferentes en estilo pero es bastante estúpido pensar que el Reino Unido es de algún modo un sistema más sensible.
Es evidente que ha habido un fiasco en la filtración del detalle las presuntas pruebas de ADN a la prensa y esto ha perjudicado a la familia innecesariamente. Sin embargo nuestros medios de comunicación son los culpables, ya que tienen fácil acceso a las personas que podrían haberles aclarado el significado (o falta de el) de todo esto desde el principio.
¡No confíes en nadie dijo un policía solitario!"
Recuerdos
Barry Turner
Profesor de Investigación Criminal
Departamento Forense y Ciencia Biomédica
Universidad de Lincoln
***
Gracias por escribir Barry. Estoy encantado de estar en condiciones de declarar lo siguiente: Barry Turner ha escrito las secciones de comparativas de pruebas forenses criminales de la Enciclopedia Wiley que abarca la mayoría de las jurisdicciones europeas
Traducción de Mercedes
18 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann: La ex portavoz de los McCann da una conferencia
The TimesOnline
Por lo tanto, la gurú de asuntos públicos debía saber que cuando se presentó ante la sala de conferencias durante el debate sobre inmigración para solicitar controles más estrictos en las fronteras "para impedir que los niños pudieran ser sacados fuera de Europa", la gente inevitablemente establecería un vínculo con su antiguo cargo. "Hazlo por nuestros hijos", gritó ella, a una audiencia desconcertada.
Oficialmente le dice a aquellos que le preguntan que no está hablando sobre el caso. Pero en los bares, ya por la noche, se han conocido algunos detalles. Ha dejado caer varias insinuaciones de que no disfrutó de la estrecha relación con Gerry McCann y también que nunca fue su propósito tener un papel visible como portavoz.
La Sra. McGuinness, quien busca un escaño Demócrata Liberal seguro, dice que la enviaron a Portugal para intentar cambiar la ley de privacidad que los McCann consideraban estaba dificultando la búsqueda de su hija. Dice que intentó manejar a los medios “como en una campaña electoral” ofreciendo a los medios información regularmente, pero esto molestó a algunos medios de comunicación que querían obtener una primicia antes que sus rivales.
Posted by Sam Coates on September 18, 2007 at 12:31
Traducción de Mercedes
15 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann - Perfil Mark Williams-Thomas
Mark dirige ahora una consultoría especializada en la protección a la infancia y gestión de riesgo para las autoridades locales, cuerpos de gobierno deportivos y organizaciones de escuelas independientes y comerciales.
Mark habla extensamente sobre la gestión del riesgo y delincuentes peligrosos, así como de los procedimientos de gestión de disciplina.
Mark también tiene un alto perfil en los medios, es asesor de la policía en casi todos los actuales programas de la policía incluidos “Walking the Dead” e “Inspector Lyndley Mysteries”. También es un contribuyente asiduo en la televisión y radio, sobre grandes delitos. Mark también está completando un máster en criminología.
Traducción de Mercedes
Caso Madeleine-Mark Williams-Thomas, director de una empresa de RP, confirma que tiene relaciones de negocios con la familia McCann y después lo niega
Remitimos un e-mail a WT Associates y preguntamos si la empresa “tiene o ha tenido algún contrato con el Sr. Gerry McCann, o con algún familiar del Sr. Gerry McCann, o con alguna empresa de Relaciones Públicas o Medio de comunicación que tenga alguna relación con el Sr. Gerry McCann o algún familiar del Sr. Gerry McCann.” La primera respuesta fue corta y clara: “Si lo tenemos. ¿Qué es lo que busca?, fue la respuesta, a través de un e-mail de la compañía, sin nombre o identificación del autor, pero enviado desde una Blueberry.
Cuando le preguntamos que nos confirmase dos datos que ya teníamos –el contrato era para llevar adelante el manejo de los medios y asesoramiento en casos de alto perfil, desde mediados de mayo- la siguiente respuesta fue contraria a la primera: “No estamos ofreciendo ningún apoyo mediático a la familia McCann. Pero he estado en contacto con los asesores de prensa de la familia. ¿No estoy seguro de lo que está buscando?”
Un tercer intento para clarificar las cosas consiguió una respuesta que parecía más acorde: “Llámeme. 07734 4XXXXX”, siempre sin identificarse la persona que enviaba los e-mails o “pedía” que se le llamara por teléfono. Enviamos un mensaje de texto, con nuestros contactos y estamos esperando que quienquiera que enviara los e-mails, desde WT Associates, nos llamara. También remitimos un e-mail a Sky News, preguntando si eran conscientes de la naturaleza de los negocios del Sr. Mark Williams-Thomas, ya que lo habían invitado a dar una opinión abierta sobre el caso Madeleine McCann, presentándolo como un “experto en protección infantil” o “experto en crímenes”
Perfil de Mark Williams-Thomas
Su experiencia incluye en particular la gestión del riesgo y evaluación de delincuentes –más recientemente ha sido visto proporcionando comentarios en Sky News desde Portugal sobre la desaparición de Madeleine McCann- y posee ahora su propia Consultoría de Protección a la infancia y Gestión de Riesgos – WT Associates Ltd. Antes de crear WT Associates en 2005, Mark era un Detective de la policía especializado en grandes delitos. Trabajó o estuvo al frente de algunas de las mayores investigaciones sobre pedofilia y asesinatos del país, siendo también uno de los únicos 10 oficiales especialistas de Enlace a Familias durante su permanencia en la policía. Mark también está completando un Máster en Criminología en la Universidad Central de Inglaterra
Duarte Levy, en Rothley y Paulo Reis, en Málaga
ACTUALIZACIÓN: El 18 de septiembre, a las 13h13, el Sr. Mark Williams-Thomas me envió un e-mail, con la siguiente afirmación:
“No hay conflicto de intereses. WT Associates no tienes relaciones de negocio con la familia McCann y Mark Williams-Thomas ofrece sus comentarios de forma completamente personal sin ninguna parcialidad.”
Publicado por Paulo Reis
Traducción de Mercedes
13 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann - La cuidada puesta en escena de los McCann
El País
MIGUEL MORA / W. OPPENHEIMER - Lisboa / Londres - 13/09/2007
El caso Madeleine está abriendo una fractura entre dos aliados históricos: Reino Unido y Portugal. Donde unos ven torpeza policial, los otros ven insoportables presiones mediáticas y un papel poco claro del Gobierno británico.
Aunque Londres ha dejado claro que no tiene intenciones de interferir en la investigación policial, la opinión pública portuguesa cree que el imbatible equipo formado por el Gobierno de su majestad y los medios británicos intervino desde el primer minuto. Uno de los detonantes de esa sospecha es el papel de un funcionario llamado Clarence Mitchell, destacado por el Foreign Office a finales de mayo a Praia da Luz para asesorar a los McCann.
Clarence Mitchell es director del Media Monitoring Unit, un departamento poco conocido pero que hace un trabajo de extraordinario valor para el Gobierno Británico: rastrea los medios de todo el mundo para recolectar todas las informaciones que puedan ser de interés para el Gobierno. Incluso se está planteando rastrear los blogs más en boga, para detectar nuevas tendencias.
Cuando Mitchell llegó al Algarve a finales de mayo, el caso Madeleine ya se había convertido en una feria. El espectáculo alimentado por los padres para facilitar la búsqueda de la pequeña Maddie empezaba a fraguar en medio planeta. Con él, se elevó aun más el tono católico de la misión (Fátima, Vaticano) y el listón de la campaña de prensa, propaganda y solidaridad alcanzó niveles globales. La pareja recorrió Europa, saltó a Marruecos, voló hasta Madrid para pedir ayuda al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Gerry se entrevistó con el fiscal general de Estados Unidos, González, ya dimitido. Cargando fotos, peluches y ropas de la niña, la pareja fue bendecida por el Papa Benedicto XVI. Celebridades como J.K. Rowling, José Mourinho o David Beckham hicieron apelaciones y donativos que ayudaron a la familia a recaudar 1,4 millones de euros.
Muchos portugueses creen ahora, a la luz de las sospechas reunidas por la policía contra los McCann, que todo aquello no era más que una gigantesca cortina de humo auspiciada por los padres, dos médicos con contactos y credibilidad, respetados y con buena situación social, que se agigantó por la voracidad de los medios y por la influencia del Gobierno Británico hasta un punto sin retorno.
La impresión en Portugal es que el clima mundial de opinión generado por esa campaña político-mediática impidió a la policía investigar con calma y neutralidad. Primero, porque la ola de afecto desatada por la desaparición de Madeleine convirtió a los McCann en un símbolo intachable del sufrimiento y la angustia. Segundo, porque la exposición pública de los padres generó un goteo incesante de pistas falsas.
Los medios británicos formaron una piña con la pareja de médicos nada más producirse la desaparición. Tres días después de la denuncia, el circo estaba ya instalado junto al Ocean Club. Este diario visitó esa semana Praia da Luz; había 33 periodistas de Sky News y 18 de la BBC. Sky había tenido acceso a la noticia del secuestro antes que la policía portuguesa, según confirma una fuente policial: "Alguien del círculo de los McCann telefoneó desde el Ocean Club la noche del crimen a la delegada de Sky News en el Algarve. La llamada se produjo a las 22.11 horas. Nosotros recibimos el aviso de la desaparición media hora después, a las 22.40".
Un poco antes, a las 22.00, una vecina que luego testificó ante la policía se ofreció a llamar a la Guardia Nacional al saber que la niña no estaba. "Kate, la madre de Madeleine, le dijo que no hacía falta, que ya habían llamado ellos", dice la policía.
Esa mentira inicial, y otros testimonios contradictorios en las declaraciones de los padres y amigos que cenaron juntos aquella noche en el restaurante Tapas llamaron la atención de la policía desde el primer día. "Una historia mal contada", tituló el Diário de Noticias del día 5, cuando Maddie apenas era una más entre los miles de niños que desaparecen cada año en el mundo.
"Había muchas cosas raras", recapitula un agente. "La madre dijo a la vecina que ya nos habían llamado y no era verdad, afirmó que alguien había entrado desde fuera pero la contraventana estaba forzada desde dentro, dijeron que cada media hora iban a controlar a los niños pero los empleados del restaurante lo negaron". Para la policía, lo más sorprendente fue que la primera preocupación de los padres alertara a la prensa antes que a la propia policía. También les llamó la atención que Kate pidiera a la recepción del Ocean Club el teléfono del cura del pueblo.
Con las cámaras británicas por testigos, los McCann y sus amigos, gente del norte en un pueblo sureño, cercano a África, empezaron a criticar los métodos de la policía: que tardaran en llegar al apartamento casi una hora y que destruyeran pruebas al tomar todas las huellas con un mismo par de guantes. La policía del Algarve, un lugar muy seguro al que cada año llegan cientos de miles de turistas británicos, sabía lo que le esperaba: una víctima inglesa, sospechosos ingleses, tabloides ingleses... "Con eso siempre contamos", dice socarrón un mando regional.
Los agentes optaron por aguantar el chaparrón. No había otra, aunque sabían que algo olía muy mal en el entorno de los padres de la niña y que la estadística no suele engañar: los secuestros de niños en edificios ocupados son prácticamente inexistentes.
Junto a la tropa de periodistas, llegaron a Praia de Luz el embajador británico en Lisboa, John Buck; Shree Dodd, la primera asesora de comunicación enviada por el Foreign Office, que sería sustituida semanas después por Mitchell, y varios agentes de Scotland Yard. Buck pidió confianza en la policía. Dodd empezó a extender la consigna oficial del secuestro por el mundo. Mitchell aceleró la máquina. Surgieron los eslóganes (encuentren a Madeleine, devuélvannos a Madeleine, sabemos que está viva, no dejaremos una piedra sin levantar...), se mejoró la página web, empezaron los viajes de la fe. La fría desolación de Kate, su belleza robada por la desgracia, su extrema delgadez, empezaban a forjar la imagen de una nueva Lady Di.
Durante dos meses, la policía se vio forzada a investigar cientos de bulos. Supuestos avistamientos llegaban de todas partes. Chipre, Malta, Holanda, Grecia, Buenos Aires, Bélgica... Un día del final de mayo hubo más de 200 denuncias. Una de las más fiables pareció una ciudadana noruega que dijo haber visto a Maddie con un hombre de aspecto árabe en una gasolinera de Marrakech. Olvidó mencionar un detalle; su marido era de Leicestershire, el condado donde viven los McCann.
Poco a poco, la tensión fue bajando, el caso languideció. Los McCann habían convencido al mundo. Fue un rapto, y ya no parecía haber esperanza. Tras declarar sospechoso formal e investigar sin éxito a Robert Murat, un vecino angloportugués de Praia da Luz que trabajó como traductor para la propia policía, empezó a cobrar forma la hipótesis de la muerte de la pequeña. Scotland Yard sugirió enviar a dos perros (Eddie, de siete años, Keela de tres) especializados en detectar restos de sangre y olor a cadáver. Los spaniel, que han ayudado a resolver más de 200 crímenes en Gran Bretaña y Estados Unidos, encontraron ambas cosas: en el apartamento y en el coche alquilado por los McCann. Conclusión policial: en la casa sucedió un accidente o quizá un incidente, Madeleine murió, los padres y amigos decidieron esconder el cadáver y fingir un rapto, organizaron su coartada, engordó tanto la cortina de humo que ya no les fue posible volver atrás.
"Probablemente se asustaron, pensaron que nadie iba a entender que siendo médicos se les hubiera muerto la niña, no supieron cómo explicar que se habían ido de copas durante tres horas dejando a los niños solos", dice una fuente policial. "Además, tenían una reputación que defender".
¿Quién de ellos la tenía? Gerry McCann, el cardiólogo de la mirada de hielo, tenía una. "Nos dimos cuenta enseguida de que tenía amigos poderosos, al parecer aspiraba a un puesto importante en el ministerio de Sanidad, esperaba hacer carrera política... Eso debió pesar en su decisión", reflexiona una fuente policial.
Los ministros de Exteriores e Interior británicos han reiterado que no se trata de un caso político. El primer ministro portugués afirmó lo mismo anteayer a este diario. El caso es que algunos ciudadanos han empezado a enviar cartas y correos electrónicos a sus parlamentarios y a Downing Street para protestar por la estrecha vinculación entre Mitchell y los McCann. Los lectores del periódico electrónico Mirror.co.uk., están indignados. El sábado, un internauta escribió estas líneas: "Los McCann volverán al Reino Unido. La prensa les apoyará hasta la náusea. Las voces disidentes podrían ser ignoradas en las páginas de cartas de los periódicos y en los comentarios a sus ediciones electrónicas (lo que ya ha pasado). El público desinformado apoyará su lucha contra la policía portuguesa y los medios difamadores. Finalmente, el Gobierno ejercerá presión contra el Gobierno portugués para dejar caer el caso si no tienen pruebas concluyentes al 100% [...] Lo que puede ser fácil en este caso".
A día de hoy, Maddie sigue desaparecida. La hemos conocido, hemos visto sus fotos, su sonrisa, sus vídeos, su iris rectangular. La recordaremos mucho tiempo. ¿Conoceremos algún día la verdad? ¿Aparecerá para decir la última palabra?
"El Gobierno británico es un observador neutral"
W. O / M.M. - Londres / Lisboa - 13/09/2007
Clarence Mitchell, que está ya de vuelta en Londres, sabía el sábado que los McCann iban a volver a casa al día siguiente. Según la agencia Associated Press, Mitchell aconsejó a los McCann que se marcharan tras ser declarados sospechosos. Él lo niega: "No es cierto. Ellos habían decidido que preferían volver y así se lo hicieron saber a la policía judicial", declaró ayer Mitchell a este diario.
Él no ve problemas en su papel de asesor de los McCann. "Es normal que un ciudadano británico con problemas en el extranjero reciba asistencia consular; cuando la familia contrató a un representante privado, el Gobierno decidió que ya no tenía sentido seguir gastando el dinero de los contribuyentes", dice.
"Ahora ya no tengo ningún papel oficial con ellos", aclara Mitchell, que llevó a la pareja ante el entonces viceprimer ministro, John Prescott, y el actual primer ministro, Gordon Brown, escocés al igual que Gerry McCann. Al despedirse, subraya: "No trabajo para ellos; el Gobierno británico es un observador neutral de la situación".
7 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann - Psicólogo cree en los padres saben lo que ocurrió
Welt Online
El psicólogo forense Dr. Christian Ludke dirige una empresa en Essen de apoyo a las víctimas después de ataques, secuestros, accidentes o desastres. Habló con Welt Online, sobre los posibles motivos de la pareja McCann en el dramático caso del secuestro de Madeleine.
Ludke: Durante los últimos años he estado en contacto frecuentemente con padres que han perdido a sus hijos por un crimen. Se encuentran en shock, se sentían impotentes, inseguros, manteniéndose al margen. Tienen una lucha interior, se culpabilizan de posiblemente no haber cuidado adecuadamente a su hijos.
¿Fue diferente con los McCann?
Lo viven de forma totalmente diferente, muchas veces de forma armónica. A los pocos días salieron a correr, como si eso fuese algo normal, siempre están juntos. Estos padres se encargaron de todo ellos mismos en lugar de dejárselo a la policía. Se alejaron de sus otros dos hijos marchándose a un tour europeo, ese para mi resulta muy extraño.
¿Quizás fue un accidente?
No. En ese caso, después del shock inicial hubiese confiado en la policía. Ambos padres son médicos, en caso de un accidente hubiesen intentado conseguir ayuda. Es aun más irrealista que de entre todas las personas dos médicos dejen a 3 niños solos en un entorno extraño, incluso más que lo hicieran por la noche. Tengo muchos pacientes que son médicos. Como profesional ellos saben todo lo que le puede ocurrir a los niños, así que como padres son sobre protectores.
¿Cuál pudo ser el motivo de que hicieran desaparecer a su propia hija?
Hay padres que tiene poco o ningún vínculo emocional con un hijo. Muchas veces un hijo es considerado como una carga, que es tratado de un modo brutal o perverso. El más conocido es el Síndrome de Munchausen: La madre daña al hijo hasta que está casi muerto y entonces llama a la policía porque ella misma tiene un gran deseo de recibir atención.
¿Cree posible que los padres de Madeleine hayan matado y escondido a Madeleine juntos?
Creo que ambos padres saben lo que pasó.
¿Quiere decir, que los McCann planearon la muerte de su hija?
Sí, es posible que hubieran planeado esto hace mucho tiempo, por lo menos lo debieron tener en mente muchas veces y debieron hablar sobre ello juntos. De otro modo ahora se estarían contradiciendo.
Cuando los padres son culpables de matar a su hijo, ¿borran este hecho de sus mentes?
No es probable. Ambos son muy conscientes, conceden entrevistas, viaja. Es más fácil para ellos mentir que decir la verdad.
Uno puede descartar una psicosis. Muchas cosas apuntan hacia un desorden mental. Los niños de los McCann fueron concebidos de forma artificial, que puede conducir a problemas con la paternidad/maternidad. Quizás una falta de autoestima de la que no se habla con frecuencia. Quizás la niña tenía que morir debido a un problema que habría estado presente durante mucho años.
Pero los McCann parecen unos padres perfectos y cariñosos.
Esa imagen pública puede ser debido a un mecanismo de culpabilidad mientras hacían una campaña mediática y para distraer la atención del problema real.
¿Por qué no regresan al Reino Unido?
Eso también habla en su contra, cuando alguien pierde a un hijo lo que quieren es estar entre sus seres queridos y en un entorno seguro. Al permanecer en ese resort, donde ocurrió algo terrible, lo peor que puede pasarle a unos padres, que es perder a un hijo, eso apunta hacia un instinto de supervivencia, mientras estás allí deben surgir imágenes de lo que ocurrió. Que los McCann no regresen a casa, donde podrían tener recuerdos de los momentos felices con sus hijos puede ser una vía de escape, para no estar conectados con los que hicieron.
El mundo cree que es imposible que esos padre sean culpables.
Los medios probablemente estén tomados por los McCann. Empezaron a pensar en ellos mismos en vez de en la niña muy pronto. Los padres fueron tratados como los Beckham. En su diario en Internet el padre escribe casi a diario sobre eso y sobre cosas irrelevantes/banales, la camisa que llevaba puesta, el tiempo que hace. Eso no es un padre preocupado. Estadísticamente el 70 por ciento de la violencia contra niños es causada por los padres, miembros de la familia o amigos. Eso desafortunadamente no se ha tenido en cuenta. La policía portuguesa fue tratada de forma muy injusta cuando intentaba apuntar en esa dirección.
Traducción de Mercedes
4 de septiembre de 2007
Caso Madeleine McCann - Un consejo para Penny Wark, corresponsal del The Times en Portugal
Publicado en The Times
September 4, 2007
Madeleine: un hecho, muchas mentiras, pena sin fin
Hace ahora 124 días desde que Madeleine McCann desapareció. Nuestro corresponsal narra una historia que se convirtió en total, morbosa y muchas veces inventada – y escucha cómo los McCann aprendieron a pensar positivamente después de imaginar los más trágicos escenarios y sufrir una pena incontrolable
Y este es mi consejo (las citas de la historia del “The Times” están en negrilla, mis consejos en letra normal):
(...)
Como todo el mundo sabe en la actualidad, la razón de que sepamos tan poco sobre la desaparición de Madeleine es porque fue secuestrada en Portugal, donde una ley de secreto de sumario, prohíbe a la policía facilitar información sobre una investigación criminal a la opinión pública. Si Madeleine hubiese desaparecido en Reino Unido o los Estados Unidos, esto no hubiera pasado.
Bien. Pero tú sabes que estas condenadas leyes de secreto también existen en muchos otros países Europeos, concretamente aquellos países que al contrario de los países del otro lado del Canal de la Mancha como Suecia, Países Bajos, Francia, España y Grecia. Yo diría que las “leyes de secreto sumarial”, como escribió usted, existen en unos 24 de los 25 países de la Unión Europea. Ahora bien, quizás usted podría ayudarme con algo que me ha desconcertado, desde el comienzo de este caso: en Reino Unido, no hay leyes de secreto, ¿bien? Los periodistas son informados siempre que la policía británica tiene un nuevo sospechoso en una investigación criminal, ¿no? Testigos y víctimas de un delito pueden contarles a los periodistas todos los detalles sobre lo que ocurrió ¿no? Así que, ¿cómo consigue la policía británica sacar adelante una investigación sin, por ejemplo, que se escape el sospechoso, tan pronto como sus nombres son publicados en los periódicos? Una pregunta más sobre este tema: ¿por qué no fue esta política de apertura aplicada en el caso de los asesinatos en The Soham? Yo lo vi, todos los días, en Sky News (cada 15 minutos...) y en la BBC y nunca oí ningún detalle concreto sobre la investigación...
No sabemos exactamente cuándo se denunció la desaparición de Madeleine, y me han dicho que ninguna de las cronologías publicadas en relación al 3 de mayo son correctas.
¿Y cuándo Gerry y Kate McCann dicen que descubrieron que Madeleine había desaparecido sobre las 22h00, el 3 de mayo, no es esto incorrecto también?
También he sabido que el sistema de respuesta portugués es lento y pesado (...) Por supuesto el hecho de que los McCann pidieran información del público, no apoyada por los datos de un secuestro, ya ha sido afectado por el lento inicio de la investigación.
¿De verdad? Algunos turistas británicos y el Sr. John Hill, gerente del Ocean Resort ofreció una perspectiva diferente (y ellos estaban allí aquella noche...). Solo unas cuantas frases, extraídas de varios periódicos británicos:
- “(...) El gerente del resort, John Hill dijo que unos 60 miembros del personal y huéspedes del complejo habían estado buscando hasta las 4h30 mientras las policía local notificaba el suceso a la policía fronteriza, policía española y aeropuertos.” – The Telegraph, 5 de mayo de 2007;
- “(...) Ayer la policía portuguesa precintó el bloque de tres pisos y especialistas forenses tomaron huellas en la ventana de la planta baja del apartamento de los McCann. Todos los aeropuertos, puertos y puestos fronterizos han sido alertados. Pero a pesar de la masiva búsqueda a lo largo de la noche realizada por la policía, perros pisteros y docenas de turistas, no hay rastro de Madeleine (...) – This is London, 4 de mayo de 2007;
- (...) Los McCann rastrearon las calles superiores del resort, gritando por ella en la oscuridad. La policía notificó el suceso a la policía fronteriza, policía española y aeropuertos y utilizó perros pisteros (...) ayer hubo información contradictoria sobre cómo de efectiva había sido la operación policial portuguesa.” – The Independent, 5 de mayo de 2007;
- “(...) Un amigo de la familia, Jill Renwick, dijo a GMTV que la actividad de la policía se detuvo a las 3h00. Pero el Sr. Hill dice que esto no es verdad y que la policía había estado buscando con perros durante toda la noche, continuando la búsqueda hoy. Dijo: “La policía tiene allí a sus perros y han estado realizando batidas en la playa y zonas rocosas muy cerca del pueblo. Hay un investigador criminal aquí al frente de la situación y unos 20 oficiales.” – The Independent, 5 de mayo de 2007;
- “Había un investigador criminal y sobre 20 oficiales aquí pero desgraciadamente aun no hay información. Si yo estuviera en la situación de los McCann, Estaría frustrado como un demonio. Si hubiera 100 policías aquí querría más (...)” – The Mirror, 5 de mayo de 2007;
- (...) Los oficiales precintaron el bloque de cinco pisos con cinta de la policía y tomó la huellas de la persiana y ventana de la habitación de Madeleine. También fue precintado un patio trasero del bloque, que se cree es anexo al apartamento de dos habitaciones ocupado por la familia. – The Mirror, 5 de mayo de 2007.
- “(...) Por la tarde la búsqueda de Maddy se había intensificado con un equipo de helicópteros, bomberos y equipos de búsqueda marítima. Un equipo especial de investigación criminal de la Policía Judiciaria estaba desplazándose desde Lisboa. La presentadora del tiempo de Sky News, Jo Wheele, dijo que la policía local había entregado mapas y explicado a la gente dónde debía buscar. Ella dijo: “Está todo muy bien organizado.” – The Mirror, 5 de mayo de 2007;
La llamada de los McCann a la policía fue recibida en Portimão, a 30 minutos en coche de distancia, y cuyo procedimiento en estos casos es que se desplace un policía local al escenario para averiguar si se ha cometido un delito y si debe pedir ayuda.
A mí me dieron una información diferente. Los primeros oficiales de policía en llegar a la escena del crimen eran de la Guardia Nacional Republicana (GNR) yo llamé al Teniente Coronel Costa Cabral, director de Relaciones Pública de la GNR, en Lisboa (número de teléfono, dirección de e-mail aquí). Me dijo que la primera llamada a la GNR radicada en Lagos fue recibida a las 22h50 del 3 de mayo, y solo después de que los oficiales de policía fueron allí y evaluaron la situación, fue llamado el CID de Portimão.
Los oficiales de policía condujeron hasta el apartamento 5A del Ocean Club donde se alojaban los McCann, después dirigieron el caso a la Policía Judiciaria de Portimão.
Bien. Dos policías de GNR fueron al Ocean Club (un recorrido de unos 10/15 minutos, de Lagos), evaluaron la situación y entonces llamaron al CID de Portimão, a 25 Km. de Praia da Luz. Reunieron un equipo y estaban en la escena del crimen entre las 23h40 y las 23h50 del 3 de mayo.
Se perdió un tiempo precioso inmediatamente después de la desaparición de Madeleine – cuando era imperativo que la investigación se hubiese iniciado.
Sin duda. Creo que se perdió un tiempo vital entre el momento en que Kate McCann se dio cuenta que su hija había desaparecido, sobre las 22h00 y el momento en que se recibe la primera llamada en el recinto de la policía, de Lago: 50 minutos, tiempo suficiente para un coche llegar desde Praia da Luz, a través de la autopista A22, cerca de la frontera española (una frontera que no existe, porque desde el Acuerdo de Shengen fue firmado, los países miembros no tienen puestos fronterizos y no pueden cortar el paso por la frontero sin pedir, con anterioridad, permiso para hacerlo, a las autoridades de Shengen). Lo que no tengo claro, aun, es quién es responsable de eso.
Añade a eso que el estatus de los padres como médicos, personas que salvan vidas, aunque dejan a sus hijos, Madeleine y sus hermanos gemelos, sin la supervisión de un adulto en un apartamento mientras ellos cenaban en el Tapas bar a una distancia caminando de unos 52 segundos y la gente estará simultáneamente llena de simpatía y enganchada.
¿A 52 segundos e distancia? Interesante modo de enfocar este tema. ¿Pero creo que tienes que caminar rápido, no? Hice parte del camino (en la calle posterior a la edificación donde se encuentra el apartamento 5A) y estoy casi seguro que me llevó más que eso. De todos modos, ya que estoy cerca de Praia da Luz, iré allí otra vez, hoy, a la hora de comer, y haré el camino otra vez.
“Es un resort, bastante seguro”, dice Gerry cuando nos reunimos en un apartamento alquilado. “La distancia del apartamento al restaurante es de 50 yardas. Cenamos en el exterior y se puede ver la terraza del apartamento. Es difícil porque si estás (en casa) cortando la hierba en el jardín trasero con un cortacésped, y eso me lleva una media hora, los niños están arriba en el dormitorio, ni siquiera pestañearías. Eso es algo similar a cómo nos sentíamos. Desafortunadamente estábamos, equivocados. Lo ha tambaleado todo.”
¿”50 yardas”? ¿“Cenamos en un espacio abierto y puedes ver la terraza del apartamento”? Bien, eche un vistazo a estas fotografías. 50 yardas es menos que 50 metros, ¿no?
Esta es la primera vez que los McCann han confirmado que el apartamento fue forzado. Esta información no compromete la seguridad de Madeleine, y descarta una de las numerosas teorías que la policía ha estado explorando, que Madeleine se marchó por su propio pie. No hay lógica en ocultárselo al público.
Las personas al frente del Mark Warner, la compañía británica que regenta el Ocean club parece tener una opinión diferente, y cito:
- “(...) Mark Warner, la empresa turística que dirige el complejo de lujo, afirmó anoche que no ha signos de fuerza en el apartamento de la planta baja con vistas al mar.” – Guardian Online, 5 de mayo de 2007;
- “(...) el apartamento donde la familia (McCann) se alojaba está rodeado de otros apartamento, todos los cuales tienen cerraduras “bastante sofisticadas” en las puertas.” – Sr. John Hill, director del Ocean Club, Guardian Online, 4 de mayo de 2007;
- “(...) La dirección del Mark Warner negó que hubiera signos de violencia en el apartamento afirmando en su lugar que la persiana había sido levantada y la ventana de la habitación abierta.” – The Mirror, 5 de mayo de 2007;
- “(...) Aunque el equipo forense tomó huellas a la ventana del apartamento en la planta baja y precintó su patio privado, un portavoz de Mark Warner dijo que no había signos de fuerza. No obstante, la persiana había sido levantada y la ventana de la habitación abierta después de salir los McCann.” – The Independent, 5 de mayo de 2007;
Entonces las cosas empezar a ir mal. A finales de la segunda semana de agosto, cuando los McCann conmemoraban los 100 días desde la desaparición de Madeleine lanzando en YouTube una iniciativa para ayudar a encontrar niños desaparecidos, los medios portugueses sugerían que los McCann podría haber matado a su hija, y la prensa británica no tuvo ninguna vergüenza en repetir e incluso regodearse con las “monstruosas calumnias”. Por casualidad esa fue la semana que yo visité Praia da Luz por primera vez (...)”
¡Qué pena que no supiera que estabas aquí! Hubiese podido llamarte e invitado a un café. Es curioso que, desde el 9 de agosto hasta el 26 de agosto, yo también trabajé para The Times, cubriendo el caso Madeleine desde Praia da Luz (donde estoy en este momento, así que si todavía andas por aquí, después de entrevistar a los McCann, ¿qué te parece un café en el Batista? e incluso hice una portada, con ayuda de mi colega Duarte Levy, y otras dos buenas historias (si me lo permite...): esta y esta.
Ellos (los McCann) tienden a no recoger los matices más enfermizos de la prensa, porque no la leen; en su lugar el equipo de la campaña (que consiste en un “lobista” (Persona influyente, organizado para presionar en favor de determinados intereses) a tiempo completo contratado por los McCann después de la creación del fondo, además de dos personas a tiempo parcial que aseguran una cobertura siete días a la semana para cubrir las innumerables peticiones de los medios) les enseñan lo que necesitan ver, incluidas traducciones de la cobertura portuguesa.
¡Qué equipo más fantástico! ¡Un “lobista” a tiempo completo y dos personas a tiempo parcial haciendo todo eso! Cobertura siete días a la semana para cubrir las innumerables peticiones de los medios y también la traducción de las noticias publicadas en la prensa portuguesa! Gente trabajadora, sin duda...
Brendan de Beer, el editor del anglo parlante Portugal News, es el único periodista que ha hablado dilatadamente con el Inspector Jee Olegário Sousa, el portavoz de la Policía Judiciaria para la investigación del caso Madeleine. Sousa, que tiene unos 20 años de servicios y ha trabajado previamente en delitos relacionados con el arte, robos armados y en el robo de vehículos, sugirió que se estaba filtrando inadvertidamente información por los policías durante comidas informales con amigos. De Beer es más concreto y sugiere que algunas de las afirmaciones más incongruentes no son más que chismes.
No, no lo es. Muchos otros periodistas portugueses han hablado dilatadamente, muchas veces, con el Inspector Jefe Olegario de Sousa. Yo lo hice, también, varias veces, Pero, desgraciadamente (para nosotros, los periodistas...) hizo un buen trabajo. Habló mucho, pero no dijo nada que valiera la pena ser publicado.
Algunos de los detectives implicados en el caso han hablado confidencialmente, dice, y los periodistas tienen contactos dentro de la policía al igual que los tienen en el Reino Unido. “Yo he hablado con un par de ellos (oficiales de policía), pero nunca hasta el punto de que me dijeran que se había encontrado un pendiente en la habitación o que había sangre en la llave del coche alquilado. Ese tipo de información parece llegar por parte de los agentes. Alguien le dice algo a su mujer, ellas se lo dicen a la peluquera, que se lo dice al periodista.
Sr. Brendan de Beer, gracias a Dios que no eres ese tipo de periodista que oye algo de su peluquero, que se lo oyó a la mujer de un agente, y publicas la historia, basada en ese chisme, llamándolo “fuente cercana a la investigación”. Por supuesto, tú no lo eres. Eso es algo que solo hacen los periodistas portugueses, ¿no? ¿O le entendí mal? ¿Podría explicar mejor lo que quiere decir con eso?
Brendan de Beer: “Estaría muy sorprendido si existiera un soborno, aunque un agente gana solo sobre 600 u 700 € mensuales, por lo que podría ocurrir.”
Sr. Brendan de Beer, eso no es algo bonito para decir. Es casi tan serio como publicar una noticia diciendo que la policía cree que los McCann son responsables de la muerte de Madeleine Beth McCann. ¿Te sorprendería oír que algunos agentes fueron sobornados pero usted sabe que podría pasar, ya que solo ganan entre 600 o 700 € mensuales? Por lo que, ¿eso posiblemente sea correcto? Los Inspectores Jefe del CID portugués ganan un poquito más. ¿Cree que podría ocurrir con un Inspector Jefe del CID portugués? ¿No? Solos los agentes portugueses son, vamos a decirlo así, al borde de ser sobornados a cambio de información, por sus bajos salarios?
No es que el modo de informar británico haya sido irreprochable. Las calumnias han sido ampliamente diseccionadas, un tabloide necesitado se ha inventado un sospechoso, y cuando yo (Penny Wark) telefoneé a Paolo Marcilemo, el editor del Correio da Manhã, que tiene reputación de dar informaciones calumniosas, dijo que él ya no concedía entrevistas porque la prensa británica lo había citado erróneamente.
¿Llamó a Paolo Marcilemo, Editor del Correio da Manhã? Que raro. Hay un periodista llamado João Marcelino, que fue editor del Correio da Manhã – pero e fue en febrero, al Diário de Notícias, donde ha sido el Editor, hasta hoy. Paulo Marcelino, hasta donde yo sé, es un periodista del Correio de Manhã (y esta historia que publicó el 27 de agosto, sobre el “Sex Expo”, en Portimão). Así que, o bien habló con el Editor del Correio da Manhã, Octávio Ribeiro. O habó con Paulo Marcelino, que no es el Editor del Correio da Manhã, sino un simple periodista? Existe alguna confusión sobre esto, ¿no? Si, entiendo... Esos extraños, casi misteriosos nombres portugueses, los sonidos graciosos de palabras que más parecen una lengua nórdica, esas vocales tan difíciles de pronunciar, con una ortografía extraña, signos, como la letra “ç” en “caçar patos” (que significa “cazar patos”...)
Portugal, al igual que España y muchos otros países europeos, no tienen un registro de delincuentes sexuales y en cuanto al Reino Unido, a pesar de que se lanzó aquí un sistema de alerta de Recate Infantil, confiando principalmente en el rápido contacto con los medios, todavía no ha sido probado. El Reino Unido tampoco tiene ninguna estadística fiable sobre niños desaparecidos y esto significa que la escala del problema es desconocido.
Sin duda. No tenemos un problema tan serio con los pedófilos y delincuentes sexuales, como tienen ustedes, en el Reino Unido. Esto es algo en lo que tengo que estar de acuerdo con usted. Otra cosa con la que concuerdo totalmente es el título que eligió para su historia: “Madeleine: un hecho, muchas mentiras, pena sin fin”. Como decimos en portugués, ¡“Bingo”!. En francés, sería ¿“Touché”! En chino, la gente utiliza ¡”全中!”
Paulo Reis
PD: ¿Tiene Penny Wark alguna relación con Krsty Wark (que entrevistó a Gerry en Edimburgo)? No es una pregunta mía, solo una pregunta que fue enviada a la sección de comentarios del Times Online, por Mr. LB, de Birmingham...
Caso Madeleine McCann - Un heco, muchas mentiras, pena sin fin
Pendiente de traducción...
It’s now 124 days since Madeleine McCann disappeared. Our correspondent charts a story that became global, lurid and often invented – and hears how the McCanns learnt to think positively after imagining the darkest scenarios and suffering uncontrollable grief
Penny Wark
This is the story that has preoccupied at least two nations and elicited sympathy around the world. It is now 124 days old and has been told thousands of times in millions of words. Yet the story has only one fact: on the evening of May 3, a three-year-old child, Madeleine McCann, disappeared from the bedroom where she slept. We may think we know more than that, but we don’t, and no matter how often the story is repeated and the sole fact is spun, all we are reading is speculation. Or slurs and lies. There have been plenty of those, too, because when the media run out of facts and speculation, their more unscrupulous exponents resort to invention.
It’s not pretty. A story that was always tragic and has yet to have any kind of resolution, let alone a happy ending, is being treated with the abandon more normally meted out to soap opera characters or to those who elect to engage with the manufactured world of reality TV. The difference is that Madeleine is neither fictional nor a wannabe star, and neither are her parents, Gerry and Kate, who, you will note, don’t need a surname any more. We know them that well, or we think we do. Note, too, that referring to them as Gerry and Kate breaks the convention of referring to them as Kate and Gerry: when feeding the masses a tale of heartbreak the distraught mother is a more emotive presence than an anguished father.
There is no doubt that Madeleine’s disappearance – and what has happened since – raises important questions about how we can best protect our children from those who wish them harm, about the obligations of the media, and about our responses to the pain of people we don’t know. During the past three weeks I’ve examined these questions in Praia da Luz, the sunny whitewashed family idyll on the Algarve where I met the McCanns, and elsewhere.
As everyone is acutely aware, the reason we know so little about Madeleine’s disappearance is because she was abducted in Portugal, where the segredo de justiça law prevents the police from putting information about a criminal investigation in the public domain. Had Madeleine disappeared in Britain or the US, this would not have happened. Given that the Portuguese police admit that after four months they still have no idea where she is, or whether she is alive or dead, the first question has to be whether the lack of information is merely frustrating, and especially so for her parents, or whether it has impeded her safe recovery.
Neil Thompson has 30 years of police experience, latterly as a detective superintendent in charge of operations for the UK’s National Crime Squad. Now the director of security at red24, a private security company, he does not support the Portuguese tactic. “If a child is abducted for sexual exploitation or murder, no information is unhelpful,” he says bleakly. “In the UK you would release information to the media and the public that could help the situation, and keep back anything that might compromise the investigation, or frighten the perpetrator into harming the child. It’s a balancing act. Your priority is to get the victim back alive, arresting the perpetrator is lower down the scale. A no-information rule means that you’re working in the dark.
“The first two to three hours are vital. The first officer at the scene secures it and calls in detectives. A good officer has a nose for these things, and you have a process that tells you when a child has not wandered off. You set up road blocks, you check ports, you check intelligence – has anyone tried to snatch a child in the area? Can anyone describe a car? All that is fed into an incident room and analysed and the senior information officer decides what to release to the public. In the UK police can get a newsflash out straight away to TV and radio so you’ve got thousands of eyes and ears right at the beginning and you tell the public what you want them to look for. If you do that 24 or 48 hours later it loses impact.”
We don’t know exactly when Madeline was reported missing, and I am told that none of the published timelines relating to May 3 are accurate. I have also learned that the Portuguese response system is slow and unwieldy. The McCanns’ call to the police was received in Portimão, a 30-minute drive away, and the practice is for a local officer to attend the scene to assess whether a crime has been committed and whether to call for help. Police officers drove to apartment 5A at the Ocean Club where the McCanns were staying, then referred the case to the Policia Judiciaria in Portimão. Thus vital time was lost immediately after Madeleine’s disappearance – when it was imperative that the investigation should become active.
“You’re only as good as your expertise,” Thompson says. “If you’re in a country that hasn’t got a lot of serious crime and the training hasn’t gone into major investigations, you make mistakes and lose evidence.” Abductions are rare but not random, he adds. “Most child abductions are planned; it’s not a burglar who finds a child and takes it. Paedophiles go to places where there are children, such as Disney World. Whatever this abductor’s motive, he has been in the vicinity, he knows that there are children in this complex and that when people are on holiday they’re relaxed, and don’t think about risk. He will know the area and will have planned what he is going to do with the child. If he’s going to keep the child in a secure room, he will have been careful not to alert shopkeepers by buying food he wouldn’t normally buy. If a child is going to be sold for exploitation, in this case the unprecedented scale of the publicity has given the abductor a problem because he has an item that is readily identifiable all over the world and can’t be passed on.”
Those who specialise in tracing missing children acknowledge that publicity can unnerve a perpetrator, but insist that it is key and does save lives. “We know the public helps us to find missing children and it’s up to law enforcement officers on each case to make the call as to what they tell the public,” says Nancy McBride, the national safety director at the US National Center for Missing and Exploited Children, which has recovered 110,276 (just over 86 per cent) of the 127,737 children reported missing to it since 1984. “There’s always a risk, but it’s worth it. We never give up, we never close a case until we know what’s happened to a child.”
In seeking publicity, the McCanns had the clear objective of finding their daughter. What they did not envisage was that interest would spread, as Gerry puts it, like a forest fire, and that 150 journalists would suddenly descend on Praia da Luz, excited by the prospect of a story of a pretty child with attractive parents who are also middle class and intelligent – and far away from the stereotypical image of an inadequate single mother who might carelessly mislay a child and who certainly couldn’t afford to visit this aspirational resort. Add to that the parents’ status as doctors, people who save lives, yet who leave their children, Madeleine and her two-year-old twin siblings, without adult supervision in an apartment while they eat at a tapas bar a 52-second walk away, and the chattering classes are simultaneously full of sympathy and hooked.
When you first see apartment 5A you are struck by its exposed location. On the ground floor of a five-storey block, it is on a street corner and, like most of the Ocean Club apartments, not part of the gated section that houses the tapas bar and crèche. It would be easy to observe from different viewpoints, and perhaps to notice that this family had a regular pattern of behaviour in the evening, putting their children to bed, slipping across to the tapas bar and checking on them regularly.
But these are observations made with the benefit of bitter hindsight. Before Madeleine became a household name, no one thought like that on holiday, especially in an English-speaking resort so sedate that it doesn’t even have facilities for teenagers. In late April the weather is pleasant, the beach is a five-minute walk away and you’re there to relax and have fun. “It’s a quiet, safe resort,” says Gerry when we meet in a borrowed flat. “The distance from the apartment to the restaurant was 50 yards. We dined in the open-air bit and you can actually see the veranda of the apartment. It’s difficult because if you are [at home] cutting grass in the back with the mower, and that takes me about half an hour, and the children are upstairs in a bedroom, you’d never bat an eyelid. That’s similar to how we felt. We’ve been unfortunately proved wrong, out of the blue. It’s shattered everything.”
“Everyone I know who had been to Portugal with their children said it was very family friendly, and it did feel like that,” says Kate. “If I’d had to think for one second about it, it wouldn’t have happened. I never even had to think like that, to make the decision. It felt so safe that I didn’t even have to – I mean, I don’t think we took a risk. If I put the children in the car the chances of having an accident would be greater than somebody coming in, breaking into your apartment and lifting a child out of her bed. But you never think, I shouldn’t put the children in the car.”
This is the first time that the McCanns have confirmed that the apartment was broken into. This information does not compromise Madeleine’s safety, and rules out one of the numerous red herring theories that the police have explored, that Madeleine wandered away on her own. There is no logic in withholding it from the public.
“I have no doubt in my mind that she was taken by somebody from the room,” says Kate. “We don’t know if it was one person, two, or if it was a group of people, but I know she was taken.”
“There’s still hope because we don’t know who’s taken her, we don’t know where they’ve taken her and we certainly don’t know where she is,” says Gerry. “The first time I spoke to Ernie Allen, the chief executive of the National Centre for Missing and Exploited Children in the States, he said what I wanted to hear, and they’ve got enough experience of getting children back after long periods of time still to remain hopeful, and their own experience is that the younger the child, the less likelihood of serious harm. Don’t get me wrong, we’re not blinkered. The scenario that everyone thinks about is that a paedophile took her to abuse her and if that is the situation then statistically the chances are they would kill her. But we don’t know that and that’s the difficulty we’re dealing with. There are a range of scenarios and we want every single avenue explored because they’re all pretty rare. That doesn’t mean they should be represented in front page headlines as if all of them are likely, because they’re not.”
Does the Portuguese insistence that no information can be given about the investigation have any advantages? “For us, not having any information is very difficult,” Kate replies. “For us as parents it’s beneficial having information. We know that from our own jobs – the main complaint from patients’ families is lack of communication and not being informed. It’s detrimental.”
Of course the McCanns’ bid for information from the public, unsupported by details of the abduction, had already been hamstrung by the investigation’s slow start. There was also a language barrier. They now have phone access to a police officer who speaks English, but contact is variable, they say. You sense that they are often in situations where they would like to be forthright, but are obliged to keep their thoughts to themselves. “It is frustrating,” says Kate. “The whole situation makes you angry, that’s part of the whole grief that something like this has happened to Madeleine and to us. They’re all normal emotions and sometimes you do just want to explode.”
The McCanns sit on a sofa, Kate bone-thin – although I am told that she is very fit – extremely shy and modest, Gerry composed and easier to read. At the beginning of our interview Kate holds Madeleine’s pink toy cat in one hand and clutches her husband’s with the other. Kate’s face looks so tense and agonised that you might think that she was about to be tortured, and she seems to shrink into herself.
But as the hour passes she relaxes, takes her hand out of her husband’s and even laughs at some of the absurdities of their situation, recalling a day on the beach when she was on the phone to a friend and suddenly found herself being covered in kisses by a group of Portuguese matrons. Were this couple not wrapped up in this extraordinary event they would be unremarkable, the husband an assured man who likes to be in control, the wife a family-orientated mother who enjoys her job and still has friends from when she was 4.
Both are from working-class backgrounds: Gerry is the youngest of five children of an Irish matriarch and her joiner husband who brought up their family in Dumbarton, near Glasgow; Kate the only child of a Liverpool joiner and a civil servant. They met as junior doctors in Glasgow 12 years ago, got together as they travelled in New Zealand and she trained as an anaesthetist before retraining as a GP because, as two hospital doctors, they rarely saw each other.
In the immediate aftermath of Madeleine’s disappearance the McCanns found solace in their Catholic faith and were grateful for the warmth and care that greeted them at the Nossa Senhora da Luz church, a tiny, beautiful and peaceful sanctuary that forms a focal point for the community. “I felt cosseted,” Gerry says. “We felt so fragile and vulnerable. People kept saying ‘you’ll get her back’. It was what we needed to hear because we just had the blackest and darkest thoughts in the first 24, 36 hours, as if Madeleine had died. It was almost uncontrollable grief.
“The psychologist who came out to help us [Alan Pike from the Centre for Crisis Psychology in Skipton] was very good at turning our thought processes away from speculation. OK, there’s probabilities, but you don’t know that and he was very good at challenging the negatives. He was very much, ‘You will feel better after each thing that you take control of, even simple things’. We were surrounded by the Ambassador, the consul, PR crisis management, police, and he was saying ‘The decisions are yours’.”
“All these people we were meeting had to be there, and I felt so out of control and I found it quite scary,” says Kate. “I felt as if I’d been pushed into another world. Alan was saying, ‘There are little things you can take control of’.”
“For example,” says Gerry, “if you are asked ‘Do you want a cup of tea?,’ instead of saying ‘Mmm’, make a positive decision. Decide what you want. That combination of the Church, the community and the psychology helped very quickly. We agreed to interact because we thought it would probably help the search and it would be easier than hiding. Stay in the dark and you’re an enigma. There wasn’t anything to hide and in the first few weeks we were shown a lot of respect.”
The launch of the Find Madeleine campaign brought them more respect for their organisational skills. Friends and family rallied, a strategy was worked out, the media were fed pictures and quotes, and big businesses, the Chancellor of the Exchequer, David Beckham and numerous unknown individuals responded with support and donations. This money – the fund now stands at more than £1 million – enabled them to appoint a campaign manager and to publicise Madeleine’s disappearance by visiting other countries. With the possible exception of their blessing by the Pope at the Vatican, which was the brainwave of a tabloid newspaper and seemed to contradict the McCanns’ status as ordinary people, they were beyond reproach as campaigners, particularly as they began to engage with agencies that have expertise in recovering missing children. The story rolled along nicely, filling more front pages than any other event since the death of Diana, Princess of Wales, though not because the McCanns were managing the media, but because there was increasing evidence that Madeleine sells papers.
Then things started to go wrong. By the end of the second week of August, when the McCanns marked the 100th day since Madeleine’s disappearance by launching a YouTube initiative to help to find missing children, the Portuguese media had suggested that the McCanns could have killed their daughter, and the British press was not shy about repeating and even revelling in the “monstrous slurs”. Coincidentally that was the week I first visited Praia da Luz: there were nine television satellite trucks, each with a noisy generator, on the road outside apartment 5A, and the Portuguese crews were threatening to move outside the McCanns’ rented villa and had to be pacified with an interview. The Ocean Club asked the McCanns to stop bringing the twins to the kids’ club because other guests had complained about the media presence, and a couple of chain-smoking security men appeared outside reception. Praia da Luz, once a sardine-fishing community, now a manufactured resort with a reputation for guaranteeing uneventful and sunny family holidays, was becoming ugly.
The solicitor of Robert Murat, the only person to have been named by police as a suspect in the Madeleine investigation, didn’t help matters when he announced that business in Praia da Luz was suffering and that people there wanted “those bloody McCanns to go home”. However strong a news line this was, it wasn’t entirely true. Some shopkeepers continued to display posters appealing for information about Madeleine, others spoke tactfully about their sympathy for the McCanns. “It’s not that we want the McCanns to go home, it’s just that we want the bad feeling to go away,” said one café owner, who declined to be named. “Last year you had to book three weeks ahead to get in here in the evening, now you don’t need to book. Praia da Luz has become the place where you lose your children. It’s terribly sad, and it’s terrible for the McCanns.”
Something else was happening, too, that wasn’t entirely edifying. At the church a steady stream of Portuguese worshippers and tourists approached the shrine to Madeleine to the left of the altar, and many were devout and respectful. Others nipped in to take a quick picture of the shrine and left without a bow of the head; after all, it’s not every year that you go on holiday and find yourself in the presence of a moment so big that it is being recorded by television cameras.
Outside Robert Murat’s home, which could not be seen from the road because of a deep and dense hedge, a Portuguese tourist checked with me that she had the right house, then stuffed herself into the hedge to get a proper look. (She was obviously not the first to do so, as sections of the hedge are now dying.) A hundred yards away sight-seers posed for photographs alongside the television crews positioned with 5A in the background.
On a seat overlooking the beach, Martin Payne, a well-meaning hairdresser from Stratford-upon-Avon, displayed an intriguing mixture of sympathy and fascination. He had just spotted Gerry in his Renault Scenic (which was more than I had at this stage; the McCanns are impossible to get near unless their campaign manager vets and approves you) and was happy to volunteer every known fact about the McCanns, and to speculate, in detail, on what might have happened to Madeleine.
“You’ve been reading too many books, Martin,” said his wife. “I feel the same way that I felt when Princes Diana was killed,” Martin said. “Such a loss to a lovely family. We want to have a conclusion to this.”
When I suggest to the McCanns that some of the interest in them borders on the prurient, they seem to be unaware of it. At church they register the crowd outside as kindly support, and don’t notice those on the fringes who are there just to spot them. In other contexts their unsought fame appals them. “We feel totally exposed, as though we have been stripped bare,” says Kate.
They tend not to pick up the more sickly nuances within the press, because they don’t read it; instead the campaign team (which consists of the full-time lobbyist the McCanns hired after the fund was set up, plus two other part-timers who ensure seven-day-a-week cover to field the innumerable media inquiries) shows them what they need to see, including translations of Portuguese coverage. And as they demonstrated last week with the announcement that they are to take legal action against the Portuguese newspaper Tal e Qual, for its allegation that they killed Madeleine with an overdose of sedatives, they will no longer tolerate lurid claims that defame them.
“We had no illusions that we could control the media,” says Gerry. “The way that information has got out has been handled incredibly badly, without a doubt. It’s almost as though some people are thinking out loud. It’s all very well to have a potential scenario but that shouldn’t necessarily be written up as if there is evidence to support it. I think this has been handled very irresponsibly by a number of people. We don’t believe there is any evidence to support any of the deluded headlines, and the police have made that clear.”
“There are times when you just want to shout out ‘That’s wrong’, because I think we’ve been done injustice in a lot of ways,” says Kate.
“There’s a blacker picture painted than what is true,” says Gerry, “whether it is how much we were drinking, which was a gross exaggeration, or how often we were checking. We know what we did and we are very responsible. It’s bad enough for us to have to deal with the fact that someone saw an opportunity – to then have elements sneering at your behaviour and making it look much worse than it was. It’s difficult because a lot of untruths, half truths and blatant lies have been published. It was published that we had 14 bottles of wine.”
“In an hour between us,” interjects Kate. “I’d have been impressed with that in my student days. Not only that, they qualify it by saying eight bottles of red and six of white, as though it gives it more credibility. You just want to scream.”
Where do the Portuguese media get their information? Brendan de Beer, the editor of the English language Portugal News, is the only journalist to have spoken at length to Chief Inspector Olegário Sousa, the spokesman for the PolÍcia Judiciária on the Madeleine investigation. Sousa, who has 20 years’ service and has previously focused on crimes relating to works of art, armed robberies and car-jacking, suggested that some information is being inadvertently leaked by officers at informal lunches with friends. De Beer is more specific and suggests that some of the more incongruous claims are no more than gossip.
Some of the police detectives involved in the case have spoken off the record, he says, and journalists have contacts within the police just as they do in Britain. “I’ve spoken to a couple of them [police officers], but never to an extent where they told me a syringe had been found in the room or there was blood on the keys of the hire car. That kind of information seems to come from police constables. You get someone who tells something to their wife, they tell their hairdresser, who tells a journalist.
“I think that there’s a lot of invention. A journalist might say to a detective, ‘Do you think Madeleine fell and died and Kate and Gerry got rid of the body?’ Off the record the detective might say ‘It’s possible’, and they write a story based on ‘sources close to the investigation.’ I’d be very surprised if there was any bribery, though a constable does earn only about €600 or €700 a month, so it could happen. The suggestion that the police were closing in on the McCanns . . . I’ve been disappointed by some of the reporting.”
Not that British reporting has been irreproachable. The slurs have been widely dissected, a suspect has been invented by one needy tabloid, and when I rang Paolo Marcilemo, the editor of the Correio da Manhã, which has a reputation for scurrilous reporting, he said that he was no longer giving interviews because the British press has misquoted him.
For the McCanns there is no respite, though they are slowly becoming accustomed to their grief. “They’re not gone, the feelings,” Gerry says. “When we enjoyed ourselves with the kids we had guilt – how could we enjoy ourselves when Madeleine was missing? But it’s so important for the kids that it’s unbridled love and attention for them. I’m definitely much better at doing that now, almost carefree for a lot of the time. Not 100 per cent.”
They will return to their home in Rothley, in the East Midlands, they confirm, and the timing will depend on the police investigation, which is currently in a state of hiatus as the PolÍcia Judiciária waits for the results of British tests on samples taken from the apartment.
Gerry has been home twice, he says, and has been inside the house. “I was pretty anxious about it, but it’s now a comfort. We’ll go back when we’ve done as much as we possibly can for Madeleine. We’re at a point where staying here is not necessarily adding anything to the campaign to find her.”
He has also discussed returning to work with his line manager; he elected to take unpaid leave rather than compassionate leave shortly after Madeleine’s disappearance. As a cardiologist who deals with very sick patients he doesn’t want to return immediately to a full-time schedule of patient care, but plans to focus initially on MRI scans, administration and academic work. “When you’re seeing 12 or 15 patients a day you have to be focused on them and can’t be thinking about what you want to do for missing children in Europe. When I’m occupied and applied it helps, and work eventually will take some of that focus. The fund enables us to make decisions for us and for Madeleine, and not for financial necessity. It’s not paying for any of our accommodation here, but it has covered a lot of expenses for us, and trips, and it helps to provide support for people to come out to help us, flights and things.”
As a part-time GP, Kate’s job is patient-centred, and she has yet to decide whether she will return to it. What they are certain of is that they will continue to campaign for systems to be established to help to recover missing children. Portugal, like Spain and many other European countries, does not have a sex offenders’ register, and as for the UK, although a Child Rescue alert system was launched here last year, relying primarily on speedy contact with the media, it has yet to be tested. Neither does Britain have any reliable statistics on missing children, and this means that the scale of the problem is unknown.
Fortunately, the National Center for Missing and Exploited Children has a system that works, and can be copied. It is based in Virginia, employs 300 people and its success relies on instant media alerts and distribution of fliers, and a high level of training for the professionals involved. Its agenda has always been to make its methods operate globally, and now it has Gerry and Kate McCann on its side. Their determination to be involved in this task is the first sign that something positive, tangible and enduring could come from what has so far been the bewildering and tragic story of Madeleine McCann.