22 de agosto de 2011

Caso Madeleine McCann: La cuestión de la exoneración - Uno

The Blacksmith Bureau

La cuestión de la exoneración - Uno

Es magia: el Fiscal General al frente del caso McCann a punto de partir
3 de agosto de 2011

Todos sabemos que los abogados de libelo de los McCann intentaron utilizar sin éxito la declaración del desafortunado Fiscal General portugués sobre los McCann como una prueba judicial más que como una mera opinión de un agente de la ley. Y conocemos los constantes intentos de los seguidores de la pareja de utilizar su opinión como una “exoneración”, aunque en realidad quieren decir exculpación.

Hay una cierta tristeza en la forma en que la opinión es esgrimida en cada oportunidad por aquellos que son incapaces de enfrentarse a la realidad del asunto Madeleine McCann, pero ¿qué elección tienen? Desde el 3 de mayo de 2007 no existe una sola prueba que apoye las afirmaciones de Gerry y Kate McCann de que su hija fue secuestrada, ninguna prueba forense, ningún avistamiento, ninguna petición de rescate, ni tan siquiera la posibilidad de una pista. Nada.



Los pasos han, por supuesto, sido todo lo contrario. Al ir apareciendo gradualmente las fuentes primarias, la afirmación del secuestra cada vez parece más y más sin sentido y, sin duda, absurda.

Cuando dos testigos hacen una afirmación que no se sostiene por ninguna prueba excepto por su propio testimonio, entonces debe plantearse la primera, más básica y decisiva pregunta: ¿cuán fiables son? ¿Dan la impresión de ser personas sinceras? ¿Se puede confiar en su palabra? Bueno, hemos visto su actuación durante los últimos cuatro años y no hay necesidad de repetir la evidencia que crece cada vez que habla uno de los dos. Resumiendo: el fiscal portugués afirmó ante el tribunal en 2010 que los padres no eran testigos sinceros; habían, dijo, mentido. No superaron la prueba de la sinceridad.

Y entonces, yendo más allá de los padres, tenemos a sus amigos. Es un eufemismo decir que sus actos han demostrado una determinación de no apoyar la investigación de la policía de ningún modo: abandonando Praia da Luz tan pronto como pudieron, afirmando en voz alta que ayudaría a los portugueses en cuanto se lo pidieran, reuniéndose con los padres en secreto a finales de 2007 para discutir sus pruebas (tal como nos confirmó Clarence Mitchell tan imprudentemente) y contestando a la última y muy humana petición de ayuda de Rebelo para localizar a su hija con excusas infantiles y transparentes y negativas.

El grupo ofreciéndose a contar todo lo que sabían, 4 de mayo, 2007

Cuando finalmente fueron interrogados en la primavera de 2008 por la policía de Leicester, cortés y no adversa en sus preguntas, les ofrecieron una y otra vez la posibilidad de ser honestos en sus respuestas y demostrar que deseaban ayudar a la búsqueda de la niña. Al mismo tiempo esos aparentemente amigables oficiales, extremadamente bien informados de los hechos acaecidos en Portugal, compararon sus respuestas con los hechos en sus posesión.

A cada oportunidad, los siete cuyas declaraciones en Portugal habían sugerido una evasiva o una falsedad no consiguieron superar la prueba de la cooperación cuando se les ofreció la posibilidad. David Payne demostró con sus respuestas que su visita al apartamento 5A, presuntamente la última vez que Madeleine fue vista viva por alguien que no eran sus padres, nunca pudo haber tenido lugar de la forma que él afirma; O’Brien, enfrentado a preguntas difíciles sobre los problemáticos “timelines” que había confeccionado cuando se suponía que debía estar buscando a la niña la noche del 3 de mayo, afirmó que había olvidado completamente su existencia (¡!) Jane Tanner, habiendo hecho una defensa pasable de su avistamiento original, destruye su credibilidad intentando eludir las preguntas sobre lo que ocurrió en la famosa furgoneta de vigilancia (algo que claramente ha discutido con Kate McCann, quien se esforzó por impulsar su versión del incidente de la furgoneta tres años después en su espantoso/despreciable libro). Y el escaqueo cuando se les preguntó si deseaban regresar para realizar una reconstrucción de los hechos – con la honorable excepción de Dianne Webster – simplemente fue irrisorio.

¿La furgoneta? ¿Qué furgoneta?
Si hubo un mensaje que los oficiales portugueses observando esta actuación recibieron, fue que el grupo no tenía ninguna intención de ayudar a la investigación y ya estaban utilizando abogados para luchar contra cualquier intento de hacerlos volver a Portugal. Sin esa cooperación la investigación no tenía nada que hacer. Al igual que, sin su participación, la revisión de Scotland Yard literalmente no llegará a ninguna parte.

Yo realmente, de verdad quiero ayudar a encontrar a Madeleine... pero...
Aquí uno debe dar un paso atrás y respirar hondo. Sean cuales sean las excusas y evasivas con las que salieron esos seis de siete – que no confiaban en la PJ, que una reconstrucción podría incriminar falsamente a sus amigos los McCann y así sucesivamente – estaban demostrando, igual que habían demostrado los padres antes que ellos, que no querían saber. Pero si fuesen tan inocentes de complicidad como afirmaron, ¿cómo podrían haber estado en riesgo si hubieran ayudado? ¿Estaban sugiriendo que la PJ podría incriminar a los nueve? ¿De verdad? E incluso si su desagrado por la PJ pudiera haber sido justificado ¿era demasiado pedir que se taparan la nariz y cooperaran con la esperanza de que pudiera hacer algo bueno por la niña que todos ellos habían conocido?

Naturalmente los seguidores de los padres no tienen nada importante que decir sobre estos temas. No pueden negar la declaración jurada del fiscal confirmando su condición de mentirosos; no pueden negar el registro escrito en relación a las evasivas de los siete y la falta de cooperación: simplemente está ahí. Atrapados como estaban en el verano de 2007, sus opiniones formados para ellos por los medios de comunicación, sin una sola información desde entonces que apoye sus absurdas creencias, simplemente atacan a los medios que los engañaron. Lenin llamaban a este tipo de personas “idiotas útiles”.

Grime, el adiestrador canino es castigado, tal como uno podría esperar, un buscavidas avaricioso que miente sobre sus cualificaciones. Incluso los perros llevan su parte aunque, a pesar del abuso, los seguidores de los McCann más bien los aman porque, a diferencia de las pruebas factuales y condenatorias anteriores, el asunto de los perros puede ser discutido en círculos para siempre. Amaral es un sinvergüenza y un monstruo que da palizas a los sospechosos e intimida a la gente – como si eso pudiera hacer que los hechos ocurridos el 3 de mayo fueran diferentes. Dejando aparte que Amaral casi no aparece en la versión de los hechos de Kate McCann, ¿tiene alguna idea esta gente de cómo se lleva a cabo una investigación? Si salieran de su cápsula del tiempo y observaran al chapucero policía de Scotland Yard, Andy Hayman, defendiéndose ante el comité de los Comunes el otro día, habrían escuchado su mejor defensa contra las acusaciones de haber corrompido de algún modo la investigación de las escuchas telefónicas. “¿Qué podría haber hecho?” preguntó, “Si hubiese querido corromper el caso díganme ¿cómo lo hice?”

Hayman sabía de lo que estaba hablando: a diferencia de las películas, el Mail, y las mentes de los sonámbulos McCann, ni un solo policía tiene el poder de torcer una investigación a su manera – hay demasiadas personas implicadas. Pero no, Amaral/Moriarty lo hizo todo. Una vez más, el túnel del tiempo juega su papel: los acontecimientos desde 2010 no parecen haber ocurrido – ningún caso judicial destruyendo finalmente la historia de los McCann de que Amaral era un policía solitario y canalla; ninguna sentencia judicial menospreciando la “exoneración” de la fiscalía – repetida por el Fiscal General – como una mera interpretación; ningún cable del Ministerio de Exteriores confirmando el papel británico nombrando a los McCann sospechosos principales; ninguna admisión de Kate McCann de que su marido quería confesar haberse deshecho del cuerpo de Madeleine; ni que sintió que juego había llegado a tal punto que quiso meter a los niños en un coche de alquiler y huir a través de la frontera – a España, dice ella, aunque podría haber sido Gibraltar; y ningún conocimiento de que Gerry McCann le dijera a su mujer y a su abogado que había cambiado de opinión sobre la confesión no porque era inocente sino porque las pruebas de la policía eran demasiados débiles para condenarle – “¡no tienen nada!”

Toda va en un solo sentido, ¿verdad? ¿Y que tenemos en sentido contrario? Bueno, un Fiscal General servicial que dijo cosas bonitas y... y... y... bueno, todo aquel que no creen a los McCann es un enemigo. O un loco. Ah, y cualquier otra cosa que digas, que no había motivos, medios o la oportunidad. Y de todos modos... fueron exonerados.

Algo sobre lo que volveremos.

Publicado por John Blacksmith
Mismo texto en McCann Files

© Traducción de Mercedes