18 de octubre de 2010

Caso Madeleine McCann: Los McCann tienen esperanzas renovadas

O Crime - Edición impresa

14 de octubre de 2010

Nuevo equipo de detectives investiga en Portugal

Carlos Saraiva

Páginas 12, 13 y 14 - Uno fue “cazador” de criminales de guerra en Bosnia, otro lideró un equipo de seguridad en Irak y fue guardacostas de millonarios que querían derribar a Putin, el tercero persiguió a terroristas en Irlanda del Norte. Un trío de respeto que promete “refrescar” la búsqueda de Maddie. La intención es buena aunque tiene en su contra el historial de la investigación privada…

Los McCann tienen fundadas sus esperanzas en que el nuevo equipo contratado para encontrar el rastro de su hija consiga lo que los anteriores no lograron, es decir, presentar pistas sólidas o, incluso, creíbles sobre lo que le sucedió a Madeleine. Según la prensa inglesa, citando fuentes próximas a los McCann, el nuevo equipo pagado por la Fundación creada por el matrimonio ya comenzó a trabajar en Portugal (!).

La tarea del nuevo trío es, como mínimo, homérica: Tiene que hacerlo mejor de lo que lo hizo la policía portuguesa, cuya investigación, hasta ahora no ha esclarado cabalmente lo que le sucedió a Maddie y quien fue el responsable de su desaparición, ofreció pistas con alguna relevancia forense; además de eso, el nuevo trío de detectives debe buscar respuestas más sólidas que las decenas de pistas sueltas y teorías que se fueron lanzando a la opinión pública, desde los avistamientos sistemáticos hasta la eventual implicación de “bandas” internacionales de tráfico de niños, solo por citar dos ejemplos.


De hecho, el historial de la investigación privada no ha sido brillante, implicando antiguos agentes secretos jubilados y ex policías con currículum y experiencia en la búsqueda de desaparecidos, aunque, aun así, no consiguieron ninguna prueba material que ofreciese un camino útil para lo que interesa saber, es decir, el destino de Madeleine.

El nuevo equipo de investigadores está formado por tres antiguos policías británicos que después de la jubilación se dedicaron a tareas mejor compensadas y por ventura más arriesgadas. Nigel Brown, Dave Carter y Ray Cooper, prestaron servicio en zonas tan diversas como Israel, Bosnia, Trinidad y Tobago o Irlanda del Norte.

Nigel Brown fue consejero de seguridad en Israel y dueño de GSS Global, una empresa privada de protección para ejecutivos en zonas de alto riesgo. En 2009 vendió la firma a un gigante del sector, a Garda Security, con sede en Montreal, Canadá, y que, entre otros servicios fornecía seguridad a diplomáticos británicos en servicio en Afganistán.

Pero, la trayectoria de Brown en este sector privado no estuvo exenta de problemas. Una de las compañías donde trabajó como Director Ejecutivo, la ISC Global, fue objeto de una investigación de Scotland Yard, por sospechas de “comprar” información a agencias gubernamentales y después revenderla a opositores rusos del Presidente Putin. Un dossier económico sobre estas transacciones llegó a conocimiento de las autoridades inglesas en 2006 por mano de un antiguo informador de la compañía liderada por Brown. Uno de los clientes mencionado en el citado dossier es Boris Berezovky, el oligarca ruso ex amigo de Putin que se convirtió en uno de los hombres más ricos del país y que hoy vive exiliado en Londres, después de haber caído en desgracia en los círculos de poder rusos.

Relaciones peligrosas

ISC Global cambió, entre tanto, de denominación (pasó a llamarse RISC Management), poco después de la desaparición del jefe de la empresa, Stephen Curtis, que perdió la vida en un accidente de helicóptero, en mayo de 2004, cuando se dirigía a Dublín. La muerte del abogado está envuelta en misterio, sobre todo porque ya había confidenciado a amigos que era un objetivo a batir por el nomenclátor ruso debido a sus relaciones con opositores al régimen, caso de Berezovsky y Litvinenko, antiguo agente de los servicios secretos de Rusia, FSB (asesinado en Londres, un año después de la muerte de Curtis, Litvinenko fue envenenado con polonio, una sustancia radioactiva. El plan altamente profesional fue atribuido por muchos, precisamente al FSB).

El jefe de ISC Global dijo a amigos que, en caso de “encontrarlo muerto, no sería un accidente”. Poco antes de morir estaría, según alguna prensa inglesa, negociando con las autoridades compartir información sobre la actividad de algún millonario ruso caído en desgracia junto a Putin. Se trata de Mikhail Khodorkovsky, actualmente detenido en su país, condenado a 8 años de prisión por fraude fiscal. Nigel Brown, el investigador contratado ahora por los McCann llegó a reunirse con Khodorkovsky cuando este residía en Inglaterra, ya que ISC Global prestaba asesoramiento en los negocios del millonario y se encargaba de su seguridad personal.

Nigel Brown también aparece ligado a alguna otra empresa de seguridad privada, la TAL Global –además de seguridad a VIP’s y ejecutivos de multinacionales también investiga crímenes- presidida por un ex amigo de Kevin Halligen, el detective que los McCann contrataron en 2008 y que acabó por ser un estafador (ver caja). Brown es director regional de TAL Global y el currículum incluye su paso por Israel, Namibia, Kenia y Ecuador entre otros países.

El hombre que va a buscar a Maddie sirvió durante 13 años en la policía inglesa, incluyendo la unidad anti-terrorista y de investigación criminal. En 2002, aun no tenía 50 años, dejó la policía para dedicarse a la actividad privada.

Crímenes de guerra

El nuevo equipo que investiga la desaparición de Madeleine McCann incluye a otros dos ex policías, Ray Cooper y Dave Carter. Entre 1970 y 2000, Cooper trabajó en la policía inglesa, donde llegó a sargento. A final de la década de 2000 comienza a surgir en las listas de personal de las agencias internacionales de seguridad, incluyendo Guarda World, donde estuvo 3 meses, trabajando en la seguridad de personal de Naciones Unidas en contacto con militares israelíes y dirigentes de Hamas en la franja de Gaza. Siguió la investigación relacionada con crímenes de guerra durante el conflicto en Bosnia Herzegovina. En 2008, Cooper colaboró con el gabinete del procurador, realizando labores de seguridad e investigación. En el verano de 2010, terminado el trabajo en Srebrenica, se traslada a las islas Trinidad y Tobago, junto a la costa venezolana. El ex policía es contratado por la unidad anti-delito para investigar “bandas” a las que se les atribuía una serie de homicidios en las dos islas. Se instaló en la capital, Porto de España, y estuvo allí durante un año y 4 meses.

El tercer elemento del “equipo-maravilla” es Dave Carter, un operativo que hizo carrera en Irlanda del Norte en la lucha contra el terrorismo. A este trío le toca ahora una tarea que se ha revelado imposible. La investigación policial en Portugal no la terminó, sujeta a presiones que se conocen, tres años de detectives privados no lo hicieron mejor.

Caja página 12

Engañó a los McCann

Los McCann contrataron a Kevin Halligen, 50 años, natural de Dublín, convencidos de que podría conducir investigaciones útiles para localizar a su hija. Pero, el dinero que le fue entregado para esa tarea acabaría por ser gastado en hoteles de lujo, viajes pomposos, alquiler de coches y otros beneficios en provecho propio. Halligen sería desenmascarado, pero no antes de haberse embolsado más de 600 mil euros. El detective fue, entre tanto, objeto de una orden de busca y captura internacional emitida por las autoridades norteamericanas en el ámbito de un proceso donde es acusado de estafar a una firma de abogados más de un millón y medio de euros, Según cuentan, el guión utilizado fue idéntico al que aplicó a los McCann. Halligen convenció a la firma de abogados de que conseguiría obtener la libertad de dos ejecutivos detenidos en Costa de Marfil y gastó el dinero en comprar una mansión de lujo en Virginia, EE.UU. Los dos hombres solo serían liberados meses después, pero fue la empresa quien pagó el rescate… por segunda vez.

Halligen fue uno de los que contribuyó a un cierto descrédito de la investigación privada llevada a cabo por el matrimonio McCann. El inglés se cruzaría con los McCann casi un año después de la desaparición de la niña en Praia da Luz, Algarve. Haciendo alarde de contactos privilegiados en la “inteligencia” americana que le podrían facilitar imágenes de satélite de la zona, prometió resultados inmediatos que nunca llegaron.

Caja página 13

Muchas agencias, pocos resultados

La investigación privada ha sido un maná para las agencias de detectives. Aun no había terminado la investigación de la policía portuguesa y Kate y Gerry McCann ya actuaban por cuenta propia. La empresa española Método 3, que se anunciaba como especialista en investigación de fraudes, fue la primera en entrar en escena, contratada con la ayuda del multimillonario británico Brian Kennedy, durante mucho tiempo uno de los contribuyentes del fondo Find Madeleine. Los detectives comenzaron a trabajar el 17 de noviembre de 2007 y realizaron de inmediato una declaración sorprendente: afirmaron conocer a los raptores de Maddie y aseguraron que la niña estaba viva! Contratada por un período de seis meses, Método 3 llegó a anunciar, a través de Francisco Marco, en una entrevista a un periódico británico, que se encontraba “muy cerca” de capturar al hombre que había llevado a Maddie de Praia da Luz, Portimão. Sucede que el sospecho en cuestión, antiguo disc-jockey de un bar local, se había ido del Algarve dos meses antes de la desaparición de Maddie.

Seis meses después y sin ningún resultado, Método 3, cuyos servicios costaron más de un millón de euros, sería apartada del caso, dande lugar a Oakley International, una agencia de detectives con sede en Washington, Estados Unidos. Alardeando de tener en su plantilla a ex agentes del servicio secreto británico y de tener estrecho contacto con efectivos del FBI, Oakley, que pertenecía a Keven Halligen, recibió 100 mil euros mensuales durante seis meses.

Oakley International aun seguía activa en el “caso Maddie” y ya entraba en escena otra agencia. Se trataba de Alpha Group Investigations, con despachos en Nueva York y Florida, y sucursales en varios puntos del globo (Caribe, Europa, Asia o Sudamérica). Siendo su actividad el análisis de seguridad, vigilancia e investigación forense computerizada, esta agencia sedujo a los McCann con un punto concreto de su actividad: las personas desaparecidas.

En esta fase de la investigación destacan dos ex policías, Dave Edgar y Arthur Cowley, a quienes no faltaron desaires. Uno de ellos fue al fallido viaje a Aachen, Alemania, para interrogar a Raymond Hewlett, el pedófilo inglés que se encontraba hospitalizado en ese país y que, en la época de la desaparición de Maddie, había vivido en Tavira, Algarve.

Dave Edgar llegó a plantear la idea de que la búsqueda de Maddie terminaría como los casos de jóvenes rescatadas de cautiverios en los que permanecieron decenas de años. El ex policía creía que podía estar encerrada por su raptor, tal como lo estuvieron las austriacas Natália Kampush, Elisabeth Fritzl y la norteamericana Jaycee Dugard. Según Edgar, ese escondrijo estaría localizado en un radio de 15 kilómetros alrededor de Praia da Luz, de donde desapareció la niña en 2007.

Caja página 14

Tras otra pista

En agosto del pasado año, los detectives entonces al servicio de los McCann apostaban por la “pista sueca” después de haber tenido acceso a una supuesta fotografía tomada durante un espectáculo automovilístico en Estocolmo. La imagen tendría eventuales semejanzas con la niña desaparecida del Ocean Club, en Lagos, Algarve, el 3 de mayo de 2007. Según el autor de la foto, la niña estaba acompañada por un matrimonio sueco, pero la misma se expresaba en inglés fluido, hecho que despertó su atención. Pero, cuando la foto llegó a los responsables policiales suecos, estos concluyeron que la niña fotografiada no era parecida a Maddie y ni siquiera tenía la misma marca distintiva en el ojo. Por esa altura, otra pista ganaba espacio mediático. Esta implicaba a una “socialité” australiana, cuyo yate estaba anclado en el Puerto Olímpico de Barcelona tres días después de la desaparición de Maddie. La misma línea de investigación identificaría a otra mujer australiana residente en Melbourne, como estando implicada en el rapto de la niña.

Más recientemente otra pista, esta vez implicando a un portugués que habría visto a la niña inglesa en Benavente, aparentemente drogada en un vehículo comercial, al día siguiente de su desaparición de Praia da Luz. El hombre justificó esta confesión tardía –más de dos años después- con el hecho de solo haber tenido conocimiento en aquel momento de que las carreteras no habían sido bloqueadas tras la desaparición de Madeleine.

Sé quien la llevó

Una de las pistas más recientes de la investigación privada decía con respecto a una presunta carta que Raymond Hewlett, el pedófilo inglés ya fallecido que llegó a se apuntado como estando implicado en el rapto de Maddie, habría dejado a su hijo mayor. En la carta, que tampoco existe porque fue “quemada”, Hewlett asegura tener conocimiento de que la niña fue “señalada” y llevada por una banda gitana que se dedica al rapto de niños por encargo para matrimonios ricos que no pueden tener hijos, no quieren o no pueden adoptar.

El pedófilo revela además que la citada “banda” fotografiaba niños objetivos potenciales y, después, enviaba las fotos a sus “clientes”, con solo una pregunta: “¿sí o no?” En caso de ser la respuesta afirmativa el grupo seguía adelante con el rapto.

Traducción de Mercedes