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Viernes 21 de Mayo, 2010 | Hora de creación: 13:40
Luego de anunciar oficialmente que la muerte de Paulette Gebara Farah fue un accidente y que se concluye la investigación sin ejercer acción penal en contra de alguna persona, Alberto Bazbaz Sacal reconoció abiertamente que el procedimiento inicial realizado por la institución a su cargo tuvo deficiencias, al no haber revisado pericialmente en forma plena la cama y la habitación de la menor desde un inicio.
En conferencia de prensa, en la que no se permitió sesión de preguntas y respuestas, el procurador general de Justicia del Estado de México reconoció que la comunicación sobre el caso, "producto de la exigencia ciudadana de esclarecerlo lo antes posible", se dio de manera apresurada lo que contribuyó “al clima de especulaciones y desinformación” que, según el funcionario, "suelen surgir, en todo el mundo, en torno a este tipo de casos".
El fiscal mexiquense afirmó que asume plenamente la responsabilidad institucional y personal que le corresponde como cabeza de este ministerio público por las citadas deficiencias, pero "las mismas no afectan en nada el resultado último de esta investigación", apuntó.
Bazbaz Sacal explicó que con base en declaraciones, dictámenes institucionales, externos, informes, inspecciones, reconstrucciones de hechos y dictámenes periciales, se llegó a las siguientes conclusiones:
1.- Que la posición en que fue encontrada la menor corresponde a la misma en la que falleció.
2.- Que el cuerpo de la menor no fue manipulado después de su muerte, es decir, que la menor permaneció en el lugar donde fue encontrada desde que murió.
El perro lo diferencia perfectamente. Para el perro es muy sencillo diferenciar a una persona sepultada viva de una muerta, desde el momento en el que el olor es diferente. Nosotros no hemos trabajado la búsqueda de cadáveres, pero cuando hemos localizado alguno la reacción del perro instintivamente es diferente: en lugar de ladrar, suelen retroceder un poco, la actitud corporal cambia completamente e incluso gimen. Es lógico, hay un olor que es el mismo, el de la persona, pero una vez comienza el proceso de descomposición aparecen olores nuevos. Probablemente el perro se siente confundido y no tiene claro lo que tiene que hacer. Es exactamente lo mismo que si trabajásemos siempre con hombres y un buen día le escondemos una mujer. Ésto ya ha ocurrido, en grupos compuestos sólo por hombres; la primera vez que el perro localizaba a una mujer no mostraba la misma actitud, ni siquiera ladraba para señaliazarla.
Eso sí, si la persona acaba de fallecer, dudo que muestre cambios tan significativos como para que un perro no la señalice como viva. En ese caso la señalizaría como viva, no es un error, es una cuestión de olor.
Un perro es capaz de diferenciar el olor de una persona (de la que le han entregado una prenda a oler) del resto de las personas que encuentra por el camino hasta dar con la que busca. Si es capaz de diferenciar éso... imagina lo que es capaz de hacer.Isabel Herrán Calzado
3.- Que el tiempo preciso de la muerte fue 9 días previos a la fecha y hora de la necropsia, lo que demuestra que la menor murió la noche en que llegó de Valle de Bravo o a más tardar en las primeras horas de la madrugada del 22 de marzo.
Ver minuto 1'35
4.- Que no existen lesiones u otros indicios relacionados con la muerte, ni que indiquen maniobras defensa o resistencia previos al fallecimiento, ni indicios que señalen que la oclusión de orificios nasales fuera producida por otra persona, pues no hay estigmas ungueales (rasguños), excoriaciones perinasales o peribucales (raspones alrededor de nariz o boca).
5.- Igualmente descarta que algún factor externo facilitara la asfixia; ya que no existe fármaco o sustancia que hubiera alterado el estado de alerta o conciencia de la menor.
6.- Determina que una de las sábanas tenía rastros de orina que corresponden al lugar donde se encontraba la pelvis de la menor, lo que implica que estuvo con vida en la posición en donde fue encontrada, y que falleció en esa misma posición, pues la orina es producto de la relajación de esfínteres posteriores a la muerte.