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El Mundo
La muerte de 'Baby P' pone contra las cuerdas a los servicios sociales de Reino Unido
Actualizado domingo 16/11/2008 11:05
MARÍA SAINZ
MADRID.- Fue una verdadera crónica de una muerte anunciada. Durante los escasos 17 meses que duró su vida, 'Baby P' recibió hasta 60 visitas de trabajadores sociales y médicos de Haringey, al norte de Londres. Ninguna logró frenar los abusos a los que estaba siendo sometido y que acabaron causándole la muerte.
Su llegada al mundo, el uno de marzo de 2006, fue aparentemente normal. Era el cuarto hijo, y primer niño, de un joven matrimonio británico y nada hacia esperar que, dos años y medio después de su nacimiento, su madre, la pareja de ésta y otro hombre iban a ser acusados de maltratarlo hasta la muerte.
Prácticamente nada de lo acontecido en la vida de este pequeño rubio y de ojos azules rozó la lógica. El abandono del hogar familiar por parte del padre, que se encuentra conmocionado por lo sucedido, y la entrada en 'juego' de la nueva pareja de la madre marcaron un claro antes y después.
Comenzaron las continuas visitas al hospital: moratones, mordeduras, heridas, traumatismos... Un sin fin de secuelas, hasta el medio centenar, que en agosto de 2007 llegaron a paralizar el cuerpo del bebé, fruto de una posible fractura de espalda. Según los medios británicos, el pequeño llegó a ser utilizado literalmente como un "saco de boxeo".
Arrestos, visitas de los trabajadores sociales y consultas médicas
En diciembre de 2006, alertados por la historia médica y de abusos de 'Baby P', los servicios sociales de Haringey comenzaron a acudir con frecuencia al domicilio. Una semana después de la primera visita la madre y la abuela del pequeño fueron arrestadas pero, un mes después, fueron puestas en libertad.
Después de esta acción legal la situación siguió empeorando. El bebé volvió a los brazos de su madre y, con ello, a los maltratos físicos. Las constantes visitas de la trabajadora social, los médicos e incluso la inscripción de la madre a un curso de habilidades parentales sirvieron de poco. En junio de 2007 la madre volvía a ser detenida, y puesta en libertad, y los abusos continuaban durante todo el mes de julio.
El tres de agosto, y tras realizar una llamada al servicio de emergencias 999, acababa el sufrimiento y la vida de Baby P. Nada pudo hacerse por salvarle y llegó muerto al hospital.
Los tres presuntos culpables
Ahora, un año después de lo sucedido, las tres personas inculpadas esperan que el próximo 15 de diciembre un tribunal dicte sentencia. Además, la organización encargada de regular a los trabajadores sociales de Reino Unido analiza los fallos cometidos en el caso.
De nada sirvió que el nombre del bebé estuviera varios meses en el registro de personas en riesgos. O que dos trabajadores sociales y un abogado hubiesen sido alertados de la situación del pequeño.
Mientras se conoce la sentencia definitiva, Sharon Shoesmith, directora de los Servicios Infantiles y Juveniles, amenaza con dimitir mientras soporta las críticas de los vecinos de Haringey y de muchos otros británicos conmocionados con este episodio.
No es el primer caso de estas características que se da en Haringey. Victoria Climbie, de ocho años, también fue víctima de abusos por parte de sus cuidadores y falleció en el año 2000.
Precisamente, Lord Laming, que lideró la investigación sobre la muerte de Victoria, revisará las actuales medidas de protección infantil que, una vez más, han quedado en entredicho.
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