Kate McCann acusa a la policía del Algarve de encubrir abusos sexuales
Kate McCann ha acusado a la policía portuguesa de encubrir una serie de casos de abuso sexual infantil antes de ser secuestrada su hija Madeleine
7 mayo 2011
Hace esta afirmación en un nuevo libro Madeleine, en el que la Sra. McCann escribe honestamente sobre su tormento durante los cuatro años transcurridos desde la desaparición de su hija de un apartamento turístico en Praia da Luz, Portugal.
En el libro que será publicado próximamente, la Sra. McCann escribe sobre su temor de que su hija fue secuestrada por un pedófilo y admite que en un tiempo la consumía la imagen mental de su hija mayor siendo “deshonrada” por su secuestrador.
La Sra. McCann y su marido Gerry, ambos médicos de Rothley, Leicestershire, al principio fueron advertidos por Bill Henderson, cónsul británico en la región, de un alarmante número de casos en el Algarve. Henderson contó a los McCann poco después del secuestro (presunto) que había habido “varios casos de hombres metiéndose en la cama con niños”. Cuando la policía hizo público el sumario del caso en el verano de 2008, la Sra. McCann descubrió cinco casos de niños británicos que habían sufrido abusos sexuales en sus camas mientras estaban de vacaciones y mientras sus padres dormían en otra habitación. (Inciso: La Sra. McCann debería buscar nuevos traductores, en ningún lugar del sumario del caso se cita algo semejante, aunque sí es cierto que este párrafo va muy bien para auto exculparse por haber dejado a sus propios hijos solos, “vendiendo” muy hábilmente que hubiese dado igual que ellos no se hubiesen marchado de copas aquella noche.)
Se dice (Inciso: ¿dónde?) que estos incidentes ocurrieron a una hora en coche de Praia da Luz dentro de los tres años anteriores a la desaparición de Madeleine, entonces de tres años, el 3 de mayo de 2007. (Inciso: ¿Y este “periodista” ha contrastado esta información buscando estos presuntos casos en el sumario oficial?)
“Me rompió el corazón leer los terribles relatos de estos devastados padres y las experiencias de sus pobres hijos,” escribe la Sra. McCann, añadiendo: “No obstante, lo que demuestran estos casos, es que los turistas británicos alojados en complejos vacacionales eran claros objetivos... Es tan difícil no gritar a los cuatro vientos el modo en que estos crímenes parecen haber sido barridos debajo de la alfombra.”
La Sra. McCann, 43 años, dice que durante los días que siguieron a la desaparición, le consumía el temor de que su hija estuviera sufriendo abusos. Escribe: “Al principio de ser robada, solo podíamos pensar en pedófilos y esto nos corroía. La idea de que un monstruo semejante estuviera tocando a mi hija, acariciándola, profanando su pequeño cuerpo perfecto, simplemente me mataba una y otra vez...
“Me tendía en la cama, odiando a la persona que nos había hecho esto – la persona que nos había quitado a nuestra pequeña niña y la había aterrorizado. Lo odiaba. Quería asesinarle.”
En una entrevista publicada ayer en The Sun, para coincidir con la publicación del libro el 12 de mayo – en lo que sería el octavo cumpleaños de Madeleine – los McCann hablaron francamente sobre cómo su propia relación había sufrido a raíz del secuestro. El Sr. McCann, 42 años, quien ha vuelto a trabajar como consultor cardiólogo en un hospital universitario, dijo al Sun: “Había veces en que pensaba que nunca volvería a ser la mujer que amo (tiempo verbal utilizado por Gerry).
“Al principio podía entender porqué algo como esto destruye las relaciones. Algunas veces ha sido tan difícil mantener la cabeza a flote. Ahora estamos más o menos en equilibrio.”
La Sra. McCann dijo: “No sabía si volvería a ser la persona que era. Era consciente del efecto que esto tenía sobre Gerry. El necesitaba que estuviera entera y yo simplemente no podía.”
El libro ha sido escrito por la Sra. McCann, quien nunca ha vuelta a trabajar como médico de cabecera, en unos nueve meses y se espera que recaude £1 millón para el fondo creado por la pareja para encontrar a su hija. Este dinero pagará a los detectives privados para que continúen su búsqueda durante aproximadamente dos años. Ella espera que también desencadene más información que sus detectives puedan seguir, ya que inevitablemente cosecha publicidad en todo el mundo.
Incluso antes de la publicación, basándose en las reservas realizadas, el libro encabeza la lista de best-sellers de Amazon (Inciso: por eso lo han bajado deprecio al menos tres veces). En Madeleine, la Sra. McCann habla sobre la culpa de la pareja por dejar a Madeleine y su hermano y hermana gemelos desatendidos en su apartamento mientras ellos cenaban con unos amigos a unas 100 yardas (91 metros) de distancia.
En el relato más detallado de lo ocurrió la noche en que la niña desapareció (Inciso: después del Sumario, claro), la Sra. McCann cuenta cómo buscó desesperadamente a la niña cuando descubrió que Madeleine ya no estaba durmiendo en su cama. Escribe sobre el pánico que se apoderó de ella y cómo se “tambaleo su corazón” al descubrir que una ventana del dormitorio de los niños estaba abierta (Inciso: ya no forzada). Salió corriendo del apartamento en dirección a la mesa donde su marido y sus amigos estaban cenando y comenzó a gritar: “Madeleine ha desaparecido. Alguien se la ha llevado.”
La Sra. McCann también admite haberse convertido en un “detective aficionado” durante una visita al complejo, haciendo que una amiga volviera a recrear el avistamiento de un hombre visto transportando a una criatura, que se cree era Madeleine, mientras se alejaba del apartamento la noche en que la niña desapareció. (Inciso: Qué lástima que la Sra. McCann no convenciera a esa misma amiga a que participara en la reconstrucción PROFESIONAL solicitada por la policía... Diligencia que, inexplicablemente, sigue sin realizarse en medio de absurdas acusaciones de encubrimientos de actos pedófilos. Sigo preguntándome cuándo van a despertar las autoridades lusas para defender su profesionalidad y honorabilidad)
Revela que ha tenido tres sueños similares de volver a estar con su hija. “Dice, la estoy abrazando, estoy tan feliz. Y entonces me despierto. Y por supuesto no está ahí. Admitió, el dolor es atroz.
Traducción de Mercedes