9 de julio de 2009

La confesión: ¿Es la reina de las pruebas?

El Blog de Georges Moréas

En 2001, Marc Machin pasó 48 horas detenido en las instalaciones de la Brigada Penal. Y se derrumbo. Contó cómo había matado a Marie-Agnès Bedot el 1 de diciembre, bajo el puente de Neuilly. Pero todo era probablemente falso... ¿Cómo fue posible tal error? ¿Cómo un funcionario veterano de la policía, un juez de la Instrucción y todo la cadena judicial hasta el jurado del Tribunal de lo penal pudieron equivocarse hasta tal punto?

Y es que nuestra justicia, dígase lo que se diga, sigue obsesionada por la confesión. Cuando una persona niega los hechos, reivindica su inocencia, nos interrogamos. Nos preguntamos si no se trata de un error. Los medios de comunicación diseccionan la investigación, lanzan hipótesis, a veces incluso se crean comités de apoyo. En caso contrario, cuando una persona confiesa su crimen, el caso esta... resuelto, y nadie se hace preguntas. Cuando escribí una entrada sobre Marc Machin, en marzo de 2008, ni siquiera pude encontrar una foto de él. Y me permití concluir con este juego de palabras: Sabes qué, Machin, tu asunto no interesa a nadie.

(Nota de Mila: el sr Móreas hace un juego de palabras intraducible al español, entre Machin, el apellido que quiere decir cacharro o trasto y truc, que quiere decir lo mismo; un Machin-truc o machin-chose, es algo de lo que no se recuerda el nombre o que no tiene nombre conocido. Puede sustituir a Fulano de Tal. Una traducción literal podría ser: Machin, ton truc… Fulano, tu trasto no interesa a nadie).

Sin embargo, a diferencia del derecho civil, donde la confesión tiene un valor probatorio extremadamente fuerte, el Código de Procedimiento Penal (art. 428) presenta la confesión como un simple elemento de prueba que "se deja a la apreciación de los jueces”.

Pero la apreciación de los jueces se basa fundamentalmente en las primeras confidencias hechas en caliente, durante la detención. Un cara a cara entre el sospechoso y el policía en el que cada cual trata de persuadir al otro. Se trata a menudo de una verdadera batalla psicológica con un auténtico reto: la libertad para el uno, el error para el otro. Pero el policía en ese momento puede difícilmente considerar que se equivoca, porque si no está convencido de la culpabilidad de "su" sospechoso, le será muy difícil ser persuasivo (no estamos hablando aquí de la audición de un denunciante o un testigo, sino de un individuo contra el que hay, al menos motivos serios para pensar que es culpable).

De manera extraña, hablamos a menudo de la psicología del criminal - y mucho mas raramente de la del investigador. Si pudiéramos meternos en el yo inconsciente de este último, probablemente nos encontraríamos con este monólogo: formo parte de una institución (policía, gendarmería, justicia) sólida y alrededor mío tengo colegas que piensan como yo. Cierto, yo podría estar equivocado, pero todo el mundo no puede estar equivocado al mismo tiempo! Lo que yo hago está bien. Actúo en el marco de la ley, que me da una cierta autoridad que puedo ejercer si es necesario. Soy un pro (frente a un aficionado), he recibido una formación y tengo experiencia en estas situaciones.

"Es en este contexto en el que el policía construye su identidad social, nos afirma el comisario de División belga, Jean-Paul Wuyts, en su libro Psi y policía (Psychologie policière et interrogatoire). A través de este se reconocerá a sí mismo, a través de este será reconocido por otros, a través de este va a situarse en múltiples categorías socioculturales, mientras se singulariza y se reafirma. Esta representación de sí mismo es necesariamente social. "

Cuando el policía obtiene una confesión de un sospechoso, concibe un legítimo orgullo, por dos razones: ha conseguido rendir a su cliente y ha concluido su investigación. Porque todavía estamos en la cultura de la confesión, e incluso, podría decirse, del cazador y la caza. Con un riesgo, subyacente, el deseo (¿placer?) de tener éxito no puede eclipsar la objetividad?

Pero, ¿qué puede empujar a alguien a confesar un crimen que no cometió? Psicólogos, profesores, magistrados, policías... han tratado de explicar el por qué de tal comportamiento. Creo que la respuesta de base se encuentra en la renuncia, el deseo de que todo se detenga, el síndrome de la pila de platos (rompemos un plato y voluntariamente tiramos la pila al suelo). ¿Saben?, ese sentimiento que cada uno de nosotros ha sentido en un momento o en otro: cuando se ha tocado fondo, ya no se puede caer más! Si todos los platos se rompen, el problema esta resuelto.

Por supuesto, hay otros motivos para las confesiones falsas, como la fragilidad psicológica del sospechoso, la necesidad de presumir, etc.…pero también sucede que la mentira sea el resultado de un cálculo más o menos maquiavélico: Un culpable quiere enredar las pistas... Un inocente proteger a un ser cercano... Un extranjero quiere evitar la extradición... Y también están los mitómanos, los que inventan historias, que tienen ganas de interpretar un papel. Imaginemos que Michael Jackson hubiera sido asesinado, sin duda habría hoy cientos de tarugos que se declararían culpables; como fue el caso en 1932, durante el secuestro del bebe de Charles Lindbergh, cuando más de doscientas personas reivindicaron este secuestro. En cuanto a Bruno Hauptmann, que fue condenado y ejecutado por el secuestro, nunca confesó - y todavía hoy nos preguntamos si no era inocente!

A veces, todo hay que decirlo, las confesiones, ya sean verdaderas o falsas, son obtenidas mediante evasivas, subterfugios del investigador. Por otra parte queda planteada la cuestión de saber si una confesión "suscitada" (por mentiras, engaños e incluso violencias...) no es contraria al principio de la lealtad de la prueba. Así, el Tribunal de Casación (Tribunal Supremo) estimo que un juez de la instrucción no podía mantener una conversación telefónica con un sospechoso, ocultando su identidad, con el fin de obtener pruebas en su contra (Fallo Wilson, 31 de enero de 1998).

La confesión es registrada en actas. Este es el único rastro que subsiste, que seguirá al sospechoso hasta su juicio. Se comprende cuán importante es su redacción. Tanto es así que a veces el policía va a "negociar". Para obtener tal confidencia, puede proponer una presentación más suave de los hechos. No conozco el contenido del acta de la confesión de Marc Machin (foto de la derecha), pero teniendo en cuenta un ejemplo famoso, el interrogatorio de la primera comparecencia de Christian Ranucci (1) es un largo monólogo en el que confiesa su crimen. Esto es lo que dice Serge Portelli, vicepresidente del TGI ( Tribunal de Gran Instancia) de París, en respuesta a las preguntas de La Dalloz, en 2002: "Si usted lee este documento, usted oye al acusado explicando en una sola tirada y de forma espontánea el asesinato. Ninguna pregunta es mencionada. Si nos fijamos más de cerca, aun sin ser un habitual del mundo judicial, sólo con un poco de sentido común, usted constata que las declaraciones de Ranucci son simplemente una sucesión de respuestas a preguntas hábilmente hechas. Comprendemos el pensamiento del juez. Oímos incluso sus palabras, su jerga. ¿Cuál es el valor de estas "confesiones"? En cualquier caso, su peso fue enorme. Las denegaciones posteriores no sirvieron para nada. Ranucci fue condenado y ejecutado, y las preguntas, nos las hacemos hoy. Volverse atrás de una confesión es casi imposible. Una vez que las actas están firmadas, poseen una fuerza irrefutable.

Otro ejemplo (también citado por Serge Portelli), antes que Patrick Dils (2) confesara el asesinato de dos niños hallados muertos en las vías del tren, en Montigny-lès-Metz, en 1986, otros dos sospechosos habían sido interrogados, y también habían admitido los hechos.

Pero las cosas deberían cambiar...

La ley de 15 de junio de 2000 modificó el artículo 429 del Código de Procedimiento Penal precisando que "toda acta de un interrogatorio o audición debe incluir las preguntas a las que se responde". Se acabo, por lo tanto, el famoso "SI" (sur interpellation = interpelado por, preguntado por o sobre…), que florecían en las actas de antaño.

También se puede pensar que la grabación audiovisual de la detención en los casos criminales va a cambiar el comportamiento de los investigadores (y probablemente el de las personas detenidas) aportando más rigor en las audiciones.

La investigación, tanto a nivel policial o de la gendarmería como del juez de Instrucción se vuelve cada vez más técnica, incluso científica. Se deshumaniza. Y curiosamente, la búsqueda de la confesión persiste. Sin embargo, dice Jean-Paul Wuyts, en un muestrario de 350 casos de errores judiciales analizados en los Estados Unidos, entre los condenados a muerte o a fuertes penas de prisión, 49 (11,4%) eran fruto de confesiones obtenidas bajo coacción.

La confesión de un crimen da buena conciencia a los investigadores, a los magistrados y a los ciudadanos que componen el jurado de un Tribunal. Porque "él", ha confesado su crimen, no arriesgamos el error judicial... Es sin duda el principal motivo que justifica esta concentración de medios y esfuerzos en la búsqueda de esta prueba.

Sin embargo, a diferencia del que proclama su inocencia y, a menudo beneficia de la duda que hace nacer en la mente de sus jueces, el acusado que confiesa no obtiene ningún beneficio.

Ya que contrariamente a lo que cabría esperar, pecado confesado, nunca es perdonado.

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1. Christian Ranucci fue condenado a muerte y guillotinado. Hoy en día todo el mundo está convencido de que era inocente, pero todas las solicitudes de revisión (de su caso) han sido rechazadas. Para la justicia, Christian Ranucci es todavía culpable del asesinato de la pequeña Marie Dolores, de ocho años de edad.

2. Patrick Dils, tenía 16 años cuando reconoció haber matado a dos niños. En enero de 1989 fue condenado a cadena perpetua. Su inocencia fue finalmente reconocida en abril de 2002, después de que el asesino en serie Francis Heaulme hubiera dado a entender que se encontraba presente en el lugar en el momento del asesinato. Dils habría recibido un millón de euros en concepto de indemnización. En cuanto a Heaulme, beneficio de un sobreseimiento por estos hechos en 2007.


Nouvel Obs.com

Marc Machin nuevamente acusado por 2 agresiones sexuales

04/07/2009

Es sospechoso de haber agredido sexualmente a dos adolescentes, el 13 de junio cerca de la estación del Metro Jules Joffrin en París. Fue puesto bajo arresto.

Marc Machin, acusado y encarcelado el 17 de junio por agresión sexual agravada, ha sido nuevamente acusado de otras dos agresiones sexuales en París, se supo el viernes 3 de julio de fuente judicial. Es sospechoso de la agresión sexual de dos adolescentes, el 13 de junio cerca del Metro Jules Joffrin (distrito XVIII). En conformidad con la petición del ministerio público, fue arrestado por estas dos agresiones.

7 años de prisión y otro asunto pendiente

Marc Machin ha pasado casi 7 años en prisión por asesinato, antes de ser liberado tras la confesión de otro hombre. Fue detenido nuevamente el 15 de junio, no muy lejos de su casa, en el distrito XVIII de París, por un segundo asunto, luego acusado y encarcelado: es sospechoso de agresión sexual y de haber cometido actos de violencia el 5 de junio contra una mujer de unos treinta años, después de haberla seguido hasta el vestíbulo de su edificio de apartamentos en el distrito XX.

Traducción de Mila