Andreia Lobo| 2009-10-30
Las “historias” de niñas como Maddie, Esmeralda y Alexandra fueron objeto de mucha atención por parte de los medios de comunicación. Aunque informar sobre temas vinculados a malos tratos o delitos cometidos contra niños y jóvenes constituye un desafío que requiere una reflexión ética.
“Cuando estoy escribiendo y no consigo la información hasta las 17 horas, salgo a las 18, y tengo 2 mil caracteres para escribir no es una broma...” El desahogo de la periodista Leonor Paiva Watson resume la dificultad de los profesionales de los medios de comunicación para obtener información a través de fuentes oficiales. Sobre todo cuando está en causa el tratamiento de temas relacionados con la protección de niños y jóvenes en riesgo y en juego cuestiones como la protección de la intimidad y privacidad de menores.
Del lado de quien puede hacer declaraciones también hay quejas: “Cuando al amparo del artículo 90 (de la Ley de Protección de Niños y Jóvenes en Peligro) proporcioné información, mis declaraciones fueron tergiversadas y desde entonces no he vuelto a pronunciarme”, se defiende un miembro de una Comisión de Protección de Niños y Jóvenes, presente en el seminario “La Cultura de la Infancia en una Sociedad Democrática”, organizada por la Comisión Nacional de Protección de Niños y Jóvenes en Riesgo, que tuvo lugar ayer en la Fundación Dr. António Cupertino Miranda, en Oporto.
Informar sobre casos de malos tratos y delitos contra la infancia es un tema de interés público innegable. Pero lo efectos de la forma en que estos temas son tratados tiene siempre dos caras, una positiva, la de la denuncia, otra negativa, la de la exposición de los protagonistas. Es entre el juego de unos y otros donde debe situarse el periodista. No informar sería censura. Revelar pormenores que identifiquen a los niños y que puedan llegar a perjudicar su desarrollo como sujetos de derecho es sensacionalismo.
Pero ¿cuál es el interés en contar esas “historias” dramáticas, que algunas veces incluso tienen contornos perversos y raramente finales felices? Como la de la niña víctima de abusos de su padre que es retirada de su familia y llevada a un hogar de acogida. O la de la prostituta que cría a sus cinco hijos en pensiones hasta que la Seguridad Social interviene para darle otra oportunidad de vida. Leonor Paiva Watson responde: “Construir una historia para que al leerla alguien se identifique con ella puede dar a esa persona un motivo de esperanza...”
Sin fuentes no hay “historias”. Alguien tiene que hablar con el periodista. Darle los datos, información, aclarar hechos y contextos. “Es necesario que atiendan al teléfono y no comprometan la verdad”, apela Leonor Paiva Watson. Asegurar a las fuentes que la información facilitada no será desvirtuada y esperar que la fuente ayude a aclarar todo lo necesario, parece simple, pero es necesario que exista confianza por ambas partes.
Y “para que exista confianza tiene que existir un mínimo conocimiento del sistema (legal) aunque hay un gran número de periodistas que me abordan sin tener la más mínima idea de lo que están preguntando...”, reveló una magistrada, también durante la jornada, afirmando que en sus funciones nunca había tenido ningún sinsabor en el contacto con los medios de comunicación y subraya su predisposición para ofrecer el máximo de explicaciones cuando se le piden.
A pesar de las tensiones que puede genera la búsqueda de información en los agentes más directos de acceso a la misma, Armando Leandro, presidente de la Comisión Nacional de Protección de Niños y Jóvenes en Riesgo, prefirió remarcar la idea de que “los medios de comunicación forman parte del sistema de protección y defensa de los derechos de los niños”. Por el papel que desempeñan en la garantía del derecho a la palabra y la participación. “Todo lo que dice respecto a la infancia es de interés público porque no hay desarrollo humano sin calidad de infancia y el niño ha dejado de ser considerado solo en el ámbito familiar. Sin embargo, es necesario tener siempre en mente que “hay límites” cuando la esfera de lo privado y de seguridad están en riesgo, alerta Armando Leandro.
Documentos de relevo nesta matéria para pais e professores:
Lei de Protecção de Crianças e Jovens em Perigo - Lei n.º 147/99 de 1 de Setembro e respectivas alterações publicadas pela Lei n.º 31/2003 de 22 de Agosto.
Decreto-Lei n.º 98/98 de 18 de Abril sobre a criação da Comissão Nacional de Protecção das Crianças e Jovens em Risco.
"Uma Aventura na Terra dos Direitos", de Paula Guimarães, editado pelo Instituto da Segurança Social.
Traducción de Mercedes
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