EXCLUSIVA para mccannfiles.com
By Dr Martin Roberts
14 December 2009
Durante más de dos años un número significativo de personas se ha aferrado a cada palabra de los McCann. Durante ese mismo tiempo un número igualmente significativo ha permanecido sorprendido y desconcertado de que los McCann no se hayan aferrado ellos mismos a sus propias palabras. A primera vista, mucho de lo que han dicho ha sido, desde el principio, nada más que auto-inculpatorio, pero uno no tiene que retroceder dos años enteros para llegar a esa conclusión. Salidas verbales más recientes sirven para poner de relieve esta paradoja igual de bien.
Preguntados no hace mucho tiempo por la formidable periodista portuguesa Sandra Felgueiras, Gerry McCann justificó la presente demanda por difamación contra Gonçalo Amaral con una típica muestra de hipocresía:
GM: “Hay… hay una diferencia entre, creo, libertad de expresión y pruebas que sustenten una teoría. Lo que han dicho los jueces es que: no hay pruebas que apoyen su teoría por lo que no debería decirlo.”
La trampa lógica aquí es obvia: Si “no hay pruebas” implica que “no hay comentario justificable”, entonces por qué hemos tenido que ser tolerantes mientras éramos bombardeados hasta la nausea con el “secuestro” de Madeleine McCann, algo para lo que no ha aparecido ni una sola prueba. Ninguna prueba de un intruso(s). Ninguna prueba de agresión contra la persona. Ninguna prueba de secuestro, ni de huida de las inmediaciones. Es una teoría sin fundamento que nunca debió haber sido expuesta públicamente. Pero lo fue; a la primera oportunidad, y en contradicción directa con las instrucciones de la policía de no llamar la atención de los medios (un temprano ejemplo de la cooperación de los McCann con las autoridades).
Gerry McCann es por supuesto adepto de la supervisión estratégica a la hora de ofrecer respuestas simplistas a periodistas inquisitivos.
GM: “Ese… ese… ese artículo que fue escrito, en junio, fue el resultado directo de la llamada de una periodista a todos nosotros diciendo: “qué nos puede decir sobre ello”. Y nosotros teníamos instrucciones explícitas de no hablar sobre, errr… los detalles del caso en… bajo secreto judicial. Así que eso es lo que hizo la gente. Y, errm… no creo, tú sabes, que debiera considerarse un pacto de silencio. Nos dijeron que eso es lo que teníamos que hacer. Y no esperarías que los testigos de otros casos, en cualquier país, anduvieran por ahí divulgando información que podría serle útil al autor del delito.”
O llamando la atención internacional sobre el coloboma de Madeleine, nuevamente en contra del consejo de la policía.
Kate McCann en persona está feliz de volver a exponer este caso de “defensa/alegato especial”:
KM: “Hay que preguntarse porqué un ex inspector de la PJ querría convencer a la población que Madeleine está muerta, sin absolutamente ninguna prueba de ello.”
Parafraseando inevitable no es otra cosa que auto-explicatorio. “”Hay que preguntarse porqué una ex médico y su marido querrían convencer a la población que Madeleine fue secuestrada, sin absolutamente ninguna prueba de ello.”
Un episodio bastante más extenso de esta misma entrevista, muestra una verdadera mezcla de cinismo (algunos podrían llamarlo estupidez) por parte de los entrevistados.
SF: “Esta es la primera vez que nos conceden, errr… una gran entrevista, errr… sin ser arguidos… sin ser arguidos, desde entonces. Errr… Por lo tanto ahora me siento libro para preguntarles esto directamente: ¿Cómo explican la coincidencia del olor a cadav.. a cadáver encontrado por los perros británicos, no los portugueses?”
KM: “Sandra, quizás deberías preguntárselo a la judiciaria porque ellos han examinado todo esto…”
SF: “Pero ellos no tenían una explicación para eso.”
(La cuestión aquí, recuerden, es “¿cómo explicar el comportamiento del perro(s) rastreador de cadáver?” Los siguientes comentarios de Kate McCann no tienen ninguna relación a esa pregunta, mucho menos una respuesta a ella, tal como la entrevistadora establece rápidamente).
KM: “Quiero decir, nosotros obviamente somos la mamá y el papá de Madeleine y estamos desesperados para que la gente nos ayude a encontrar a Madeleine, que es por lo que estamos hoy aquí. La mayor parte de la gente es inherentemente buena y yo creo que la mayor parte de la gente en Portugal es inherentemente buena gente y nosotros les estamos preguntando si nos ayudarían a difundir este mensaje a esa persona o personas que sabe algo.”
SF: ¿Entonces no tienen una explicación para eso?”
GM: “Pregúntaselo a los perros, Sandra.”
SF: “¿Pregúntaselo a los perros? No, Gerry. Ahora creo… bueno, yo… me siento libre de preguntarle. Errr… ¿No se siente libre para contestarme?
GM: “Puedo decirle que obviamente hemos estudiado las pruebas sobre, errr… los perros rastreadores de cadáver y son increíblemente poco fiables.”
SF: “¿Poco fiables?”
GM: “Perros rastreadores de cadáver, sí. Eso es lo que muestran las pruebas, si son puestos a prueba científicamente.”
Bien, aquí tenemos un comentario inolvidable; una absurda arrogancia que sin duda será recordada por futuros comentaristas como una gran marca de agua en esta interacción entre lo crítico y lo insensible: “Pregúntale a los perros Sandra.” (Lo hizo Gerry, pero no prestaban atención”).
Si esto es el reflejo del intelecto de un cardiólogo, entonces sería aconsejable que sus pacientes busquen una segunda opinión incluso antes de que les ofrezcan la primera. El día que el recolector de trufas espere que su perro describa las condiciones del suelo en el que este hongo en particular tiene más posibilidades de prosperar es el día en que el hombre deja de ser el compañero dominante.
Por lo tanto, Gerudite McCann cambia rápidamente hacia su consideración anterior de aun mayor “prueba”, esta vez sobre la poca fiabilidad de los perros rastreadores de cadáver, “si son puestos a prueba científicamente.”
Eso es lo que muestran las pruebas, ¿no es así? ¿Qué pasa con, “Los médicos son asesinos, según el registro histórico”? (pruebas, si se quiere). ¿Debemos dar algunos nombres? William Palmer, Thomas Smethurst, Edward Pritchard, Buck Ruxton, Crippen, Shipman... Jack the Ripper!
Bueno, por supuesto no todos los médicos son asesinos, ni figuran todos en el catálogo histórico de médicos homicidas. ¿Han sido todos los perros rastreadores de cadáver “puestos a prueba científicamente” de la forma aludida? No, no lo han sido. ¿Participaron Eddie y Keela en los “experimentos” que Gerry McCann cita de forma tan entusiasta? No, no lo hicieron. ¿Y qué hay sobre esos perros que sí lo hicieron? ¿Cómo exactamente fueron puestos a prueba “científicamente”? En pocas palabras, fueron puestos a prueba en condiciones similares al enmascaramiento perceptivo, donde se les pidió que aislaran un olor en una atmósfera contaminada con toda clase de camuflajes no tan aromáticos. Por lo que, quizás cometieron uno o dos errores, al igual que los accidentes de tráfico tienden a ocurrir en condiciones de niebla; un destino no sorprendente para un animal de experimentación.
Pero ¿qué pasa con Eddie y Keela? Fueron llamados para trabajar en un entorno controlado, por lo que a ellos concierne, con solo dos ingredientes: el que estaban entrenados para aislar y el aire Mediterráneo normal. Difícilmente una receta para la poca fiabilidad. La amplia tasa de éxitos de estos animales en concreto en colaboración con numerosas autoridades policiales es en sí mismo una prueba de su fiabilidad. Esa es la prueba relevante. Si los conocimientos de medicina y cardiología de Gerry McCann son tan cuestionables como su entendimiento de principios científicos, entonces debería ser percibido como un peligro para sus pacientes.
Por lo tanto, volviendo a la pregunta sin respuesta de Sandra Felgueiras, ¿tenemos ya una explicación satisfactoria (en oposición a una "absolutamente inocente", es decir, falsamente hipotética) de la coincidencia de olor a cadáver en la ropa McCann, el domicilio McCann, el vehículo McCann, y otros artefactos McCann (juguete de peluche, las llaves del coche)? ¿O es que se espera que suscribamos tales nociones extravagantes como niños de dos años aficionados a Sea Bass (personaje de Dumb y Dumber/Tonto y retonto, interpretado por Cam Neely) , al igual que esa costumbre de los médicos de cabecera de asistir a las autopsias llevando puesta la misma ropa con la que va a la playa, cuando, en realidad, la mayoría de ellos son reacios a asistir a las autopsias?
Por lo que, vamos a cortar la persecución.
Sandra Felgueiras plantea después a los McCann dos preguntas sin relación: la primera, relativa a la angustia personal de Kate en el momento de su interrogatorio en la PJ; la segunda, esas explicaciones que podrían ofrecer a sus otros hijos en el futuro. Las respuestas son emparejadas aquí ya que se centran en el mismo tema importante – la verdad.
Kate McCann: “Lo hice. Quiero decir, Yo… Yo sé la verdad, Sandra. ¿Sabes lo que quiero decir? Todo lo que quiero es encontrar a Madeleine. Estaba disgustada…”
Gerry McCann: “Bueno, responderemos a sus preguntas. Iremos respondiendo a lo que nos pregunten y les diremos exactamente lo que sucedió y qué información tenemos. Lo que saben, es que seguimos buscando a su hermana. Ellos quieren que la gente busque a su hermana.”
Es importante para entender todo este triste cuento, que se reconozca un simple hecho sobresaliente: Los McCann siempre han mantenido que ellos no estaban presentes cuando su hija Madeleine fue “llevada”. (Kate McCann citada en el Sunday Mirror del 5 de agosto de 2007: “Me siento desesperadamente arrepentida hacia ella porque no estábamos allí.” Y, posteriormente, participando en “Oprah”: “Quiero decir, errm… como tú dices, sé que puedo perseguirme cada día sobre eso y me siento fatal porque no estábamos allí en ese minuto”).
Por lo tanto no saben lo que ocurrió. No estaban allí, y ninguna suposición retrospectiva puede ser calificada como conocimiento sin pruebas que la sustenten. Este es el gran principio que los McCann en persona están utilizando para justificar su demanda contra Gonçalo Amaral. Esto suscita la pregunta de cómo se proponen los McCann contarle a sus gemelos “qué le ocurrió” a Madeleine en el contexto del secuestro, cuando su continua protesta es, en efecto, que ellos no lo saben. No pueden saberlo. Los gemelos ya se han dado cuenta que Madeleine ha desaparecido y eso básicamente es todo lo que puede decirse. Aunque Kate McCann es muy clara sobre el conocimiento de “la verdad”. ¿La verdad sobre qué? Ciertamente no la verdad en relación a un secuestro, sobre el cual no ha habido nada más que incertidumbre desde el principio. Cualquiera en posesión de la verdad a ese respecto hubiera disipado tal incertidumbre hace mucho tiempo. El hecho de que esto no ha ocurrido indica que la verdad a la que alude Kate McCann es algo totalmente diferente. Es una especie de verdad que uno desea y cree que surgirá en el curso de un proceso judicial, a pesar del perjurio.
Traducción de Mercedes
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