EDITORIAL
15 | 12 | 2009 08.33H
Isabel Stilwell | editorial@destak.pt

Se trata de la emocionante continuación de una primera obra en la que el autor defendía, basándose en pruebas rechazadas por un juez (lo que solo ayuda a engrosar la cábala), que los padres de una niña que él mismo fue incapaz de encontrar, eran, al final, los autores del homicidio, que el mismo fue incapaz de probar. Se olvidó de cambiar los nombres de los personajes y explicar que se trataba de una ficción y, curiosamente, se le va a apercibir porque, al matrimonio citado no le gustó la acusación y pidió que el libro fuese prohibido, demandando al escritor novel. De hecho, estos extranjeros son incluso tan exquisitos: se ofenden solo porque un tipo anda por ahí diciendo, y escribiendo, que asesinaron a su propia hija. Francamente.
Aparentemente molesto porque un tribunal lo condenó por contar mal la historia de Joana, y porque le han retirado de los escaparates la fábula creada en torno a Maddie, y encima obligado a probar en un tribunal sus afirmaciones, decidió ahora explicarnos porqué la providencia cautelar está mal fundamentada, y como todo esto no pasa de ser un intento para silenciarlo
Se sospecha que en el país de Gonçalo Amaral no existen tribunales. ¿Para qué sirven si nunca le dan la razón, impiden venganzas personales y defienden a personas que, no habiendo sido condenadas, tienen el derecho de ser consideradas inocentes? Habría que sustituirlos por librerías.
© Traducción de Mercedes