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24 Horas
Caja superior derecha: Relación: Marcós Aragão Correia, abogado de Leonor Cipriano, relaciona muchas veces el caso de Joana con el de Maddie, también investigado por Gonçalo Amaral. En la carta de Leonor, este ex inspector de la PJ es acusado una vez más.
Apelo por “un entierro digno” para Joana
Después de haber admitido Leonor Cipriano que su hija está muerta y enterrada “en los montes de Figueira”, Pereira Cristóvão y sus colegas apelan para que sea revelado el lugar exacto
Apelo por “un entierro digno” para Joana
Después de haber admitido Leonor Cipriano que su hija está muerta y enterrada “en los montes de Figueira”, Pereira Cristóvão y sus colegas apelan para que sea revelado el lugar exacto
Texto-Miguel Maruja
La sociedad portuguesa le debe a la pequeña Joana un último gesto: “Encontrar su cuerpo y darle un funeral digno”. El llamamiento es de Paulo Pereira Cristóvão, antiguo inspector de la Policía Judiciaria que estuvo implicado en la investigación del caso, ahora que Leonor Cipriano, madre de Joana, ha confesado que la niña de 8 años fue asesinada y enterrada “allá por la cima de los montes de Figueira”.
La idea de este llamamiento “nació a partir del momento en que, por primera vez en cuatro años, Leonor Cipriano admite aquello que la investigación concluyó” en ese momento, explica Pereira Cristóvão a 24horas.
El ex inspector, autor de un libro sobre el caso, acompaña en esta voluntad a sus compañeros que, en 2004, estuvieron sobre el terreno investigando el caso, Marques Bom, Leonel Marques y Gonçalo Amaral
El pasado viernes, el abogado de Leonor Cipriano, Marcos Aragão Correia, divulgó una confesión escrita en la que la madre de Joana admitió que su hermano João, mató a la niña a golpes y la enterró después.
“Ahora tenemos la asunción de una muerte, aunque sea imputando al hermano, lo más importante es encontrar lo que quede del cuerpo de Joana, para darle entierro”, dice Pereira Cristovão.
Para que esto suceda, solo hay una manera: “Los medios tienen que empezar a levantar el tema, suscitar una voluntad colectiva para hacer presión. Puede ser que, así, llegue otra carta en la ella (Leonor) diga alguna cosa más”, ironiza el ex inspector.
Un llamamiento hecho como ciudadanos y no como policías
Pereira Cristóvão destaca que lo que los motiva no es la venganza por la acusación de Leonor por la supuesta tortura, durante su detención en septiembre de 2004, y cuyo juicio discurre actualmente. Sino que lo hacen como ciudadanos, él y sus compañeros, no como policías.
“Esto no tiene nada que ver con el proceso, ni con las acusaciones. Lo que me mueve, lo que nos motiva, es una cuestión de humanidad. Le debemos eso a la niña, todos nosotros, como sociedad, nos portamos mal. Debemos este último gran favor a Joana”, explica el autor de “La Estrella de Joana”.
Las autoridades policiales no pueden, no hacer nada, aclara Pereira Cristóvão. “La policía solo puede actuar en el ámbito de un proceso criminal” y el homicidio de Joana ya ha sido juzgado. “Hasta el momento, hasta que se sepa dónde está el cuerpo, tendremos que ser nosotros quienes hagan presión.”
El tribunal consideró que había suficientes pruebas y condenó a Leonor y a João Cipriano por la muerte de la niña. Pero nunca se encontró el cuerpo.
En la confesión escrita que la madre hizo pública ahora, por medio de su abogado, Leonor dice que solamente su hermano João sabe el lugar exacto en que reposan los restos mortales.
La madre y el tío tendrán que dar una pista más concreta
Son 40 ó 50 kilómetros cuadrados para rastrear, lo que convierte en casi imposible que se encuentren los restos mortales de Joana
Texto – Miguel Maruja
Es casi imposible encontrar el lugar donde habría sido enterrado el cuerpo de Joana Cipriano, sin que su tío o su madre lo digan, admite Pereira Cristóvão, que participó en 2004 en la investigación sobre la desaparición de la pequeña.
Según el ex inspector de la PJ, Leonor Cipriano “está dando una señal” al indicar como lugar del enterramiento “la cima de los montes de Figueira”, en Portimão. Pero esta indicación es insuficiente.
“Son kilómetros para rastrear, en aquel momento lo batimos todo, pozos y fosas, algunos estaban en uso, incluso con buceadores. Pero es imposible rastrear 40 ó 50 kilómetros cuadrados, no hay medios humanos y técnicos para hacerlo”, explica Pereira Cristovão a 24horas.
Si ahora la Policía Judiciaria resolviera escudriñar el terreno, serían apenas “paseos turísticos a Figueira”. Las autoridades “no tienen datos para abrir un proceso de búsqueda”. Por lo tanto, no tiene cabida en los procedimientos de la policía”. “Tampoco hay medios” para realizar esa eventual búsqueda.
Sin datos para el proyecto
Solo si Leonor “habla de un lugar concreto los medios policiales podrían actuar de inmediato”.
Por este motivo, los cuatro inspectores que tienen voluntad de realizar un entierro digno para Joana no adelantan ningún plazo para su iniciativa. Dependerá de que Leonor –o João, su hermano- digan el lugar exacto “de la inmensidad de la serranía de Figueira”, como dice Pereira Cristóvão, dónde fue enterrado el cuerpo de la niña.
Inspectores acusados
Transcurre desde octubre de 2008 el juicio contra cinco inspectores y ex inspectores de la Policía Judiciaria acusados de agresión a Leonor Cipriano, cuando detuvieron a la misma por sospecha de su implicación en la desaparición de su hija Joana. Tres de los inspectores han sido acusados por un delito de tortura, uno de no haber prestado auxilio y por omisión de denuncia y un quinto de falsificación de documento público. Los arguidos están siendo juzgados por un tribunal con jurado.
Quien la mató fue mi hermano
La confesión escrita de la madre
“Quien la mató fue el monstruo de mi hermano, João Cipriano”. La acusación de Leonor está escrita en una carta de ocho páginas entregadas el viernes pasado en el Tribunal de Faro, en las que narra una nueva versión de lo que le habría sucedido a su hija Joana en 2004.
Según el documento –escrito por Marcos Aragão Correia, pero dictada y firmada por Leonor, como reveló su abogado-, la niña habría oído una conversación entre la madre y el tío, en la que los dos acordaban la venta de Joana a un matrimonio conocido, por una supuesta dificultad financiera.
Aquél 12 de septiembre, João Cipriano “a las 20h00 envió a Joana a comprar a la pastelería Célia. Joana salió, João guardó ropa suya en una bolsa de plástico no volviendo más, ni con el saco, ni con Joana”.
Más tarde, su hermano volvió sin la sobrina, ni el dinero, pero con sangre en los pantalones. João habría dicho que la niña oyó la discusión con el matrimonio, “cuando los tipos dijeron que no tenía dinero” y se dio cuenta “que pasaría por vez”. Para acallarla, su la golpeó hasta que acabó por matarla, afirma ahora Leonor Cipriano, que antes dijo no conocer el paradero de la niña.
“Gonçalo Amaral lo sabe”
“Yo no la maté”, insiste la madre, que mientras tanto parece saber donde se encontraría el cuerpo: está “allá por los montes de Figueira”, enterrada por su tío.
En el escrito, Leonor acaba pidiendo perdón a su hija y culpando al ex inspector de la Policía Judiciaria (PJ), Gonçalo Amaral, de conocer los hechos y haberlos ignorado. “Si el Sr. Gonçalo lo sabe, entonces ¿por qué ordenó que me golpearan? ¿Por qué?, puede leerse.
El inspector ahora retirado de la PJ niega las acusaciones y ataca: “Esa señora ha dicho muchas cosas, está declarada como psicópata social por el Instituto Nacional de Medicina Legal, por lo tanto, miente por naturaleza”. También su abogado. António Cabrita, resta valor a la acusación, no creyendo que se trate de un discurso proferido por Leonor, sino dictado por otra persona.
Traducción de Mercedes
La sociedad portuguesa le debe a la pequeña Joana un último gesto: “Encontrar su cuerpo y darle un funeral digno”. El llamamiento es de Paulo Pereira Cristóvão, antiguo inspector de la Policía Judiciaria que estuvo implicado en la investigación del caso, ahora que Leonor Cipriano, madre de Joana, ha confesado que la niña de 8 años fue asesinada y enterrada “allá por la cima de los montes de Figueira”.
La idea de este llamamiento “nació a partir del momento en que, por primera vez en cuatro años, Leonor Cipriano admite aquello que la investigación concluyó” en ese momento, explica Pereira Cristóvão a 24horas.
El ex inspector, autor de un libro sobre el caso, acompaña en esta voluntad a sus compañeros que, en 2004, estuvieron sobre el terreno investigando el caso, Marques Bom, Leonel Marques y Gonçalo Amaral
El pasado viernes, el abogado de Leonor Cipriano, Marcos Aragão Correia, divulgó una confesión escrita en la que la madre de Joana admitió que su hermano João, mató a la niña a golpes y la enterró después.
“Ahora tenemos la asunción de una muerte, aunque sea imputando al hermano, lo más importante es encontrar lo que quede del cuerpo de Joana, para darle entierro”, dice Pereira Cristovão.
Para que esto suceda, solo hay una manera: “Los medios tienen que empezar a levantar el tema, suscitar una voluntad colectiva para hacer presión. Puede ser que, así, llegue otra carta en la ella (Leonor) diga alguna cosa más”, ironiza el ex inspector.
Un llamamiento hecho como ciudadanos y no como policías
Pereira Cristóvão destaca que lo que los motiva no es la venganza por la acusación de Leonor por la supuesta tortura, durante su detención en septiembre de 2004, y cuyo juicio discurre actualmente. Sino que lo hacen como ciudadanos, él y sus compañeros, no como policías.
“Esto no tiene nada que ver con el proceso, ni con las acusaciones. Lo que me mueve, lo que nos motiva, es una cuestión de humanidad. Le debemos eso a la niña, todos nosotros, como sociedad, nos portamos mal. Debemos este último gran favor a Joana”, explica el autor de “La Estrella de Joana”.
Las autoridades policiales no pueden, no hacer nada, aclara Pereira Cristóvão. “La policía solo puede actuar en el ámbito de un proceso criminal” y el homicidio de Joana ya ha sido juzgado. “Hasta el momento, hasta que se sepa dónde está el cuerpo, tendremos que ser nosotros quienes hagan presión.”
El tribunal consideró que había suficientes pruebas y condenó a Leonor y a João Cipriano por la muerte de la niña. Pero nunca se encontró el cuerpo.
En la confesión escrita que la madre hizo pública ahora, por medio de su abogado, Leonor dice que solamente su hermano João sabe el lugar exacto en que reposan los restos mortales.
La madre y el tío tendrán que dar una pista más concreta
Son 40 ó 50 kilómetros cuadrados para rastrear, lo que convierte en casi imposible que se encuentren los restos mortales de Joana
Texto – Miguel Maruja
Es casi imposible encontrar el lugar donde habría sido enterrado el cuerpo de Joana Cipriano, sin que su tío o su madre lo digan, admite Pereira Cristóvão, que participó en 2004 en la investigación sobre la desaparición de la pequeña.
Según el ex inspector de la PJ, Leonor Cipriano “está dando una señal” al indicar como lugar del enterramiento “la cima de los montes de Figueira”, en Portimão. Pero esta indicación es insuficiente.
“Son kilómetros para rastrear, en aquel momento lo batimos todo, pozos y fosas, algunos estaban en uso, incluso con buceadores. Pero es imposible rastrear 40 ó 50 kilómetros cuadrados, no hay medios humanos y técnicos para hacerlo”, explica Pereira Cristovão a 24horas.
Si ahora la Policía Judiciaria resolviera escudriñar el terreno, serían apenas “paseos turísticos a Figueira”. Las autoridades “no tienen datos para abrir un proceso de búsqueda”. Por lo tanto, no tiene cabida en los procedimientos de la policía”. “Tampoco hay medios” para realizar esa eventual búsqueda.
Sin datos para el proyecto
Solo si Leonor “habla de un lugar concreto los medios policiales podrían actuar de inmediato”.
Por este motivo, los cuatro inspectores que tienen voluntad de realizar un entierro digno para Joana no adelantan ningún plazo para su iniciativa. Dependerá de que Leonor –o João, su hermano- digan el lugar exacto “de la inmensidad de la serranía de Figueira”, como dice Pereira Cristóvão, dónde fue enterrado el cuerpo de la niña.
Inspectores acusados
Transcurre desde octubre de 2008 el juicio contra cinco inspectores y ex inspectores de la Policía Judiciaria acusados de agresión a Leonor Cipriano, cuando detuvieron a la misma por sospecha de su implicación en la desaparición de su hija Joana. Tres de los inspectores han sido acusados por un delito de tortura, uno de no haber prestado auxilio y por omisión de denuncia y un quinto de falsificación de documento público. Los arguidos están siendo juzgados por un tribunal con jurado.
Quien la mató fue mi hermano
La confesión escrita de la madre
“Quien la mató fue el monstruo de mi hermano, João Cipriano”. La acusación de Leonor está escrita en una carta de ocho páginas entregadas el viernes pasado en el Tribunal de Faro, en las que narra una nueva versión de lo que le habría sucedido a su hija Joana en 2004.
Según el documento –escrito por Marcos Aragão Correia, pero dictada y firmada por Leonor, como reveló su abogado-, la niña habría oído una conversación entre la madre y el tío, en la que los dos acordaban la venta de Joana a un matrimonio conocido, por una supuesta dificultad financiera.
Aquél 12 de septiembre, João Cipriano “a las 20h00 envió a Joana a comprar a la pastelería Célia. Joana salió, João guardó ropa suya en una bolsa de plástico no volviendo más, ni con el saco, ni con Joana”.
Más tarde, su hermano volvió sin la sobrina, ni el dinero, pero con sangre en los pantalones. João habría dicho que la niña oyó la discusión con el matrimonio, “cuando los tipos dijeron que no tenía dinero” y se dio cuenta “que pasaría por vez”. Para acallarla, su la golpeó hasta que acabó por matarla, afirma ahora Leonor Cipriano, que antes dijo no conocer el paradero de la niña.
“Gonçalo Amaral lo sabe”
“Yo no la maté”, insiste la madre, que mientras tanto parece saber donde se encontraría el cuerpo: está “allá por los montes de Figueira”, enterrada por su tío.
En el escrito, Leonor acaba pidiendo perdón a su hija y culpando al ex inspector de la Policía Judiciaria (PJ), Gonçalo Amaral, de conocer los hechos y haberlos ignorado. “Si el Sr. Gonçalo lo sabe, entonces ¿por qué ordenó que me golpearan? ¿Por qué?, puede leerse.
El inspector ahora retirado de la PJ niega las acusaciones y ataca: “Esa señora ha dicho muchas cosas, está declarada como psicópata social por el Instituto Nacional de Medicina Legal, por lo tanto, miente por naturaleza”. También su abogado. António Cabrita, resta valor a la acusación, no creyendo que se trate de un discurso proferido por Leonor, sino dictado por otra persona.
Traducción de Mercedes