29 de junio de 2009

Caso Madeleine McCann - Maddie: ¿paradojas en la prensa portuguesa?

Paulo Sargento - Câmara de Comuns

Hoy, se firmó, en Loures, un protocolo entre autoridades policiales y judiciales y otras instituciones públicas y privadas con el objetivo de poner en funcionamiento un sistema de alerta para niños desaparecidos, recurriendo a una red de difusión rápida y eficaz de información relevante para la recuperación de esos mismos niños.

Al contrario de lo que sería de esperar, teniendo en cuenta la relevancia del tema, el acontecimiento no tuvo la divulgación merecida. Pocos fueron los medios de comunicación que le dedicaron espacio o, por lo menos, hicieron referencia.

Con todo, dos medios de la prensa escrita diaria generalista, con perfiles diferentes (uno más popular y, con inclinación de tabloide y otro menos popular y más políticamente correcto) se hicieron eco de una “noticia” del tabloide británico “The Sun”, noticia que constituyó una especia de réquiem vergonzoso de un campaña de noticias, cuyo tema central y fue objeto de llamamientos que realicé ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y Amnistía Internacional. Me refiero a las supuestas investigaciones de dos detectives privados (jubilados de la policía británica) emprendidas, por encargo de los McCann, sobre un ciudadano británico de 64 años, Raymond Hewlett, que se encuentra sometido a un tratamiento de quimioterapia por un cáncer de garganta en fase terminal. Ahora, que se sepa, ninguno de los dos detectives tiene una orden de registro de ninguna institución de ningún Estado Europeo, para realizar tales diligencias. También, que se sepa, este ciudadano ya había sido investigado por la policía judiciaria que portuguesa (tal y como consta en el proceso) y fue descartado como sospechoso. Entonces, ¿qué interés tiene este ciudadano para el proceso Maddie? Esta pregunta encuentra respuesta en todos los procesos de la vida humana donde los moribundos ganan, súbitamente, protagonismo, en la medida en que pueden constituir, simultáneamente, chivos expiatorios y guardadores seguros y eternos de “secretos malos”.

Las noticias sobre este ciudadano han disminuido bastante. Ya que durante los últimos días ha aparecido otro sospechoso potencial que, por casualidad, está preso en una de las islas británicas. La noticia que los dos periódicos portugueses citados transcriben, ya obsoleta con motivo del nuevo conjunto de sospechosos (uno para cada día de la semana, como sugiere, con acertada ironía, el Periodista Duarte Levy), se refiere a una hipotética y no confirmada investigación de la furgoneta que fue propiedad del Sr. Raymond Hewlett. Según los dos detectives, la investigación a esta furgoneta es vital porque se podría encontrar en ella “un simple cabello o una fibra (que pudieran) facilitar la información por la que todos están desesperados.” Antes de continuar, ¿quienes son “todos” los que “están desesperados”? En segundo lugar ¿por qué motivo se desvalorizaron indicios forenses encontrados en cierto Renault Scenic gris, hace dos años, y se van a valorizar, ahora, los de esta furgoneta “Dodge” azul? En tercer lugar, no parece que el archivado caso Maddie haya dejado de serlo, por lo menos hasta la fecha en que escribo este post.

Ha sido, por lo tanto, para mi, una desilusión ver que dos grandes periódicos portugueses hicieran un copy/paste de una noticia (que ya no lo era antes de querer serlo) sin confirmar la información ofrecida por un tabloide que, en sede propia, tendrá que justificar algunas de esas noticias. Estaría bien que estos dos periódicos hubiesen privilegiado, hoy, la buena nueva que constituyó un nuevo y más rápido sistema de recuperación de niños desaparecidos en vez de traducir las últimas notas de un réquiem para muertes anunciadas de teorías inconsistentes o, incluso, absurdas.

Ya que se habló de cabellos y de fibras, estoy expectante por saber lo que dirán los tabloides de una ciertas fibras, de un cierto “tejido” perdido en el caso Maddie, y que dentro de algunos días será objeto de análisis público…

Hasta pronto

Publicado por Paulo Sargento
Psicólogo forense y Profesor Universitario

© Traducción de Mercedes