Edición Oporto - 4 Marzo 2010
Cartas al Director - Carta abierta al matrimonio McCann
Probablemente los señores McCann no leen el “Público” ni entienden portugués, aunque los amplios recursos que utilizan para seguir todo lo que se dice sobre ellos podrán encontrar esta carta y hacerla llegar a su destino debidamente traducida.
Antes de seguir, reconozco que perder una hija, especialmente de esa edad, es muy duro y siempre me sorprendió la forma tan controlada y sin sentimientos con las que se enfrentaron al caso, aunque nosotros somos mediterráneos y ustedes tienen otro temperamento.
Yo compré y leí, antes de ser prohibido, el libro de Gonçalo Amaral “La Verdad de la Mentira”. Sin embargo, aun no entiendo cómo fue posible esa prohibición en un país en que cualquier periódico puede publicar, de forma selectiva y que más impacto provoque, bajo secreto judicial o no, respetando el mínimo decoro o no, lo que quiera sobre cualquier personaje nacional, aunque esa no es la cuestión ahora.
Gonçalo Amaral no se limita a emitir una opinión arbitraria e infundada. Sorprende y perturba el conjunto de hechos que presenta en los cuales sustenta su corolario. Por lo tanto, me gustaría pedir a los señores McCann que respondan objetivamente punto por punto a cada una de esas cuestiones extrañas que a mí y a cualquier ciudadano sorprenden. Solo a modo de ejemplo, cito las siguientes:
¿Es verdad que borraron el registro de llamadas de sus móviles durante el período que siguió a la desaparición y por qué lo hicieron?
¿Es verdad que aquella noche “ordenaron” el apartamento antes de la llegada de la policía y por qué lo hicieron?
¿Es verdad que estuvieron con el maletero del coche abierto ventilándolo durante mucho tiempo, cuando supieron que iban a llegar los perros pisteros?
Probablemente, escudados en su poderosa armada legal, pueden fácilmente argumentar y justificar que no tienen la más mínima obligación de responderme. Aunque, saben, yo como contribuyente portugués que pagó parte del enorme esfuerzo de investigación empleado en este caso, entiendo que merezco, y que merecemos colectivamente, una contrapartida mínima que es explicarnos lo que no conseguimos entender.
Carlos J.F.S. Esposende
Traducción de Mercedes