La Columna Rota/ Verónica Villalvazo
Escrito por La Redacción
Sábado, 24 de Abril de 2010 14:10
Sería reiterativo mencionar cómo se ha acrecentado la inseguridad con la que se vive en nuestro país; el gabinete de seguridad menciona que en lo que va del sexenio de la venganza ya suman 22 mil 743 muertos, hasta marzo pasado, luego de que Felipe Calderón le “declarara la guerra al narcotráfico”.
Lo más triste de la situación es lo que está tocando a nuestros niños en cualquier contexto. Con el caso de la niña Paulette Gebara, quien murió hace ya un mes y hasta el momento nadie sabe cómo; sin embargo se han dado varias conjeturas sobre ese caso, que si bien es para exigir justicia por la negligencia de alguien, quien sea, no se debió explotar a tal grado que ahora se relaciona como siempre a una situación política, ahora todo mundo habla que si Enrique Peña Nieto está detrás del padre de la pequeña, que si esto que si el otro. Finalmente Paulette, y no es su culpa, pertenecía a una familia acomodada; por eso tanto escándalo. Pero, y como bien dirían los que sí saben escribir, ¿qué pasa con los niños que han muerto en manos de los militares?, ¿con los adolescentes que por ajustes de cuentas entre la delincuencia organizada y el gobierno desorganizado han sido ejecutados?, ¿ con los “daños colaterales”, dirían en los Pinos?
La muerte de la niña Paulette es dolorosa como la muerte de cualquier niño, pero ¿por qué no a diario salen en la prensa los niños que mueren de hambre en el país?, ¿por qué nadie sale a exigir que se señale a los culpables? que directa o indirectamente son los gobernantes al quitarles el derecho a una vida digna, o peor aún, ¿por qué no se ha hecho mas escándalo en la prensa de los dos pequeñitos asesinados en Acapulco, Guerrero, y que esa absurda lucha de FECAL no ha dejado más nada que dolor en miles de familias inocentes?
Tristemente por otro lado los buenos curas justifican la barbarie que comenten con miles de niños que han sido violentados por algún pederasta, diciendo que la culpa de todo la tienen las familias, la escuela y los niños, nada más absurdo para justificar la enfermedad de esos individuos los cuales pretende ser entendidos ante la bajeza y con esto hacernos cómplices directos de esta basura.
Ahora el Papa Benedicto promete que se castigará a todo aquel sacerdote que cometa este nefasto acto con algún pequeño; y bueno, a los que ya fueron violados, pues “les piden perdón”.
Con todo esto, la sociedad entera, nosotros los adultos, estamos indefensos ante la incapacidad gubernamental; no tenemos ya la contención , emocional ni física, de proteger a nuestros pobres niños ante ningún peligro.
Como adultos deberíamos de salir a exigir que se detengan tantos asesinatos, que se dignifique a nuestros niños indígenas, que se detenga a cada uno de los pederastas -curas o no- que se atreven a lastimar a nuestros pobres niños, que con su mirada nos indican que ya no confían en nosotros, los que tenemos que defender sus derechos.