Cuentos de policía
Publicado
el 19 de agosto de 2009
Recayó
en la Guardia Nacional Republicana (GNR) responder a las llamadas de socorro de
Praia da Luz. La GNR es la gendarmería del Estado portugués, copiada
inicialmente del modelo francés, su papel es el de policía general y el
mantenimiento de la ley y el orden, no la investigación criminal. Antes de 2007
su reputación internacional era totalmente anónima y sin controversia, debido
quizás a la relativa naturaleza de respeto hacia la ley del pueblo portugués,
tanto policías como vigilados, más que cualquier cualidad especial de la GNR.
En lo que se refiere a los extranjeros, las meras pruebas sugirieron que ellos
encontraron a estos gendarmes, a pesar de su sueldo relativamente bajo,
bastante más amigables y fiables que sus vecinos españoles, con algunas historias
nimias, aunque turbias, de explotación de extranjeros que continúan dañando la
reputación de sus homólogos españoles. Al igual que cualquier fuerza policial
de la Unión Europea durante muchos años se fueron acercando cada vez más
estrechamente a la normativa policial de la red europea.
El
oficial José María Batista R. de la GNR y su colega Nelson da Costa se
encontraban patrullando cerca de Odiaxere la noche del 3 de mayo. Trabajando
fuera de la comisaría de la GNR de Lagos bajo órdenes del sargento Antonio Da
Duarte C. ambos eran hombre experimentados con décadas de servicio entre ambos.
El mensaje de radio que recibieron desde Lagos les ordenó dirigirse a Praia da
Luz para investigar una denuncia sobre la desaparición de una niña. Se recibió
un mensaje posterior mientras ellos estaban de camino: ahora se había
denunciado a Lagos que la niña era muy pequeña y que existía una seria
preocupación por su seguridad. Procedan con máxima urgencia.
Su
sirena anunciaba su llegada sobre las 23h00. Rápidamente se hicieron camino a
través de la recepción principal del Ocean Club. Allí los recibió un empleado
de Mark Warner con habilidad en idiomas, M/S Sylvia Batista, y un angustiado
–se tiró de rodillas ante los oficiales- Gerry McCann, que había salido del apartamento
para reunirse con ellos. Los dos policías, el Sr. McCann, otro miembro del
grupo Tapas y Silvia Batista –para traducir- se dirigieron al apartamento 5A,
donde esperaba Kate, intentaron averiguar lo que se suponía había ocurrido.
No
fue fácil. Tanto Gerry McCann como algunos de los Tapas ayudando a controlar a
la bulliciosa multitud que se encontraba en el apartamento hablaron sobre la
desaparición como un posible secuestro pero ninguno de ellos dio información
clara de cómo habían llegado ellos a esa conclusión tan pronto, o qué pruebas
había que lo sugiriera. La opinión de los Tapas era, por supuesto, básicamente
inútil ya que ninguno de ellos tenía información de primera mano de las
circunstancias de la desaparición de la niña; el único testigo de primera mano
del estado de apartamento a las 22h00 era Kate McCann.
Kate
McCann no dijo nada. Lo que hubiera llorado o gritado a sus amigos y familiares
sobre persianas, intrusiones y la seguridad de un secuestro no lo compartió con
el oficial Roque. En vez de eso Gerry McCann, aparentemente todavía en estado
de shock y por veces poco coherente, habló de una ventana abierta y persiana
levantada en la habitación de los niños pero, crucialmente, según los informes
de la policía, no hicieron ninguna referencia de que habían sido forzadas. En
medio de toda esta confusión, con Sylvia Batista traduciendo meramente que
Gerry McCann “sugería” un posible secuestro, en presencia de personas asustadas
y agitadas en la habitación con él y con los gritos de la gente que buscaba en
la calle en sus oídos, el oficial Roque empezó por el principio y registró el
apartamento.
No
encontró nada que sugiriera que ese apartamento 5A era en realidad una escena
del crimen. Lejos de haber sido perturbado de alguna manera los gemelos todavía
dormían profundamente; no había pruebas de una entrada forzada; ni siquiera
había señales de una mínima lucha que pudiera haber ofrecido la niña, mucho
menos muebles desplazados, pruebas de una lesión o uso de la fuerza, y, por
supuesto, no había rastro visible de un intruso. Roque informó factualmente
sobre su búsqueda: “No encontré nada extraño en el apartamento.”
Con
una salvedad. Roque añadió que la ropa de la cama de Madeleine “estaba
demasiado ordenada.” Parecía, informó, “que había sido extraída, o había salido
de la cama, con gran cuidado. No había ninguna señal en las sábanas que
parecieran haber sido hechas por el cuerpo de la niña.
Lo
que dedujo exactamente Roque por el hecho de que esta ropa de cama estuviera
“demasiado ordenada” no lo dijo pero –y aquí podemos leer algo entre líneas en
su declaración de los hechos, quizás, el instinto de un experimentado policía-
daba la impresión de estar preocupado de algún modo por los padres.
Naturalmente estaban “nerviosos y ansiosos,” dijo, pero por veces encontró su
conducta “inusual”, añadiendo que, en un punto, ambos se arrodillaron en el
suelo de su dormitorio, con la frente sobre la cama, llorando, aunque no había
lágrimas. Claramente todo el escenario no consiguió formar un cuadro consistente.
¿Qué
pasa con esa persiana y ventana “forzada” a través de la cual pudo haber
entrado el secuestrador? Apenas aparecen en absoluto en el primer informe del
oficial Roque, ya que no se había dicho casi nada sobre ellas y él no había
visto nada que sugiriera que habían sido manipuladas. Mucho más tarde, cuando
se suscitaron las sospechas de los investigadores sobre la versión de los
hechos de los padres, él fue explícitamente preguntado sobre la ventana del
dormitorio por sus superiores. Como respuesta dijo que solo recordaba que la
ventana de la habitación de la niña estaba cerrada, con la persiana exterior
levantada “el ancho de una mano.” El oficial Roque sabía que tal espacio no
podía haber sido ocasionado desde el exterior ya que, tal como explicaremos
después, estas persiana solo podían ser levantadas desde el interior. Él no
recordaba nada sobre las cortinas y meramente reiteró que Gerry McCann, no la
virtualmente silenciosa Kate, había indicado a través de la intérprete que “la
ventana y la persiana” estaban abiertas cuando se descubrió la desaparición.
La
persiana que el oficial Roque vio es de un tipo no visto normalmente en Reino
Unido. Están compuestas de láminas metálicas perforadas que forman un rollo en
una caja sobre la ventana y se manejan con una correa vertical, igual que el
cinturón de seguridad de un coche, que está situada en el lateral de la ventana
sobre la pared. Para levantarlas tienes que tirar de la correa y para bajarlas
tienes que soltar la correa que, a través de un sistema de trinquete, permite
que se desenrollen y caigan totalmente extendidas en la parte exterior del
edificio.
Estas
persianas cuentan con dos dispositivos de seguridad importantes. Para empezar
siempre están diseñadas para encajar totalmente con la parte exterior de la
ventana y descienden hasta el alfeizar. Esto asegura que los intrusos no puedan
meter los dedos por debajo de la persiana para levantarlas: primer deben
insertar un objeto, y destornillador por ejemplo, o un cuchillo para empezar a
levantarlas, en el anticuado y colorido lenguaje ratero, una “palanqueta”.
En
segundo lugar el sistema de trinquete significa que mientras que la persiana
puede ser levantada no puede enrollarse desde el exterior ya que el sistema de
seguridad permanece en la posición de bloqueado hasta que se suelta tirando de
la correa interior. Intentar levantarla desde el exterior, por lo tanto,
resulta pesado, difícil de manejar ya que la pesada persiana metálica no se
mantiene abierta salvo que pongas algo entre la persiana y el alfeizar que la
mantenga levantada. No se descubrió ninguna evidencia de que hubiese sido
forzada ni fue encontrada ninguna herramienta, ni en aquel momento ni después,
y el oficial Roque pudo comprobar que no había ninguna distorsión o señal de
fuerza en la persiana: había sido abierta desde el interior. Tampoco se
encontró nunca ninguna prueba de que la ventana en sí misma hubiera sido
forzada.
Roque
informó después bastante honestamente que en su opinión no había existido un
secuestro, aunque no declaró si basaba su punto de vista puramente en la
ausencia de pruebas de la existencia de un intruso.
No
era el único. Su colega, el oficial da Costa, redactó un informe similar.
Después del encuentro en la recepción, dijo, registró el apartamento con su
colega, abriendo todos los armarios de los dormitorios, la sala de estar y la
cocina, mirando debajo de las camas y en el frigorífico. No vio nada extraño
durante este registro, informó, y no había señales de una entrada con fuerza.
De
hecho, a diferencia del oficial Roque, él ni siquiera pudo recordar al padre
mencionando un secuestro y solo comenta que recuerda a Kate McCann haciendo un
lacrimógeno requerimiento pidiendo más policías. Así, un segundo oficial hizo
su investigación sin una sola palabra de la testigo principal, Kate McCann,
sobre lo que había visto a las 22h00.
El
oficial Roque registró el exterior del apartamento mientras que da Costa
permaneció en el interior o en la puerta. Fue entonces, informó, cuando una
mujer, evidentemente Jane Tanner aunque el oficial no la identificó, le contó
que antes ella había visto a alguien transportando a una criatura “corriendo”.
Por el pijama que llevaba puesta la criatura, dijo ella, podía tratarse de
Madeleine McCann. Solo entonces, dijo el oficial da Costa, “se empezó a hablar”
de un secuestro.
Su
respuesta a Jane Tanner fue de escepticismo. Si ella había sido capaz de ver el
dibujo del pijama de la criatura, razonó, entonces tiene que haber existido
buena luz. Así que le preguntó sobre algo mucho más importante como era la
cuestión de cómo era la persona que llevaba a la criatura. Ella no pudo
decírselo, contestó Jane Tanner, ya que estaba “muy oscuro”. No, informó él,
consideró el “avistamiento” creíble.
El
oficial da Costa declaró que él ni vio ni oyó ninguna prueba que le hiciera
creer que había tenido lugar un secuestro; su opinión personal, de la que
informó era que “no parecía un secuestro, sino más bien una desaparición normal
donde la criatura había salido por su propio pie.” Nuevamente la impresión dada
es que las cosas no encajaban a ojos de un experimentado policía. Lo que más le
chocó, y encontró “extraño” fue que los gemelos no se despertaron en ningún
momento, a pesar del considerable ruido existente en el apartamento.
Sobre
las 23h15, solo unos quince minutos después de su llegada, Roque contactó con
la comisaría de Lagos y habló con su superior el sargento da Duarte, otro
veterano con 25 años de servicio. A pesar de sus dudas y reservas dio al
sargento una narración breve y relativamente objetiva de los hechos, incluyendo
que el padre “había planteado la teoría” de que podía tratarse de un secuestro
y mencionó que la persiana podía haber sido levantada. Sin ningún rastro de la
niña y sin pistas que indicaran que hubiera salido sola, ahora Duarte dijo al
oficial que preservara el apartamento como una escena del crimen y que esperara
con su compañero a que él llegara al lugar. En ese momento salió hacia Praia da
Luz.
Llegó
al Ocean Club solo una hora después de la llegada de sus compañeros. En este
momento la charla sobre “el secuestro” se había fortalecido entre el grupo de
británicos. El sargento Da Duarte fue informado inmediatamente por Silvia
Batista que el grupo describía ahora firmemente el suceso como un secuestro con
Gerry McCann –ni histérico ni tirado por el suelo del apartamento- uniéndose a
ella para enfatizar el punto. No solo eso, añadió Silvia Batista, sino que el
grupo de turistas habían imprimido fotografías de la niña y ya habían
contactado con los medios de comunicación para informarles sobre un
“secuestro”.
¿Contactando
con los medios de comunicación a medianoche? (Inciso: Incluso antes, no
olvidemos que el primer artículo fue publicado a las 00h01 del 4 mayo,
claramente un artículo que estaba preparado con anterioridad) Pero el discurso,
según amigos y familiares, fue que los medios de comunicación no fueron
contactados hasta que se habían hecho evidentes los errores de la investigación
y los padres fueron dejados solos y sin apoyo sin que “nadie estuviera haciendo
nada” a las 4h30. Es difícil ver una causa real de insatisfacción con la
policía tan pronto – policía que estaba haciendo todo lo que podían para
encontrar a su hija.
¿Qué
insatisfacción podía existir a esa hora? La idea de que la búsqueda podía ser
transferida inmediatamente de la jurisdicción local a una búsqueda de
secuestradores lejanos con toda esa parafernalia de fronteras cerradas y todo
lo demás era simplemente extravagante, tanto en ese momento como en
retrospectiva. Dejando aparte que no había una descripción de un vehículo o
sospechoso para alertar a la policía extranjera y, de hecho, absolutamente nada
que sugiriera un secuestro salvo las habladurías de un pálpito del grupo Tapas,
¿cómo podrían haber sido traslados los recursos desde Praia da Luz sin poner en
riesgo el destino de la niña?
La
imperiosa necesidad era agotar todas las vías locales por si la niña estaba
atrapada en alguna parte en la oscuridad, quizás en un barranco, o herida al
pie de una escalera de piedra, posiblemente con una rápida pérdida de sangre. Y
eso es lo que la policía, aunque muy atentos de los demás, hizo.
El
sargento Duarte, al igual que los otros dos oficiales, no pudo encontrar nada,
literalmente nada, que indicara que se había producido un secuestro. Una vez
más Kate McCann no se dirigió al sargento para contarle lo que había visto. Aun
así, después de llevar a cabo una investigación más profunda, contactó con el
cuartel general pidiendo que enviaran inmediatamente más oficiales al lugar,
llamó a equipo canino más cercano disponible y contactó con la policía de
investigación criminal, la PJ, de Portimão.
A
partir de este momento el esfuerzo de la búsqueda y la investigación se hizo
paso rápidamente. Los refuerzos solicitados por el sargento Duarte a la GNR
llegaron rápidamente, sobre las 00h40, al igual que lo hizo el Inspector
Pimental de la PJ junto a un oficial experto en escenas de crimen. A pesar de
la continua ausencia de ninguna prueba sólida que indicara que el apartamento
5A era la ubicación de un delito, algo más que una mera vivienda temporal de la
niña, el apartamento fue despejado, los gemelos finalmente trasladados –aun
inconscientes- y la familia alojada en habitaciones alternativas para que
pudiera realizarse una inspección forense.
Los
padres, informó el inspector, “parecían bastante cansados y angustiados,”
particularmente la madre. No solo angustiados, sino silenciosos. Por cuarta vez
aquella noche Kate McCann, el único testigo de valor, no se presentó para
contarle a la policía –esta vez en la persona de un investigador criminal- lo
que había visto. Una vez más la historia de la persiana forzada y las pruebas
que hicieron que ella estuviera “segura” que un secuestro, no una desaparición,
había tenido lugar – pruebas que Kate McCann dijo después que había dado a la
policía portuguesa pero que no podía describir en público – una vez más, su historia
quedó sin contar.
Después
de haber aislado el lugar el inspector examinó el apartamento con el
especialista Barreiras. Ambos fueron críticos por “la entrada libre” que se
había permitido en el apartamento antes de su llegada, debido al error de los
oficiales de la GNR al no asegurar el lugar. Se hicieron fotografías y se
tomaron declaraciones, se tomaron huellas del interior de la ventana del
dormitorio. Mientras los oficiales de la GNR permanecían en el lugar para
mantener el apartamento aislado los perros pisteros empezaron a buscar en los
alrededores sobre las 2h30. A lo largo de la noche los refuerzos siguientes la
búsqueda en las calles, jardines y garajes, a esta hora también se había
empezado a detener vehículos para examinarlos. Entre las 2 y las 2h30 el
cuartel general de la policía de Portimão, después de que contactar con los
oficiales de la PJ que se encontraban en la escena, contactaron con Faro para
asegurarse que los vuelos que partieran del aeropuerto fuesen monitorizados
mientras que la GNR de Lago recibió la orden de seguir controlando los coches
en busca de la niña.
Al
amanecer el Inspector Jefe Tavares de Almeida del Departamento de Investigación
Criminal de Portimão, después de abandonar sus planes de vacaciones, empezó a
considerar ampliar la investigación. La primera fase de la búsqueda de
Madeleine McCann había finalizado y era hora de aguantar la respiración. Fue
sobre esa hora, entre las 4h30 y las 7h00, cuando la búsqueda local fue
temporalmente suspendida, con solo tres oficiales continuando con el hasta ese
momento infructífero esfuerzo mientras sus compañeros malamente conseguían un
poco de descanso. Este fue el período que los McCann describieron como una hora
en la que “nadie hacía nada,” cuando, en palabras de Kate McCann la
investigación tenía la urgencia de una “búsqueda de un perro desaparecido” –
podría pensarse, que los comentarios eran una mala recompensa para el esfuerzo
que los portugueses habían hecho a lo largo de la noche para encontrar a la
hija de estos extranjeros en su tierra.
También
fue el período que finalmente llevó a la pareja a la desesperación, ninguno de
los cuales, por supuesto, podía haber sido consciente de la dimensión total o
deficiencias de la búsqueda - ¿cómo podían haberlo sabido? – para llamar a
todos los medios de comunicación extranjeros y pedir ayuda política a través de
sus amigos y familiares.
Al
menos eso es lo que nos dice el discurso.
Por
lo que hemos visto anteriormente está claro que el “discurso”, construido por
los padres y sus amigos, no se ajusta a los hechos tal como fueron informados
por la policía. Los padres y el grupo había, a pesar de sus constantes
negativas, de hecho, contactado con los medios de comunicación, en la figura de
Sky News, mucho antes de que hubiera cualquier prueba de deficiencias en la
investigación, probablemente al poco de haber contactado con la policía, tal
como finalmente admitió el grupo en los interrogatorios llevados a cabo en
Reino Unido en abril de 2008; Kate McCann no mostró a la policía las supuestas
pruebas que “hacían obvio” que tenía que ser un secuestro; sorprendentemente,
no le dijo a ninguno de los policías lo que había visto, ni a la GNR ni a los
oficiales de investigación criminal, a pesar de sus frenéticas llamadas de
teléfono a lo largo de la noche con la repetida e insistente afirmación de la
entrada forzada. Por todas estas pruebas queda clara la estrategia de contactar
con los medios de comunicación y políticos británicos, por el motivo que sea,
no fue el resultado de su respuesta a los actos de la policía y sus errores,
sino antes. El “discurso” queda bastante claro, por la razón que sea y
permitiéndolo todo por la situación en la que se encontraban los padres, es una
invención.
Muchas
hectáreas de papel han sido impresas cubiertas de críticas e insultos
despectivos dirigidos a la investigación portuguesa y contra oficiales de
policía decentes y bien intencionados que participaron en la búsqueda aquella
primera noche. Quizás, a la luz de lo que cuentan los policías es mejor dar un
paso atrás, respirar profundamente y considerar la explicación más simple y
mejor fundamentada del porqué la policía “no aisló la escena del crimen” o
“amplió la búsqueda” inmediatamente.
No
lo hicieron porque ninguno de ellos, a pesar de sus esfuerzos, encontró jamás
nada que sugiriera que había tenido lugar un secuestro, o tan siquiera que
existiera la posibilidad. Y, casi con toda certeza, estaban en lo cierto: nunca
hubo ninguna prueba de un secuestro que encontrar.
© Traducción
de Mercedes